Pensar que el cambio climático solo afecta a las personas más vulnerables del mundo, revela la falta de conocimiento y conciencia ecológica sobre lo que está ocurriendo. Sin embargo, para emprender acción frente a los problemas actuales, implica desarrollar y construir desde el empoderamiento, la protección y la equidad como primer plano. ¿Qué deben saber los líderes sociales?
De acuerdo con el portal Green Biz, las empresas ven cada vez más el cambio climático como un riesgo central para sus operaciones. Mark Versey, CEO de Aviva Investors, enumera el cambio climático y la pérdida de biodiversidad en su carta anual como las principales prioridades de administración para inversores institucionales, administradores de patrimonio y accionistas. Las preocupaciones climáticas también ocupan los primeros lugares en los puntos ciegos de alto nivel de riesgo-respuesta , según una investigación del Foro Económico Mundial.
Para responder adecuadamente a los desafíos climáticos, debemos preguntarnos cómo podemos garantizar que las acciones a emprender sean justas para todas las personas y en el mejor interés del planeta. Para ello, tenemos que hacernos algunas preguntas:
¿De quién son las voces que faltan?
La crisis climática afecta negativamente a los grupos minoritarios y el género, las discapacidades y la religión de una persona pueden exacerbar la experiencia. Estos grupos, que a menudo se ven relegados a un lado, deben tener sus voces incluidas en las decisiones sobre nuevas iniciativas y soluciones para abordar el cambio climático.
En particular, los negros, indígenas y personas de color (BIPOC) no están presentes en las iniciativas y conversaciones ecológicas. Por ejemplo, los Pueblos Indígenas constituyen menos del 5% de la población mundial, pero salvaguardan más del 80% de la biodiversidad mundial. Aun así, los BIPOC se enfrentan al racismo ambiental tanto en las actividades de la industria extractiva como en las políticas y soluciones para combatir la crisis climática.
Para incluir de manera efectiva a las partes interesadas y dar su consentimiento a nuevas iniciativas y soluciones, los Principios FAIR y CARE se pueden adaptar para involucrar a BIPOC.
El empleo efectivo de estos principios conduce a una mejor cogobernanza y buena gobernanza. Un ejemplo de avance hacia la cogobernanza se vio a través de la conservación de Mosi-oa-Tunya (Cataratas Victoria) en la frontera de Zimbabue y Zambia. La Comisión Nacional de Conservación del Patrimonio consultó con los pueblos indígenas, participó en ejercicios de mapeo cultural e incorporó el conocimiento tradicional en las estrategias de gestión.
A su vez, un ejemplo de buen gobierno es la representación y el gobierno de los maoríes en los directorios de Te Awa Tupua y Te Urewera . Aquí, cada tablero tiene la misma representación de maoríes y no maoríes, y la representación maorí aumentará con el tiempo.
Los BIPOC han vivido durante tiempos inmemoriales en armonía con su entorno y no están interesados en que se les rompa su conexión con la naturaleza. Como humanos, somos parte de la naturaleza, y aquellos que mejor entienden esto deben ser incluidos para emprender acción y combatir la crisis climática.
¿Qué estamos cambiando?
Los problemas significativos requieren un cambio transformador, dirigido por sistemas. En el contexto de la acción climática, los tomadores de decisiones y los creadores de políticas buscan soluciones predecibles y controlables para abordar sistemas impredecibles y en evolución.
La distinción reloj versus nube (o complicado versus complejo) es una analogía útil para ilustrar esta tensión. Las soluciones y estrategias de políticas a menudo se enmarcan en unidades cuantificables y controlables (como el tiempo capturado en un reloj) mientras que la realidad cambia, cambia e interactúa (como la nube).
El cambio de sistemas es esencialmente un «problema de la nube» en un mundo construido para «soluciones de reloj». Estos dos tipos de problemas requieren dos enfoques fundamentalmente diferentes.
En lugar de ver las soluciones de cambio de sistemas como binarias, hay distintos tipos de problemas e intervenciones a considerar, desde el espectro del reloj hasta la nube.
