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El viraje hacia la institucionalidad

“Sólo la renovación puede mantener,
el que se queda parado, se retrasa”
Everhardus Johannes Potgieter
(1808-1875)
Escritor holandés
Por Emilio Guerra Díaz

Andar en el mundo de la consultoría tiene varias ventajas, entre ellas es que puedes “ver el bosque y no sólo unos árboles”, lo que se traduce en ver tendencias. Una, que están enfrentando varias fundaciones empresariales, consiste precisamente es el deseo de transitar hacia la institucionalidad, de renovarse, entendiendo a ésta dese varios conceptos y rasgos característicos que a continuación anotaremos.

Varias empresas que crearon una fundación hace algunos años (de entre 5 y 20 años) se están cuestionando el modelo de su institución y desean adecuarla tanto al espíritu de la responsabilidad social corporativa, como a tendencias de vanguardia que les hacen ser una herramienta fundamental de inversión social a favor tanto de la empresa, la comunidad y el desarrollo de la cultura filantrópica en México.

Entre las características que se piensan adoptar en esta renovación destaca el cambio en el enfoque institucional. Se desea pasar de ser una entidad donante en el terreno asistencial, a uno de inversión social donde se puedan medir los impactos de las acciones por los recursos invertidos. Lo cual demanda focalizar las áreas de interés de la empresa en la comunidad.

Otra característica a la que se le pone mayor atención tiene que ver con las habilidades gerenciales de quien se encargue de dirigir la fundación. Por un lado, se aprecia cada vez más tener un Consejo Directivo fuerte, activo y participativo. En algunas fundaciones se está contemplando contar con consejos consultivos para recibir una mejor retroalimentación tanto de los proyectos como de los financiamientos. Éstos están integrados por expertos en el tema, miembros de fundaciones u organizaciones civiles, académicos e investigadores y también miembros de la comunidad.

Por otra parte, se valora la necesidad de preparar (o seleccionar) el recurso humano de la dirección o gerencia para que se adquieran tanto habilidades empresariales como del sector filantrópico, la sociedad civil y el marco legal y fiscal para las fundaciones. La experiencia demuestra que no ha resultado muy atinado colocar a familiares por el hecho de tener muy buena voluntad o gran corazón, o considerar que la fundación está para realizar relaciones públicas a favor de la empresa. Esa idea, de que la fundación sirve para consolidar la imagen corporativa como fin está cambiando y poco a poco se comprende que la institución es un medio para desarrollar el comportamiento socialmente responsable.

Una tercera característica es consecuente de los pasos que hemos señalado y que consisten en focalizar el presupuesto. Los recursos tienen que ser aprovechados al máximo. La dispersión de recursos en tales o cuales causas que no tienen conexión entre sí ha sido mala consejera. No se trata de abandonar acciones asistenciales, sino de agregarles valor. Se busca impulsar proyectos que faciliten a las organizaciones que les solicitan fondos sean capaces de generar una cadena de valor. Así un banco de alimentos puede generar una cocina económica. Seguirá asistiendo pero ahora tendrá ingresos por otro tipo de servicio que dé a la comunidad.

Los tiempos en los cuales una fundación empresarial basaba su contribución a la comunidad dando el cheque y esperar un informe de la organización han terminado. Hoy esa es la primerísima etapa del trabajo, lo interesante viene después. Las fundaciones empresariales modernas cuidan la inversión que van a hacer y cuidan también el desarrollo de sus socios. Analizarán qué tipo de contribución no económica puede la empresa dar adicionalmente a la inversión monetaria.

Acto seguido acompañan el desarrollo de los proyectos y sobre todo ponen mucha atención sobre cómo ha sido las relaciones: fundación-empresa, fundación-organización, fundación-comunidad; lo cual modifica que los proyectos que van a financiar contengan de origen los indicadores de desempeño (de las partes involucradas) y los de impacto social.

Pero en esta transición también hay riesgos. En ese deseo de transitar de un modelo de fundación empresarial administrada familiarmente hacia uno institucional con profesionales preparados ex profeso, existen conceptos que se toman del argot y del lenguaje social, se usan pero no se comprenden a ciencia cierta ni en plenitud respecto a las consecuencias de su utilización. Tan solo tres ejemplos. Uno. Hoy se repite fácilmente que la fundación buscar financiar “Proyectos autosustentables” (para lo cual dedicaremos una colaboración especial) con la idea de que hay que descubrir esos proyectos en las organizaciones de la sociedad civil y financiarlos sólo una vez porque ya se estructuraron de tal manera que ya está garantizado el éxito. ¿En cuánto tiempo se alcanza la autosustentabilidad?, ¿En qué consiste ser autosustentable?

Dos, medir los beneficios generados solo desde el punto de vista empresarial. Está bien medir y como se dice en el argot empresarial “lo que no se mide, no se gerencia”. Se pone énfasis en cuántos, con cuánto, de cuantos, y hacia cuántos recayó el beneficio. El criterio fundamental es costo/beneficio. Recuerdo cuando una fundación financió la construcción de invernaderos. La inversión resulta muy alta per cápita para el número beneficiados directos e indirectos. Pero los proyectos de infraestructura deben medirse bajo la lógica de que generarán en el mediano y largo plazo, por lo que otra debe ser la medición en proyectos sociales.

Y tres, se utiliza cada vez con mayor frecuencia el concepto del “retorno de inversión para la empresa”. Muchos de los gerentes están preocupados sobre cómo “venderán” el concepto en la empresa. Terminan metiéndose en un conflicto para definir qué es lo que quieren decir y se preguntan “Cómo le vamos a decir a la empresa que si invirtió 300 mil pesos, ¿Cuánto le va a regresar?”, en lugar de apoyarse en los conceptos generación de valor y valor compartido.

Es muy conveniente renovar a la fundación, pero hay que cuidar los detalles.

Desde el Consejo Directivo

Durante la junta de Consejo Directivo, el Presidente Consejero preguntó a sus colegas si conocían el panorama legal y fiscal y cómo apoyar la sustentabilidad de las organizaciones. A respuesta negativa recomendó que todos los miembros del Directorio asistieran al Foro: “Ley Federal de Fomento y Estímulos fiscales para las OSC’s, clave para la Sustentabilidad”, que organiza la iniciativa Fortalece de la Fundación Comunitaria Cozumel en sus habituales encuentros en Mérida y Cancún el cual se llevará a cabo el 4 y 5 de julio en esas ciudades respectivamente.

El Presidente del Directorio además felicitó que a esta gran iniciativa peninsular como es el trabajo de Fortalece se sume Dolphin Discovery, empresa socialmente responsable que está haciendo un gran trabajo en la rivera maya.

La Secretaría del Consejo Directivo felicitó a la empresa Roshfrans por constituir su fundación. Destacó que es precisamente un ejemplo sobre lo que escribió hoy el articulista, ya que Nicolás Platonoff se había destacado por realizar una serie de apoyos filantrópicos que hoy con una fundación tendrá mayor alcance y sobre todo inicia un trabajo para la posteridad. Trabajará en salud, contra la marginación y la pobreza.


Emilio Guerra Díaz

Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.

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