En un contexto donde la innovación científica y la sostenibilidad ambiental deben ir de la mano, un grupo de investigadores ha logrado lo impensable: transformar residuos plásticos en paracetamol mediante el uso de bacterias modificadas. Este hallazgo, publicado en Nature Chemistry, podría revolucionar no solo la forma en que gestionamos los plásticos, sino también cómo fabricamos medicamentos esenciales.
De acuerdo con un artículo de The Guardian, el avance se basa en una biotecnología que permite a cepas de E. coli procesar plásticos PET y convertirlos en PABA, un precursor clave del paracetamol. Más allá de su impacto científico, este descubrimiento plantea oportunidades concretas para avanzar hacia una economía circular, especialmente en industrias como la farmacéutica, donde la sostenibilidad sigue siendo un reto.
El problema oculto del paracetamol: su origen fósil
Pocos consumidores saben que el paracetamol proviene, en gran medida, de derivados del petróleo. Esta realidad representa una contradicción entre un medicamento de uso común y el impacto ambiental de su fabricación. Cada dosis implica emisiones indirectas y dependencia de una industria altamente contaminante.
Este nuevo enfoque para transformar residuos plásticos en paracetamol aborda ese dilema de raíz. Al integrar procesos biológicos en la ecuación, se abre una alternativa mucho más limpia. Además, este descubrimiento desafía la idea de que la química tradicional es la única vía viable para producir medicamentos.

Stephen Wallace, líder del estudio, destaca que esta tecnología fusiona biología y química como nunca antes, permitiendo eliminar residuos mientras se produce un fármaco esencial. Es un avance que, sin exagerar, podría redefinir el modelo de producción farmacéutica global.
Del PET al paracetamol: una ruta sin precedentes
El proceso comienza con tereftalato de polietileno (PET), el plástico comúnmente utilizado en botellas. A través de una reacción química sostenible, este material se transforma en una sustancia que puede ser metabolizada por bacterias. Lo notable es que el reordenamiento de Lossen, una reacción clave, ocurre de manera espontánea dentro de las células.
Este fenómeno, nunca antes observado en la naturaleza, fue catalizado por el fosfato presente en las bacterias E. coli. La cepa utilizada fue modificada genéticamente para depender del PET como única fuente para sintetizar PABA, una sustancia esencial en la producción de ADN.
El resultado: una conversión biológica eficiente que sienta las bases para transformar residuos plásticos en compuestos farmacéuticos.
Esta compatibilidad entre procesos químicos y células vivas representa un hito en la biotecnología ambiental.
Bacterias diseñadas para un nuevo propósito
Para lograr esta proeza, el equipo de investigación recurrió a la ingeniería genética. Las bacterias fueron modificadas para no producir PABA por vías naturales, forzándolas a utilizar los productos derivados del PET. Posteriormente, se insertaron genes adicionales que permitieron completar la transformación hacia el paracetamol.
Se trata de una estrategia altamente dirigida: cada modificación tenía un objetivo puntual en la cadena de conversión. La cepa final de E. coli logró producir paracetamol en menos de 24 horas, con una eficiencia del 92% y emisiones mínimas.
Este enfoque, que permite transformar residuos plásticos en soluciones de salud pública, también plantea nuevos estándares en la relación entre biología sintética y responsabilidad ambiental. La biotecnología deja de ser una promesa para convertirse en una herramienta transformadora real.
Sostenibilidad farmacéutica: más allá del reciclaje
Este descubrimiento no solo resuelve un problema de residuos, sino que redefine lo que entendemos por producción farmacéutica sostenible. Actualmente, la industria farmacéutica genera grandes cantidades de desechos y depende de procesos energéticamente intensivos.

El uso de bacterias para transformar residuos plásticos en compuestos útiles permite repensar la cadena de suministro de medicamentos desde una perspectiva circular. En lugar de utilizar nuevas materias primas, podríamos aprovechar las toneladas de PET descartadas cada año.
Además, el proceso es escalable y replicable en otros contextos. Aunque todavía requiere estudios adicionales para llegar al mercado, abre la puerta a una nueva generación de medicamentos producidos de forma regenerativa.
Implicaciones para la responsabilidad social corporativa
Este tipo de avances ofrece una oportunidad clara para vincular innovación con impacto. Empresas farmacéuticas, de biotecnología y del sector ambiental pueden colaborar para escalar esta tecnología con beneficios tanto económicos como reputacionales.
Invertir en tecnologías que permitan transformar residuos plásticos en productos de alto valor no solo mejora la eficiencia operativa, sino que posiciona a las empresas como agentes de cambio frente a los desafíos globales. La innovación sostenible no es un lujo, sino una necesidad estratégica.
El potencial de colaboración intersectorial en este tipo de proyectos también favorece alianzas entre academia, iniciativa privada y sector público. Esto podría acelerar la transición hacia procesos más justos, eficientes y con menor huella ambiental.

Transformar residuos plásticos en paracetamol no es solo un logro científico; es un punto de inflexión para la economía circular y la responsabilidad social empresarial. Esta investigación demuestra que, con la combinación adecuada de química, biología y visión ética, podemos repensar los residuos como recursos. Si la industria y la sociedad se alinean con esta visión, podríamos convertir uno de los mayores problemas ambientales del siglo XXI en una solución de salud sostenible y replicable.