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¿Nos estamos matando más con el home office?

Realizar trabajo desde casa fue una posibilidad inexistente para nuestros padres y abuelos, quienes pertenecieron a generaciones muy distintas a las nuestras.

En cambio, en la actualidad, la avanzada —y ya común— tecnología, ha visto nacer esta posibilidad. Muchos solíamos pensar en ella como una forma utópica de trabajo:

Despertar todas las mañanas, ahorrarse tiempo, esfuerzo y dinero invertido en traslados, (por ejemplo, en una de las ciudades más grandes del mundo como la Ciudad de México, donde el promedio de tiempo invertido es de 5 horas diarias a esta tarea) y no gastar en comidas fuera de casa, sonaba a una gran idea. No obstante, la realidad tras el trabajo remoto puede ser muy distinta.

Coronavirus nos otorgó una «prueba temporal de HO»

La pandemia por COVID-19 nos ha traído (aunque de una forma poco convencional) la implementación de trabajo remoto en muchos rubros empresariales. Esto tomó por sorpresa no únicamente a los colaboradores, sino a los directivos empresariales que no estaban preparados para un cambio radical en la forma tradicional y presencial diaria en los corporativos.

Sin embargo, esto ha propiciado una «prueba temporal» para aquellas empresas que más de una vez consideraron trasladar su forma de trabajo ordinario al remoto, y así evitar las altas rentas de las instalaciones y demás costos que implica el tener un lugar específico para laborar. Pero… ¿Cuáles han sido los resultados en la práctica? ¿Favorables? O ¿no tanto?

Al parecer los colaboradores aprendimos rápidamente y nos adaptamos como por arte de magia a trabajar de esta forma, la cual, de hecho, ha aumentado la productividad:

Recientemente la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), afirmó que en el caso de la Ciudad de México el trabajo en casa incrementó un 28% la productividad, además de que se ha combatido la contaminación y la saturación de avenidas.

Empero, ¿el home office ha sido igual de beneficioso para los colaboradores?

En la opinión de Eva Rimbau, profesora de Estudios de Economía y Empresa en la Universidad Oberta de Catalunya, España, y especialista en teletrabajo, la respuesta es: no.

Ella considera que en un contexto en el que la mayoría de empresas no estaba preparada para el trabajo a distancia que se ha implantado deprisa y corriendo, este “está dando su peor cara».

La situación económica actual

Para poder hacer una evaluación más precisa, hay que recordar nuestro contexto: nos encontramos en medio de una emergencia sanitaria. Y la economía ha sido uno de los factores más preocupantes globalmente.

El confinamiento ha causado estragos. Las recomendaciones de las autoridades se resumen a quedarnos en casa y tener una excelente higiene, lo que ha provocado un impacto negativo en muchas empresas y por ende en nuestros bolsillos.

Muchos de nosotros o allegados han visto una reducción significativa en su sueldo, y en el peor de los casos, millones de despidos. De acuerdo a Forbes, se calcula que en tan solo tres semanas (finales de mes de marzo e inicios del mes de abril de 2020), se perdieron más de 346 mil empleos solo en México. ¿Nos invade un temor de ver colapsar nuestra economía sumado al miedo de contraer COVID-19? Definitivamente sí.

Esto ha provocado que muchos «privilegiados» que aún contamos con nuestro trabajo busquemos cuidarlo a toda costa. Pero desafortunadamente, quizá hemos traducido el «cuidar nuestro empleo» a matarnos en el trabajo.

Un día cotidiano de confinamiento y trabajo

La hora que solía ser de «entrada» a tu trabajo ahora es de «conexión», e inicia en el momento de reportarte y encontrarte en línea. ¡Estás listo para iniciar tu jornada!

Hasta este punto te has ahorrado aproximadamente 2 horas y media de trayecto para llegar a tu trabajo si es que resides en la CDMX, y te encuentras ahí… probablemente hasta en pijamas y sintiéndote afortunado por conservar tu empleo y haber dormido un poco más.

