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Abren Ecomuseo del Cacao

Los amantes del chocolate y de las tradiciones mayas pueden regodearse en el nuevo Ecomuseo del Cacao, inaugurado el 5 de julio dentro de la Plantación Tikul, en Yucatán.

La génesis del proyecto se remonta a la siembra de la plantación de cacao criollo -a finales del 2008- por iniciativa de Belcolade, compañía dedicada a la producción de chocolate a nivel mundial, con sede en Bélgica.

En Europa, esta empresa impulsó la apertura de tres museos dedicados al adictivo manjar, por lo que tras un año y medio de que la plantación yucateca fuera puesta en marcha, los empresarios decidieron crear un museo que contara el proceso de producción del cacao, justo en medio de la selva.

En el Ecomuseo, localizado entre dos sitios arqueológicos de la Ruta Puuc: Xlapak y Labná, se invirtieron 5 millones de pesos y a la fecha ha recibido la visita de aproximadamente 2 mil viajeros, de acuerdo con Martin Nizet, gerente general del recinto.

Su concepto privilegia las prácticas sustentables y el ecoturismo. La infraestructura está hecha a partir de materiales de la zona, en menos de dos años se han plantado más de 15 mil árboles y su tienda de artesanías da cabida a las piezas de creadores locales.

«La idea del museo es promover el turismo a partir de lo que hay, a partir de lo que encontremos en el campo, sin tener que construir hoteles enormes. Además, enseñamos a la gente cómo preservar esta naturaleza», explica Nizet.

El recorrido inicia y concluye en la cafetería, una construcción de piedra con techo de guano. De ahí se parte hacia las llamadas casitas maya, cinco estaciones temáticas en las que se divide el museo. En la primera casita se aborda la relación entre los mayas y el cacao: se cuenta, por ejemplo, que se le utilizaba como moneda y que era elemento esencial en la bebida sagrada de las ceremonias.

La segunda casa es una recreación de una típica vivienda maya, construida con la asesoría de un arqueólogo de la zona Puuc, en la que se pueden apreciar desde los petates que usaban para dormir hasta la representación de una tumba tradicional. En el exterior está instalada una réplica de una cocina maya y, a unos pasos, un jardín de orquídeas donde habitan abejas meliponas, nativas de Yucatán. Nizet explica que se trata de una especie sin aguijón, por lo que no representan ningún peligro para los visitantes.

El museo se ha impuesto un rol didáctico y pedagógico. Los recorridos poseen un guiño para los más pequeños, quienes son guiados por el mono araña Mico, una caricatura que aporta datos de interés a partir de la pregunta «¿Sabías qué..?», insertada en la museografía.

En la tercera casa se enseña todo lo relacionado con la planta del cacao y sus variedades, así como los cuidados que se le debe brindar. La cuarta casa funciona como una demostración de la vida maya, en la que un acompañante del grupo muestra el modo de preparación del brebaje sagrado -a base de cacao y otros ingredientes como pimienta gorda y vainilla- e involucra a los espectadores.

«La gente ve como se tuesta el cacao, prueba el grano y si se anima, muele el grano en el metate», dice Nizet, «por supuesto, al final prueba la bebida».

El tema de la quinta casa es la preparación del chocolate. Aquí se conoce el proceso mediante el cual se transforma la semilla de cacao en una tableta de chocolate.

Nizet asegura que la mejor forma de terminar la visita -y saciar el antojo de chocolate- es visitar la cafetería, donde además se venden bebidas y paninis con ingredientes locales como la hoja santa.

Un museo viviente

Sin ánimo de convertirse en un zoológico, el Ecomuseo del Cacao cuenta con un área dedicada a los animales.

Entre los ejemplares que actualmente viven ahí está un grupo de venados cola blanca y esperan algunas guacamayas. El espacio está registrado ante la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) como una Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre, lo que significa que cuentan con el permiso para proteger animales en peligro de extinción.

El Ecomuseo está abierto todos los días de 9:00 a 18:00 horas, sólo cerrará los días 24, 25 y 31 de diciembre, y el 1 de enero. Está acondicionado para ser visitado por personas en silla de ruedas y cuentan con algunas para prestar.

La admisión general cuesta 80 pesos, pero niños de 6 a 12 años pagan 40 pesos y personas con discapacidad, tercera edad o con credencial de estudiante, 50 pesos.

Fuente: Reforma.com
Por: Analine Cedillo.
Publicada: 18 de septiembre de 2011.

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