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Ya llegaron la Ciudades Verdes del Futuro

Para fines de este siglo, las zonas rurales prácticamente desaparecerán o se habrán convertido
en un reducto del planeta. En 2100 aproximadamente 80 por ciento de los humanos vivirán en
ciudades.

El espacio no será un problema. Janamitra Devan, uno de los vicepresidentes del Banco
Mundial, predice que las ciudades del futuro podrán sostener a las 800 mil millones de
personas que habitarán en ellas.

“La clave es la urbanización. Habrá nuevas ciudades, y las mega ciudades de hoy serán súper
ciudades”. Beijing, Nueva Delhi y la Ciudad de México son algunas candidatas obvias a
convertirse en megalópolis, escribe Devan en un artículo para la firma de consultoría McKinley
and Company.

Lo preocupante de este pronóstico es que las ciudades del presente, en donde actualmente
vive la mitad de la población de la Tierra, ya son responsables de 80 por ciento de las
emisiones de dióxido de carbono y consumen el mismo porcentaje de la energía global.

Los números no dejan lugar a dudas en los especialistas: el cambio climático se debe combatir
desde las ciudades.

Los alcaldes de las metrópolis del mundo lo saben.

“Si los gobiernos no toman en cuenta las cambios locales, los de las ciudades, la próxima
Conferencia del Cambio Climático de la ONU fracasará como la anterior”, dijo con vehemencia
Bertrand Delanoë, alcalde de París, durante la Cumbre Climática Mundial de Alcaldes realizada
hace unos días en el DF.

Por fortuna, ciudades como París, Berlín, Copenhague o las brasileñas Curitiba y Belo Horizonte
no esperaron a los acuerdos internacionales para comenzar a adaptarse y mitigar los efectos
del cambio climático.

Algunas diseñaron y pusieron en marcha sus planes de desarrollo sustentable mucho antes
de que la palabra sustentabilidad formara parte del léxico común en el mundo y le han dado
continuidad sin importar quién gobierne la ciudad.

Estos planes no son un conjunto de proyectos aislados, sino esquemas complejos de
urbanización que buscan obtener el mayor provecho de los recursos disponibles para mejorar
la calidad de vida de la población y adaptarse, en la medida de lo posible, a un clima cada vez
más impredecible.

Las iniciativas de planeación sustentable de éstas y otras ciudades son presentadas en los
Índices de Ciudades Verdes de Europa y Latinoamérica, realizados por la Unidad de Inteligencia
de la revista The Economist y patrocinados por la empresa alemana Siemens.

El estudio evalúa el desempeño de las ciudades en materia de políticas ambientales,
transporte, uso de agua, uso de suelo, manejo de residuos y consumo energético.

Aunque no todas las ciudades incluidas en los índices obtuvieron las mejores notas, los
analistas reconocen acciones originales que han echado a andar algunos gobiernos locales:
desde semáforos inteligentes hasta el intercambio de basura por crédito en supermercados.

Para el alcalde de Curitiba, Brasil, la ciudad más verde de Latinoamérica, según el estudio de
The Economist, los proyectos más exitosos tienen un elemento en común. “Lo más importante
es movilizar a la sociedad. Involucrar a la gente, principalmente a los niños, es fundamental
para el éxito de estas políticas”, comenta Luciano Ducci en entrevista con emeequis.

Lo que las ciudades han hecho no son promesas ni planes a futuro, sino iniciativas locales en
funcionamiento que demuestran que el combate al cambio climático no es una causa perdida.
Éstos son algunos ejemplos.

Estocolmo, Suecia

Hammarby Sjöstad es un vecindario de Estocolmo. Es el proyecto ambiental más grande
del mundo y representa un importante caso de estudio en el campo del desarrollo urbano
sustentable, tanto que cada año lo visitan más de 10 mil especialistas y autoridades de otras
regiones. El proyecto se remonta a 1990 y se prevé esté completamente terminado en 2016,
sus edificios serán el hogar de unas 25 mil personas.

Los avances ya son una realidad: mediante un proceso tecnológico innovador se obtiene calor
de las aguas negras. Este calor es conducido por tuberías conectadas a los hogares, con lo que
se cubre 34 por ciento de las necesidades de calefacción en Hammarby Sjöstad.

