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Visiones de Esperanza: Sarah y James Brady

HAN PASADO APROXIMADAMENTE VEINTE AÑOS DESDE que John Hinckley Jr. disparara los tiros que hirieron gravemente a mi esposo, Jim y que cambiaron drásticamente y para siempre la vida de mi familia.

Desafortunadamente, nuestra experiencia está muy lejos de ser la única. Desde entonces, la misma tragedia ha golpeado a cientos de familias estadounidenses. Hay que considerar que, en sólo un año, se utilizan armas de fuego suficientes para matar más de 30 mil estadounidenses y para herir a otros 200 mil. El teor por la iolencia a mano armada, por sí sólo, afecta la calidad de vida de cada ciudadano, incluso de aquellos que nunca la han experiemntado directamente. Lo que hemos olvidado es que viir con temor no tiene por qué ser una parte inevitable de la vida en Estados Unidos.

Sin embargo, no fue el disparo casi fatal hacia Jim lo que hizo que me involucrara en el asuto de la violencia a mano armada. Fue mi papl como madre loq u me estimuló para entrar en acción. En 1985, mi hijo Scott, que entonces tenía cinco año, tomó una pistola cargada olvidada en el automóvil de un amigo de la familia y, pensando que era un juguete, me apuntó. La pistola era una .22mm, el mismo tipo de arma con la que John Hinckley le disparó a Jim. Afortunadamente en esta ocasión nadie resulto herido. Sin embargo, pensé para mí ¿en qué calese de mundo etamos viviendo cuando un niño de cinco años y personas que son mentalmente inestables pueden tener armas en sus manos con facilidad?

Me propuse que haría lo posible por evitar que otras familias pasaran por la mismatragedia por la que pasé. Así que tomé el teléfono y llamé a la oficina de Control de Armas de Fuego y, desde entonces, he estado ahí. La buena noticia es que hemos empezado a revertir el oleaje de violencia a mano armada en todo el país. Las leyes para el control de armas de fuego como la ley Brady – en honor de mi esposo-, así como la prohibición fderal para armas de asalto, han pobado su eficacia manteniendo las arms fuera del alcance de las personas erróneas y ayudando a salvar vidas. Sin embargo, aún se necesita hacer más.

Somos una nación inundada de armas. Se estima que hay más de 200 millones de armas en Estados Unidos. Es casi una pistola por cada homre, mujer y niño. La gran disponibilidad de armas, sobre todo de pistolas y armas de asalto, para los criminales y niños, estimula la violencia de la manera regular en este país. Hoy en día, en Estados Unidos, más de once niños mueren cada día debido a las armas de fuego. En total, diariamente perdemos cerca de cien personas po violencia con armas. Las armas siguen siendo la segunda causa de herida que conlleva a la muerte en Estados Unidos, después de los accidentes en vehículo de motor.

Si las armas no nos hacen senti seguros, según se discute en la antesala del poder de las armas, entonces deberíamos ser el país más seguro del mundo. Sin embargo, y trsitemente, Estados Unidos es el paí industrializado más violento sobre la tierra, considerando que en 1996, 213 personas murieron debido a armas de fuego en Alemania, 106 en Canadá, 30 en Gran Bretaña y 9,390 en Estados Unidos. En la nación que se autoproclama la última super potencia, esto es una farsa en relación a nuestra fuerza y nuestras ideas. Y una nación que glorifica las armas no debería sorprenderse cuando, con las mismas armas, los niños llevan a cabo sus más oscuras fantasías, como ha pasado en Jonesboro (Oregon) y Littleton (Colorado).

Soy optimista respecto de un cambio, de que va haber un momento en la vida de Jim y n la mía en el que no vamos a temer más que las armas invadan nuestras escuelas, lugares de trabajo, de culto, centros comerciales y hogares. Nuestra lucha no ha terminado.

No sentí que tuviera opción en cuanto a unirme al movimiento de control de armas. Semtí que mi experiencia personal era la que me impulaba. El honor de trabajar a favor de la causa en la cual Jim y yo creemos realmente, es la mejor recompensa.

Obtenido del Libro: Arquitectos de la Paz
Publicado por: Michael Collopy, durante este año

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