Una de las explicaciones que circulan respecto a las razones de la actual crisis, que ha sido argumentada tanto por representantes del Vaticano como por el propio Alan Greenspan, es que hubo un exceso de avaricia entre los banqueros y que eso fue lo que desencadenó la crisis.
Dicen que si los banqueros no hubieran querido obtener tasas más altas al hacer préstamos hipotecarios a los clientes del mercado «subprime», no hubiera ocurrido lo que pasó y quizá estaríamos sin las turbulencias que hoy vivimos.
Difiero completamente de esta explicación de la crisis.
Una de las premisas del funcionamiento de las economías de mercado es que en la búsqueda del interés individual se alcanza la maximización del interés colectivo.
Aunque dentro de las economías de mercado hay tendencias como la representada por los social-cristianos, que plantean que las empresas deben procurar el bien común, o los que demandan la responsabilidad social de las corporaciones, la realidad es que todavía hoy en día lo dominante, con mucho, es la búsqueda de maximización de las utilidades.
Por eso, en el caso de las empresas públicas, cada trimestre están bajo el escrutinio de los inversionistas y cuando las cifras no van tan bien, hay un castigo y se caen los precios de las acciones y, por tanto, el valor de mercado de las empresas.
Reforma, “Coordenadas”, Negocios, p. 6