Los restos orgánicos de las aguas negras también son aprovechados: son “digeridos” por
microorganismos en tanques libres de oxígeno y éstos producen biogás, utilizado a su vez en
900 estufas del lugar. Lo que sobra, un fango lleno de nutrientes, se utiliza como fertilizante
para la agricultura y la reforestación.

Además, el agua que utiliza la mitad de los residentes de Hammarby Sjöstad se calienta gracias
a paneles solares instalados en los edificios del vecindario. La electricidad también proviene de
celdas solares y de generadores que funcionan con biocombustible.

En vertederos colocados en los patios, los residentes pueden dejar su basura. Los desperdicios
orgánicos serán convertidos en composta, biogás y fertilizantes. Papel, metales, vidrio y
plásticos son reciclados.

En Hammarby Sjöstad 80 por ciento de los traslados son realizados en transporte
público, bicicleta o a pie, y los pocos autos del lugar funcionan, casi en su mayoría, con
biocombustibles.

Curitiba, Brasil

Los alcaldes de esta ciudad, al sur de Brasil, se han tomado muy en serio la planeación urbana,
dando continuidad a un proyecto durante más de cuatro décadas.

Su plan maestro de urbanización hace a Curitiba la ciudad latinoamericana más verde en el
índice de The Economist.

Uno de los proyectos sustentables más exitosos de Curitiba, es su transporte público, de hecho
es la cuna del Metrobús, establecido a mitad de los años 60.

Curitiba ha obtenido el título de ciudad verde en gran parte por su situación geográfica. Seis
ríos la cruzan, lo que permite que 98 por ciento de su energía sea hidroeléctrica. Esta ventaja
se traduce en bajas emisiones de dióxido de carbono: 70 kilos por habitante al año, cuando el
promedio en Latinoamérica es de 220 kilos por habitante.

La recolección de basura en esta zona es difícil, pero el gobierno de la ciudad encontró una
solución. El programa “Compra Basura” invita a la gente a llevar sus residuos a un depósito. A
cambio, recibe despensas. Este programa ha logrado recolectar 6 mil 800 toneladas de basura
al año en promedio.

Copenhague, Dinamarca

El efectivo transporte público de Copenhague es lo que distingue a la capital danesa de otras
ciudades de Europa.

Sus proyectos para mitigar los efectos del cambio climático han logrado que 30 por ciento de
la energía de la ciudad provenga de fuentes renovables. Gracias a eso ahora el gobierno local
se propuso el objetivo de reducir 20 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero
para 2012 y 100 por ciento para 2050. Eso la convertiría en la primera “ciudad neutral” en
generación de dióxido de carbono en el continente.

El objetivo inmediato de Copenhague: convertirse en la capital mundial del ciclismo urbano, a
esto ha contribuido el periodista y blogger danés Mikael Colville-Andersen, quien logró que la
cultura del ciclismo fuera aún más apreciada en Copenhague y en el mundo, ya que en 2007
comenzó su blog Cycle Chic, en el que presenta fotografías de mujeres y hombres en bicicleta
vistiendo a la moda. El blog se convirtió en un fenómeno mundial y transformó la actividad
mundana de andar en bicicleta en una expresión de moda y estilo.

Oslo, Noruega

En Oslo ir al baño es una de las mejores maneras de combatir el cambio climático. Hasta hace
un par de años, dos plantas de tratamiento de drenaje en la ciudad liberaban anualmente 17
mil toneladas de dióxido de carbono. Desde 2009 las dos plantas comenzaron a recolectar el
gas derivado de la descomposición de los desechos orgánicos de las casas y la industria. Ese
metano es convertido en biogás y actualmente sirve para alimentar 80 autobuses del sistema
de transporte público de la capital noruega.

Además, su metro funciona con electricidad generada en hidroeléctricas. Con estas medidas,
Oslo se ha convertido en la ciudad europea que menor cantidad de carbono genera, según el
índice de The Economist.

También las autoridades de Oslo han otorgado contratos para construir una planta de biogás
que transformará los desechos orgánicos –principalmente comida– en gas y fertilizantes. Se
procesarán 50 mil toneladas de desperdicios de alimentos al año, que producirán a su vez 6
millones de metros cúbicos de biogás, equivalentes a 4 millones de litros de diesel. Con ese

biogás se garantizará la operación de un total de 230 autobuses públicos.