Antes de involucrarse en el trabajo climático, vale la pena comprender la escala y el apetito por el cambio deseado y las intervenciones a corto y largo plazo necesarias para cambiar el sistema.
¿Existe una desigualdad subyacente al problema?
La justicia climática requiere comprender que los impactos adversos del cambio climático no se sienten de manera equitativa. Las desigualdades históricas agravan los impactos. Aquí, dos perspectivas lidian con la comprensión de las desigualdades arraigadas.
En primer lugar, recordar y reconocer la historia interseccional del problema. La interseccionalidad reconoce que cada individuo tiene sus propias experiencias únicas de discriminación y opresión. Por lo tanto, las soluciones climáticas deben considerar todo lo que margina a las personas, incluida la raza, la sexualidad, la capacidad física, el género y la clase.
La investigación ha encontrado que descarbonizar las ciudades con tecnología verde no aborda automáticamente los problemas de género, discapacidad y equidad social. Las ciudades deben trabajar activamente para garantizar la equidad y la accesibilidad como parte de la planificación de la ciudad.
En segundo lugar, abordar la desigualdad requiere transformar nuestra relación humana con nuestro planeta. Aquí, debemos reconocer que mejorar el desempeño de la sustentabilidad por sí solo es insuficiente. El modelo de cambio Iceberg del Instituto Emerge es un ejemplo que combina elementos de cambio de sistemas y cambio transformacional interno. Dice que tenemos que:
- Comprender los síntomas de un mundo extractivo y desconectado, incluidos los impactos adversos del cambio climático;
- Ver los paradigmas del mundo habilitando el sistema; y
- Desentrañar el trauma intergeneracional, personal y oculto dentro de las sociedades.
Al comprender la historia y las desigualdades subyacentes de las comunidades, podemos generar análisis contextualmente relevantes y sensibles a la comunidad de las causas fundamentales. Esto permite una acción climática más profunda y regenerativa para emprender acción.
La innovación es fundamental, pero ¿cuáles son sus límites?
Los expertos a la vanguardia de la crisis climática abogan por una innovación tecnológica revolucionaria en energía limpia y tecnologías bajas en carbono. En la búsqueda de estos inventos, debemos reflexionar sobre sus aspectos prácticos, riesgos y utilidad. Dos consideraciones clave pueden ayudarnos a determinar hacia dónde emprender acción.
En primer lugar, las nuevas soluciones contienen riesgos que pueden ser manejados por comunidades altamente resilientes y con buenos recursos, pero que devastan a las vulnerables. Estos riesgos deben ser cuidadosamente pensados y anticipados. En sus » Principios para la innovación humanitaria ética «, la Cumbre Humanitaria Mundial destaca la necesidad de equilibrar la innovación con la asunción de riesgos. Esto se contextualiza dentro del principio de “no hacer daño”.
En segundo lugar, las soluciones más simples y efectivas pueden pasarse por alto y subfinanciarse a favor de lo que es nuevo y centrado en la tecnología. Tecnologías como los plásticos de origen vegetal y los servicios de economía circular han estado disponibles comercialmente durante décadas, pero su adopción es lenta. Aquí, la innovación no es necesariamente la solución. Un énfasis constante en más innovación gira más allá de los problemas de raíz y cae directamente en la trampa del solucionismo tecnológico .
La innovación centrada en la tecnología puede allanar el camino hacia un futuro más respetuoso con el clima, pero según el modelo EIT Climate-KIC para la innovación de sistemas , debemos aprender a entretejer los avances tecnológicos en el tejido de la sociedad, sin olvidar las innovaciones culturales.
Los datos de búsqueda del año 2021 de Google muestran que las búsquedas de «impactos del cambio climático» y «mujeres indígenas desaparecidas» han aumentado considerablemente. El mundo necesita orientación y soluciones para el emprender acción. Debemos construir un futuro basado en soluciones justas que funcionen no solo para algunas comunidades, sino para todas.
