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Cómo los empaques están llevando microplásticos a tu comida y bebida

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Cada vez que abrimos una botella, retiramos un envoltorio plástico o calentamos alimentos en recipientes reutilizables, podríamos estar liberando partículas invisibles pero potencialmente dañinas en nuestra comida. Se trata de microplásticos y nanoplásticos, diminutos fragmentos derivados de los plásticos que, según informa CNN, llegan directamente a nuestros alimentos y bebidas debido al contacto con empaques de plástico.

Aunque ya se sabía que los microplásticos están presentes en el ambiente, un reciente estudio publicado en NPJ Science of Food señala que los envases alimentarios de uso común son una fuente directa y subestimada de esta contaminación. Esto pone en jaque la seguridad de miles de productos de consumo diario y plantea una interrogante urgente: ¿qué tan seguros son realmente nuestros alimentos frente a los microplásticos en la comida y bebida?

El estudio que evidenció la contaminación por microplásticos en la comida y bebida

El artículo publicado en la revista NPJ Science of Food presenta la primera evidencia sistemática de cómo el uso común de empaques plásticos puede contaminar directamente los alimentos con microplásticos y nanoplásticos. Dirigido por Lisa Zimmermann y Jane Muncke del Food Packaging Forum en Zúrich, el estudio se basó en una revisión crítica de más de un centenar de investigaciones científicas previas.

Los autores partieron de una búsqueda exhaustiva de estudios sobre presencia de microplásticos en productos alimenticios. Tras una evaluación rigurosa de la calidad de cada uno, redujeron el universo a siete estudios altamente confiables. En estos, identificaron una correlación clara entre el tipo de empaque, el procesamiento industrial y la liberación de partículas plásticas.

Uno de los hallazgos más alarmantes fue que alimentos mínimamente procesados presentan niveles mucho menores de microplásticos que los ultraprocesados. Esto se atribuye a que estos últimos pasan por más etapas de contacto con equipos plásticos y envases, lo que incrementa la contaminación. En productos como el agua embotellada, por ejemplo, se hallaron hasta 240,000 partículas plásticas por litro, principalmente nanoplásticos.

microplásticos en la comida y bebida

Además, los investigadores señalaron que muchos de los estudios anteriores tenían limitaciones metodológicas. Por ello, uno de los aportes más importantes de esta revisión fue aplicar una evaluación crítica a la fiabilidad de las técnicas utilizadas, estableciendo así un estándar más riguroso para futuras investigaciones sobre microplásticos en la comida y bebida.

Cómo los envases plásticos están contaminando nuestra dieta diaria

Según el estudio, abrir envases de plástico o reutilizarlos puede incrementar significativamente la cantidad de partículas que se desprenden y terminan en los alimentos. La abrasión causada por abrir y cerrar tapas o envolver y desenvolver productos genera fricción suficiente para liberar micro y nanoplásticos, incluso desde materiales que no están en contacto directo con el contenido, como los recubrimientos plásticos en tapas metálicas, según explicó Lisa Zimmermann, coautora del estudio:

“La investigación muestra que la cantidad de microplásticos aumenta con cada apertura de botella, por lo que podemos decir que es el uso del artículo en contacto con alimentos lo que conduce a la liberación de micro y nanoplásticos”.

Esta afirmación subraya que el problema no es solo la presencia del plástico, sino la manera en que lo usamos cotidianamente.

microplásticos en la comida y bebida

También se evidenció que la exposición al calor, la luz solar y el lavado reiterado de recipientes de plástico contribuye de forma significativa a la migración de estas partículas a los alimentos. En un experimento, se lavaron repetidamente recipientes de melamina y se encontró que cada lavado aumentaba la liberación de microplásticos, especialmente cuando después se usaban para servir alimentos calientes.

Esta investigación es la primera en demostrar que tanto el procesamiento como el envasado de alimentos en recipientes plásticos son fuentes clave de contaminación. Así lo resume Zimmermann:

“Hemos descubierto que los envases de alimentos son, de hecho, una fuente directa de los microplásticos y nanoplásticos detectados en los alimentos”.

Tóxicos en los empaques: un viejo problema con nuevas dimensiones

Desde hace décadas, los científicos saben que ciertos químicos usados en plásticos pueden migrar a los alimentos. Sin embargo, el estudio del Food Packaging Forum publicado en septiembre de 2024 fue más allá: identificó más de 3,600 sustancias que se filtran durante el procesamiento, envasado y almacenamiento de alimentos y que terminan en el cuerpo humano.

De esas sustancias, 79 son reconocidas por su potencial cancerígeno, mutagénico o disruptor endocrino. Aunque estas advertencias no son nuevas, la novedad del estudio reciente es que resalta otra dimensión del problema: los microplásticos en la comida y bebida podrían ser vehículos de exposición a estas toxinas en partículas sólidas que, por su tamaño, evaden los controles tradicionales de seguridad alimentaria.

microplásticos en la comida y bebida

David Andrews, director científico interino del Environmental Working Group, alertó: 

“Este nuevo estudio destaca los equipos de envasado y procesamiento de alimentos como posibles fuentes importantes de contaminación por microplásticos en los alimentos que consumimos y, en última instancia, en nuestro organismo”. 

La falta de protocolos regulatorios para abordar esta fuente específica de exposición es una brecha crítica en la legislación alimentaria actual.

Ante esto, se vuelve urgente no solo mejorar los estándares científicos de detección, sino también actualizar las regulaciones de inocuidad alimentaria para que contemplen la migración de partículas sólidas, no sólo de sustancias químicas en forma líquida o gaseosa.

¿Qué podemos hacer frente a esta amenaza invisible?

Aunque los consumidores no pueden eliminar por completo su exposición a los microplásticos en la comida y bebida, sí pueden adoptar medidas para reducirla. Evitar alimentos ultraprocesados, preferir productos envasados en vidrio sin recubrimientos plásticos, o trasladar los alimentos a recipientes no plásticos tras comprarlos son acciones útiles.

Además, es clave no calentar alimentos en recipientes plásticos, ni reutilizar envases como tápers o botellas de agua que no están diseñadas para un uso prolongado. El contacto prolongado, el calor y el lavado constante incrementan el desprendimiento de partículas, como evidenció el estudio.

microplásticos en la comida y bebida

Pero las soluciones individuales no bastan. Es necesario que gobiernos, industrias e instituciones se comprometan a regular los materiales en contacto con alimentos y a invertir en tecnologías seguras e innovadoras. “No podemos seguir ignorando la contaminación plástica en nuestra dieta”, afirman los autores del estudio. La transparencia en el etiquetado y una normatividad más estricta son pasos ineludibles.

Por último, urge fomentar políticas de responsabilidad extendida del productor, en las que las empresas asuman el impacto de los empaques que ponen en el mercado. Las soluciones deben venir desde el diseño, con materiales que no representen un riesgo para la salud humana.

Una señal de alerta que no debemos ignorar

El hallazgo de que los empaques plásticos no solo transportan sino también generan contaminación por microplásticos en la comida y bebida debería ser tomado con la seriedad que amerita. Se trata de una amenaza silenciosa que compromete tanto la salud humana como la confianza en los sistemas de producción de alimentos.

La responsabilidad no puede recaer únicamente en los consumidores. Es imperativo que las industrias alimentarias, los reguladores y la comunidad científica trabajen juntos para erradicar esta fuente evitable de contaminación. Exigir alimentos seguros también implica repensar desde sus empaques hasta la forma en que se procesan y manipulan antes de llegar a nuestra mesa.

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