Londres, Inglaterra

A 20 kilómetros de las costas de los condados de Kent y Essex, muy cerca de Londres, se
observa una imagen impresionante: 175 turbinas de viento en el estuario del río Támesis
ocupan 233 kilómetros cuadrados. La zona es ideal: vientos a gran velocidad, aguas poco
profundas, vecindad con puertos que permiten su construcción, operación y mantenimiento,
y cercanía con la zona de mayor demanda de electricidad en el Reino Unido. Cuando esté
completamente concluida, la “granja de electricidad” generará, a través de 341 turbinas, mil
megawatts de energía, suficiente para alimentar 750 mil viviendas –un cuarto de las existentes
en Londres y su área conurbana–, con lo que se evitará la generación de 1.9 millones de
toneladas de dióxido de carbono al año.

En Londres para 2016 todas las casas nuevas que se construyan deberán cumplir
requerimientos que las hagan un hogar sustentable: los pisos, techos y paredes tendrán que
ofrecer suficiente aislamiento para conservar el calor y evitar las filtraciones de aire; deberán
tener un calentador de alta eficiencia o estar conectadas al sistema distrital de calefacción,
y utilizar tecnologías para generar energía que produzcan cero emisiones, como paneles
solares, calentadores de biocombustible, o turbinas de viento. Los hogares tendrán que estar
diseñados de manera que sus habitantes no gasten más de 80 litros al día de agua cada uno,
mediante la instalación de inodoros de descarga dual de seis y cuatro litros, regaderas de siete
litros por minuto, lavaplatos de 18 litros y lavadora de 60 litros máximo.

Belo Horizonte, Brasil

Los goles que Kaká, Robinho o Nilmar anoten durante la Copa del Mundo de Brasil en 2014
mientras jueguen en el estadio Belo Horizonte serán sustentables. La razón es sencilla: todas
las instalaciones del inmueble, desde las luces de los vestidores hasta las pantallas gigantes,
obtendrán su energía de celdas solares. Y cuando no haya partidos en el estadio, la energía
generada se venderá a la compañía local de electricidad.

Belo Horizonte destaca como una de las urbes con mayor número de proyectos ambientales.
Por ejemplo, para reducir la contaminación atmosférica, tiene un programa para supervisar,
al azar, los niveles de contaminación de los vehículos de carga, que pueden ser detenidos en
cualquier momento. Si fallan las pruebas, el vehículo puede ser sacado de circulación.

La ciudad ha sido pionera a la hora de organizar a los pepenadores de basura para cumplir
con metas específicas de reciclaje. Los recolectores tienen acceso a los desechos antes de
que éstos sean llevados a los rellenos sanitarios. Los desperdicios son procesados en una de
los tres centros de reciclaje de la ciudad y los cooperativistas dividen las ganancias entre sus
miembros. Así, cada mes se recolectan 450 toneladas de materiales reciclables y se emplea a
mil 500 personas, muchas de las cuales estaban previamente en situación de calle.

Belo Horizonte tiene previsto reducir la contaminación en las fuentes acuíferas de la
ciudad. El proyecto busca mejorar la infraestructura hidráulica y evitar que se viertan aguas
contaminadas a sus cuencas y ríos.

Ámsterdam, Holanda

En Ámsterdam la planta de Afval Energie Bedrijf (AEB), compañía de residuos y energía,
recibe, al día, 4 millones 400 mil kilos de basura de la ciudad. Estos desechos son mezclados y
depositados en hornos cubiertos con tubos de agua. El calor de los hornos hace hervir el agua
y el vapor resultante hace funcionar las turbinas que generan 300 mil gigajoules de energía
para calefacción pública al año. La planta AEB provee energía al 77 por ciento del total de la
población de esta ciudad y según el Índice de Ciudades Verdes de Europa, este sistema de
calefacción pública es uno de los más efectivos del continente.