Esperas indicaciones de tu jefe y comienzas con los pendientes, poco después se solicita tu presencia en una algunas conferencias vía remota con una duración entre 1 y 3 horas, mismas que se realizan desde una vez a la semana hasta 3 o 4 diarias.

Para este momento probablemente tu hora de comida dejó de existir y simplemente ves tus pendientes en aumento, trabajo urgente tras de ti y las manecillas el reloj no se detienen. Y si a esto le sumas las posibles distracciones que se presenten, llegará tu «hora de salida» y desconectarte no será una posibilidad cercana.

¿El resultado?: horas extras no remuneradas, ansiedad y problemas de gestión.

Los resultados

Como se mencionó anteriormente, en efecto el trabajo remoto está teniendo grandes resultados, pero la realidad es que esto se debe al exceso de esfuerzo del capital humano y a la situación económica que nos rodea.

Si bien en un inicio nos sentimos más que nunca comprometidos con nuestro trabajo y no nos importó «dar un poco más de nosotros» durante la pandemia y el home office, esto se ha convertido en un problema mayor:

Al parecer, las jornadas de las personas que están trabajando desde su casa están siendo algunas horas más largas de lo normal. Por tanto, si se logra que todo siga funcionando a costa de las horas extra de los trabajadores, es que esta prueba no está saliendo bien.

Eva Rimbau, profesora de Estudios de Economía y Empresa en la Universidad Oberta de Catalunya y especialista en teletrabajo.

De acuerdo a un análisis realizado en España, —uno de los países más afectados por la pandemia— llevado a cabo por NordVPN y presentado en Bloomberg, a partir de los datos de uso de internet, los españoles trabajan en promedio actualmente dos horas más al día que antes.

Los participantes del estudio mencionan diferentes factores:

  • Reportarse al terminar al jornada laboral pero continuar trabajando.
  • Reuniones sin importar los días festivos como Semana Santa.
  • Trabajo con equipo propio y posibles reparaciones por cuenta del colaborador.
  • Llamadas a primera hora de la mañana, a última de la tarde y fuera del horario laboral.

La lista sigue y las quejas sobre la situación se han detenido porque gracias a nuestro contexto «es mejor guardar silencio», no quejarse porque atravesamos por una situación crítica: «Hoy todo está mal y requiere sacrificios».

Un pequeño estudio sobre teletrabajo realizado por Actiu mostró que para un 46% de los encuestados lo peor era la sensación de no poder dejar de trabajar.

Y si a esto se le suman las tareas personales (principalmente en el caso de las mujeres), la historia termina siendo aún más turbia.

Por su parte, David Blay Tapia, profesor especializado en teletrabajo, añade que probablemente ese mismo trabajo podría salir adelante en menos horas, pero es precisamente la falta de formación a este respecto, así como la cultura laboral de muchos países la que lo impide. No obstante, casi todos estos problemas son invisibles y difícilmente cuantificables.

¿La solución?

Frente a esta situación han surgido gran cantidad de artículos y consejos psicológicos para colaboradores, pero no algo verdaderamente funcional para los mandos superiores.

Esto es una nueva era del trabajo y requiere formación. No podemos no formarnos en una nueva manera de trabajar.

David Blay Tapia, profesor especializado en teletrabajo.

“Los directivos tienen que implicar a los trabajadores, y decirles qué necesitan de cada uno, es más fácil llegar a un objetivo cuando sabes qué tienes que hacer. Hay gente que trabaja mejor y peor, pero tienes que confiar en los trabajadores y conocerlos, incluso biológicamente, para saber por ejemplo a qué hora del día trabajan mejor”.

Por su parte, Rimbau recuerda que la clave es dar autonomía al equipo, dejando que sus miembros organicen tareas y horarios como mejor les convenga, especialmente en este contexto. Para ello, es necesario que las personas con cargo directivo se olviden de controlar todo lo que hacen sus colaboradores; optar por «comunicación asíncrona (vía mail o documentos compartidos)», antes que por la sincronía (como videoconferencias). También “revisar si las tareas de tus colaboradores dependen mucho de lo que hagan los demás, lo que les resta autonomía y les obliga a estar pendientes continuamente de lo que otras personas les entregan”.

