«El final fue como los divorcios, nada feliz…El desayuno ríspido (donde se decidió liquidar la fundación) no fue entre autoridades de México y Estados Unidos, sino entre mexicanos.
La promotora cultural Ercilia Gómez Maqueo contactó a Alberta Arthurs, de la Rockefeller Foundation, para aprender a financiar las artes desde la iniciativa privada. El encuentro derivó, a fines de 1991, en el proyecto cultural binacional más ambicioso entre México y Estados Unidos .
Nació teniendo como socios a la Fundación Rockefeller, la Fundación Cultural Bancomer y el Fonca, por parte del gobierno federal, y se convirtió en modelo de la alianza entre el sector público y privado.
Reforma, Cultura, p. 22
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