Ámsterdam busca mejorar su manejo de energía con el proyecto Smart City, que desarrolla
proyectos pilotos de energía renovable. Uno de los primeros pasos del plan es estudiar los
hábitos de consumo energético de los habitantes, esto mediante un software que mide
el consumo de todos los aparatos conectados a la corriente eléctrica. El software no sólo
permite monitorear el consumo sino también apagar vía remota aparatos que no están siendo
utilizados. El proyecto también busca comprobar si la gente cambia sus hábitos cuando sabe
con certeza cuánta energía consume.

Smart City también patrocina el proyecto de la compañía Ozne Energy: la creación de un
parque eólico comunitario. Desde 2009, la empresa invita a los residentes de Ámsterdam a
invertir un mínimo de 50 euros para instalar turbinas de viento en las zonas más favorables
de la ciudad. Una vez construido el parque eólico, Onze Energy les garantiza no sólo el ahorro
de sus cuentas de luz, sino la devolución de su inversión con intereses y así remplazar el
combustóleo o el gas.

París, Francia

Fue en París, bajo la actual administración del alcalde Bertrand Delanoë, que se lanzó el
programa de préstamo de bicicletas Vélib. En 2007 se instalaron 750 estaciones automatizadas
de renta con 10 mil bicicletas. Esos números se han duplicado a la fecha, con lo que es el
sistema más grande del mundo en su tipo.

Tallin, Estonia

Tallin, una ciudad de apenas 400 mil habitantes, es la capital de Estonia. En términos de
sustentabilidad, sus indicadores no son muy alentadores. Pero sus autoridades han tenido una
idea muy original: con base en su tradición de innovación tecnológica, están desarrollando un
sistema que les permitirá darle prioridad al transporte público en las calles.

Los autobuses de transporte público tendrán equipo inalámbrico que les permitirá
comunicarse con los semáforos, para que éstos mantengan la luz en verde y el autobús
tenga prioridad sobre los otros vehículos en las intersecciones. Además, su transporte tendrá
censores que contarán el número de pasajeros a bordo para empatar los horarios de arribo de
los autobuses y la afluencia de usuarios.

Zurich, Suiza

En 2008, los ciudadanos de Zurich aprobaron mediante un referéndum una ley mediante la

cual la ciudad adoptó el programa “La sociedad de los 2 mil watts”, cuyo objetivo es disminuir
a esa cantidad por persona el consumo anual de electricidad. Actualmente, los habitantes de
Zurich consumen 6 mil watts. Este programa es punta de lanza en Europa hacia la consecución
de un menor consumo de energía per cápita.

Berlín, Alemania

La tecnología alemana le ha permitido, a Berlin, poner en funcionamiento energías renovables
a gran escala. Desde 2000, el Senado de la ciudad lanzó una campaña para financiar
instalaciones de paneles solares en edificios, ésta alberga en este momento los edificios más
sustentables de todas las ciudades calificadas en el índice. El Convenio para el Ahorro de
Energía firmado por el gobierno de Berlín y la Agencia de Energía ha contribuido: desde 1996
la agencia funciona como intermediaria entre los propietarios de edificios y las empresas
proveedoras de energía.

Berlín no obtuvo tan buenas calificaciones en materia de transporte, ya que los habitantes
de un país líder en manufactura automotriz no dejan el auto tan fácilmente. Así que el auto
eléctrico se ha convertido en la solución ideal para reducir las emisiones de carbono sin
sacrificar la tradición nacional. Este año, Berlín comenzó sus pruebas con 50 autos eléctricos
que pueden recargarse en dispensadores de energía instalados en las vías principales. El
gobierno local predice que un millón de autos eléctricos transitarán por las calles de Berlín en
2020.

Estambul, Turquía

Estambul obtuvo uno de los lugares más bajos en el índice de ciudades verdes, pero ninguna
de las iniciativas de Copenhague o Estocolmo se compara con su plan de generación de
energía a partir de metano, considerado por los analistas de The Economist como uno de los
proyectos de conversión de residuos en energía más ambiciosos del mundo.

Dos rellenos sanitarios de Estambul fueron adaptados para que las plantas puedan absorber
el metano producido por los residuos y transformarlo en energía. La ciudad planea instalar
generadores en dos rellenos sanitarios más. Con ellos se podría abastecer a 100 mil hogares.

Fuente: Emeequis, p. 46 -54.
Reportero: Diego Mendiburu y Mónica Cruz.
Publicada: 29 de noviembre.

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