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“Director de Sustentabilidad” es el puesto del futuro

1direcEn las oficinas es cada vez más frecuente que los empleados contribuyan a colectar pilas en un depósito especial o incluyan en sus correos electrónicos la frase «imprime sólo si es indispensable». Fomentar la llamada «cultura verde» significa ahorros incluso de miles de dólares cuando se mira desde una perspectiva industrial.

«Una compañía será tan sustentable como lo sea el menos sustentable de sus empleados», Lanza Alejandro Tazzer, director de Econstrucción, para quien «las políticas de sustentabilidad son importantes, pero serán tan eficientes como lo sea el último eslabón de la cadena».

En 2008, Tazzer se propuso probar que las construcciones sustentables resultan igual de costosas que una construcción normal. «No resulta más caro hacer las cosas bien», dice. Su propuesta es considerar el uso de tecnologías eco-amigables desde la planeación de la obra, con una realización rápida, limpia y eficiente que garantice cero desperdicios. Eso es lo que garantiza ir más allá del green wash: los cambios desde las estructuras.

«Más allá de solamente vender la sustentabilidad como concepto, proponemos hacer las cosas de manera más eficiente y más económica», resume Tazzer, quien además de estudiar una maestría en Alta Dirección en el IPADE y dos diplomados en la Universidad Iberoamericana sobre Comunidades Sostenible y Diseño y Construcción Sostenible, ha debido acudir con frecuencia a foros, cursos y talleres de sustentabilidad, para después retransmitir lo aprendido a sus trabajadores.

La oferta de capacitación verde va desde consultorías independientes, hasta especialidades de posgrado con sede en el extranjero. Se utiliza por igual «ciencias ambientales», «sustentabilidad» o «desarrollo sostenible», para nombrar planes de estudios de management ambiental o especialidades técnicas para el manejo de residuos o el calentamiento solar de agua. El abanico de precios va de 3,000 pesos, por talleres de 20 horas, hasta las maestrías que manejan rangos entre 30,000 y 80,000 pesos.

«Hay una moda: todo es sustentable y todo es ecológico, pero cuando revisamos al interior de las empresas, resulta que no lo son», explica Pablo Monterrubio, coordinador general de Proyecto Tierra, consultoría especializada en capacitación ambiental.

Con un año de operación y también certificados como capacitadores por la Secretaria del Trabajo, Monterrubio explica que la mayoría de sus alumnos son profesionistas para quienes una especialización les permitiría acceder a mejores posiciones laborales, por lo que buscan cursos fuera del horario laboral que pagan de manera particular.

Sin embargo, Proyecto Tierra también trabaja con Colegios de Ingenieros y Arquitectos, así como empresas que solicitan un temario específico para cubrir la capacitación de su personal en necesidades particulares de ahorro de energía, gestión de residuos o tratamiento de agua. Esos cursos se imparten en las instalaciones del cliente y preferentemente dentro del horario laboral, como establece la Ley Federal del Trabajo.

Walmart es una de las empresas presas que, sin tapujos, defiende abiertamente la sustentabilidad como negocio. Con una estructura definida para desarrollar y dar seguimiento a «iniciativas verdes», la compañía también asigna recursos a una Dirección de Sustentabilidad que coordina áreas de energía, agua y residuos.

Para ser una empresa de abarrotes cuenta con una planilla de expertos formados en Alemania, Islandia, Suecia y Estados Unidos. Este equipo ha impulsado el uso de energía generada en un parque eólico, en Oaxaca, que les provee 18% de la electricidad que consumen en México.

También ha logrado que se recicle 68% de los desechos que generan, es decir, 163 mil toneladas de residuos anuales que llenarían un Estadio Azteca y ahora son reutilizados. Además, instalaron celdas fotovoltaicas en tres de sus tiendas, en Baja California, Aguascalientes y el Distrito Federal.

«Debe haber una voluntad muy clara de la alta dirección sobre que la sustentabilidad como una prioridad de negocio», explica Manuel Gómez, director de Sustentabilidad de Walmart México y Centroamérica. «Hay que invertir recursos, porque al tener un área especializada puedes tener una estrategia definida con objetivos, métricas y acciones; esto te genera resultados positivos en tu propia operación y en una cadena de valor más eficiente que se traduce en mejores costos y mejores precios para tus clientes».

Aunque normalmente el perfil típico del Director de Sustentabilidad está dirigido a ingenierías, concebir a esta área como un «reto de negocio” implica capacidad de ejecución multidisciplinaria y visión de largo plazo, explica Gómez, quien es economista especializado en planeación estratégica y desarrollo de negocios con una maestría en Administración Pública y Privada, por la Universidad de Yale.

«Hay que trabajar para que el impacto que tiene tu empresa en la comunidad en la que haces negocio sea más positivo y sea coherente con el compromiso con el país en el largo plazo. Eso suena bien, pero también se busca que haya sentido de negocios, ejecutando proyectos de largo plazo que empiecen a generar utilidades en el corto plazo», dice.

Gómez asegura que la capacitación del personal a su cargo es constante: al menos una vez al mes, ya sea de manera presencial o virtual, atienden un foro o conferencia que les permita acceder a nueva información. Para el resto del personal, precisa, incluyeron un capítulo de sustentabilidad dentro del curso de inducción que se da a todos sus asociados.

De manera adicional, realizan campañas temáticas trimestrales para inculcar una cultura de cuidado al medio ambiente. Incluso organizan competencias entre sus unidades para impulsar el ahorro de agua y energía. Más aún, entre sus proveedores desarrollan talleres sobre técnicas de empaque sustentable y logística de transportación más eficiente.