La realidad es que todos nos encontramos en un momento de adaptación, por ende es probable que existan efectos secundarios en nuestra forma prematura de trabajar vía remota, y por ahora es trabajar aún más tiempo que antes.

¿Lograremos encontrar un equilibro? ¿Cómo ha sido tu experiencia hasta ahora? ¿Aún consideras que el home office es una buena opción de trabajo a implementar de forma permanente?

8 COMENTARIOS

  1. Excelente narrativa, justo la realidad, no sé tanto sea cruda, triste o efectiva, quizá es un parteaguas que marca el cambio y la forma de trabajar o mantener tu empleo, ahora es hasta de suerte con innumerables riesgos, también beneficios sin lugar a dudas, esto nos ha cambiado no sólo la vida, las costumbres y hasta la efectividad.

  2. Excelente reportaje!! sin duda, esta «nueva» manera de trabajar a muchos nos ha sacado de nuestra zona de confort, y si bien es cierto que se trabaja más, tendríamos que aprender a encontrar el equilibrio entre familia y trabajo.

  3. Hola Arianne, de inicio concuerdo con tu artículo. Aunque no debemos generalizar, por ejemplo, yo llevo más de 10 años haciendo «Home Office» y me ha resultado excelente, para empezar me ahorro cuatro horas de traslado (dos de ida y dos de vuelta); estoy de acuerdo que a muchas empresas esto los tomó de sorpresa; pero esa sorpresa no nos debe de llevar a descalificar a un tipo de trabajo que puede ser muy atractivo para muchas posiciones en las empresas. Es obvio, que como en la empresa en la que trabajo, se deben de desarrollar políticas que hagan eficiente el trabajo mismo, no sólo el resultado de él, (es decir para el empleado, como para la empresa). Las políticas deben de incluir darle las mismas facilidades y herramientas materiales y cibernéticas a los empleados sin ningún costo para él. Por ejemplo, tengo lap top de la empresa (perfectamente configurada y protegida con aplicaciones, software de comunicación y de seguridad), e impresora (pequeña) y un teléfono VPN para comunicarme a la empresa o con otros empleados de la compañía como si usara el conmutador de la empres; así como políticas para su uso. Además del lado del empleado se requiere disciplina para trabajar como si estuviera en la oficina y bajo la supervisión física de su inmediato superior. Así como el supervisor mismo debe entrenarse para supervisar en esta modalidad. En fin esa es mi experiencia, pero creo que no soy el único y es algo que se puede lograr para el beneficios del empleado y de la empresa.

  4. En mi caso ha sido todo lo contrario a lo que el artículo expresa. En gran medida por la buena gestión de proyectos de mi empresa y mi gestión de tiempos.
    Más allá de quejas, estoy completamente agradecido por esta oportunidad y de verdad deseo que no se vaya nunca. No he visto más que beneficios a mi vida profesional. En el terreno de lo privado, está por verse una vez que termine el distanciamiento social, pero por el momento, sólo tengo buenos comentarios.

    Saludos,

  5. Muy buen artículo y de acuerdo en cada enfoque. Aunque no se debe generalizar, lo cierto es que lograr un balance está resultando bastante complicado.

  6. Gracias por el artículo. Nos deja ver una de muchas percepciones acerca del HO. Yo, por mi parte, diría «si» y «no»; a mí me parece que sí es necesaria su implementación permanente como parte de las medidas para propiciar el bienestar de los empleados (NOM 35), si bien, no diario pero sí como una alternativa para algunos días de la semana. Dado que este esquema ha mostrado, como bien mencionan, mayor productividad, menos estrés, menos contaminación, menos saturación,etc. trae más beneficios que consecuencias negativas. Y como comentaron antes, necesitamos encontrar el balance/orden para que no sea contraproducente para los colaboradores.

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