Hace seis años, José Antonio Flores desarrolló un sistema modular de cultivo para la instalación de azoteas verdes en cualquier vivienda y a costos accesibles. Al regresar a México fundó Efecto Verde y diseñó una «hidromaceta». Sorprendentemente, su principal reto para concretar su proyecto fue encontrar a un proveedor capaz de reutilizar el plástico recuperado de los residuos generados en la zona metropolitana.

Dado que la «producción verde» requiere alta especialización, Flores refiere su propio caso, pues debió estudiar una licenciatura en Bioquímica y otra en Arquitectura, antes de hacer una maestría en Planeación Urbana Sostenible en la Universidad de Ferrara, Italia.

«Había que encontrar quien se la rifara», recuerda. Le tomó tres años logar producir la primera maceta ecológica que pudiera producirse en cantidades industriales. Al final fue con Viñoplástic, una empresa enfocada a plástico para electrodomésticos, juguetes y sector automotriz, con quien concreto la fabricación de las hidromacetas que ya se han instalado en azoteas verdes del Museo del Papalote y Banamex.

«Nuestra condición era usar plástico 100% reciclado. Eso implicó que nuestro proveedor hiciera investigación, pruebas de las mezclas a utilizar e incluso pruebas de temperaturas para poder hacer la inyección de los moldes», explica Flores.

Recientemente, el Tecnológico de Monterrey impulsó el Foro Negocios Verdes para mostrar las mejores prácticas de las empresas líderes en materia de sustentabilidad. Registraron una asistencia de 500 profesionistas, 60% eran empresarios de micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes).

«Buscamos inculcar una cultura innovadora sustentable, especialmente para las pequeñas y medianas empresas (Pymes), porque los líderes de estas empresas o sus empleados podrían adoptar prácticas que les van a permitir ahorros», comenta Isabel Studer, coordinadora de la iniciativa Negocios Verdes.

La investigadora de la escuela de negocios del Tec acepta que no hay un modelo de sustentabilidad específico para Pymes, pues son empresas que pertenecen a sectores distintos con necesidades variadas. El reto actual para la academia, adelanta, es perfeccionar una oferta de cursos accesibles a estas pequeñas empresas que anteponen prioridades de presupuesto y tiempo frente a sus necesidades de capacitación.

«Son empresarios que deben reconocer que necesitan capacitarse, actualizarse, no solamente para ser más competitivos sino para garantizar su sobrevivencia», pronostica.

Como experta en Relaciones Internacionales explica que el cambio de regulaciones en materia de medio ambiente a nivel mundial, como ocurre en los países asiáticos y europeos donde las políticas de gobierno han impulsado el uso de energías renovables, son tendencias que han obligado a las grandes compañías a ser más eficiente en el manejo de recursos. Esta corriente, dice, impactará la competitividad de las empresas mexicanas.

De hecho, la presencia de grandes compañías europeas y asiáticas en nuestro país ha influido de manera positiva en la adopción de diversas prácticas sustentables.

Henkel, por ejemplo, ha reducido su consumo de energía en México en 40% en los últimos siete años y ha disminuido en 75% el uso de plástico para el envase de su detergente MAS. «La compañía tiene estándares muy altos que obligan a la constante capacitación del personal», comenta José Amparo Loeza, gerente de Higiene, Ecología y Calidad de Henkel Detergentes en México.
Talleres internos, diplomados y maestrías con instituciones educativas, así como cursos con dependencias gubernamentales son parte del calendario de capacitación de esta empresa, que solamente autoriza un nuevo producto cuando cumple con rigurosas pruebas de uso de energía y agua, manejabilidad de residuos, seguridad y salud.

TBM Consulting Group es una firma especializada en la integración del modelo Lean Sigma, metodología que nació en la industria automotriz japonesa y ahora se utiliza incluso en hospitales y gobiernos. La manufactura esbelta, mejor conocida como Lean Manufacturing, se traduce en cero desperdicios y procesos más eficientes.

«Capacitamos a la gente en identificar anormalidades para luego precisar la causa y buscar una solución aplicando la metodología», explica Michael Latuga, director general de TBM en México. «Si ven una fuga de aire comprimido es un desperdicio de energéticos, por lo que deben identificar la causa, para luego repararla».

En una compañía, la sustentabilidad pasa por todos los niveles: desde apagar la luz cuando no resulte útil y separar los residuos, hasta invertir en el uso de energías renovables. «En el termino sustentabilidad cabe todo», explica Blanca Gutiérrez, subdirectora académica del Centro Interdisciplinario de Estudios del Media Ambiente del IPN.

El término no existe para la Real Academia Española. Este aceptado «sostenibilidad» como una cualidad de los procesos que pueden mantenerse por sí mismos sin ayuda exterior y sin merma, ejemplifica el diccionario.

Gutiérrez comenta que hay un esfuerzo por encontrar consenso sobre el concepto, aunque la conclusión más aceptada es que la sustentabilidad solamente se alcanza con la interacción de todas las disciplinas.

El cambio climático, los compromisos empresariales con el medio ambiente y los beneficios de negocio de las llamadas practicas verdes han hecho del «Director de Sustentabilidad» el puesto del futuro; aunque más allá de una mera posición corporativa, la integración de estrategias que permiten ahorros de energía, optimización de materias primas y mejores precios para el consumidor final son procesos que impactan en la competitividad de cualquier empresa sin importar giro o tamaño.

Fuente: Manufactura, p, 16-23.
Por: Delia Angélica Ortíz.
Publicada: Julio de 2011.

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