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Una humanidad sostenible

Desarrollo sostenible significa lograr un crecimiento económico que sea ampliamente compartido y que proteja los recursos vitales del planeta. Nuestra economía global actual no es sostenible: el progreso económico ha dejado atrás a más de mil millones de personas y la actividad humana está causando un daño terrible al medio ambiente. Para alcanzar el desarrollo sostenible es necesaria la movilización de nuevas tecnologías que estén guiadas por valores sociales en común.

Hemos entrado en un periodo peligroso en el que una enorme y creciente población, combinada con un rápido crecimiento económico, amenaza causar efectos catastróficos sobre el clima, la biodiversidad y el suministro de agua dulce del planeta. Los científicos llaman a esta nueva etapa el Antropoceno.

El Panel de Sostenibilidad Global (PSG) del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha emitido un nuevo informe que describe un marco para el desarrollo sostenible. Éste tiene tres pilares: erradicar la pobreza extrema, asegurar que la prosperidad sea compartida por todos, y proteger el medio ambiente natural. Podemos llamarlos los pilares económico, social y medioambiental del desarrollo sostenible o, más simple, las «tres condiciones básicas» del desarrollo sostenible.

El PSG ha llamado a los líderes mundiales a adoptar una nueva serie de Objetivos de Desarrollo Sostenible, u ODS, que ayuden a dar forma a las políticas y acciones globales después de la fecha límite de 2015 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Mientras los ODM se centran en la reducción de la pobreza extrema, los ODS se centrarán en esos tres pilares del desarrollo sostenible.

El problema se vuelve evidente si vemos un reto fundamental: el cambio climático. En el planeta vivimos 7 mil millones de personas y cada una es responsable, en promedio, de la liberación cada año de un poco más de cuatro toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera. Este CO2 se emite cuando quemamos carbón, petróleo y gas para producir electricidad, manejar autos o calentar nuestros hogares. En total, los humanos emitimos cerca de 30 mil millones de toneladas de CO2 al año a la atmósfera, lo suficiente como para cambiar drásticamente el clima en unas pocas décadas.

Para 2050, es muy probable que en el planeta vivan más de 9 mil millones de personas. Si son más ricas que las de hoy en día (y por lo tanto usan más energía por persona), las emisiones mundiales totales podrían duplicarse o incluso triplicarse. Este es el gran dilema: necesitamos que emitan menos CO2, pero el mundo se encamina a que emitan mucho más.

Tenemos que usar la energía de manera mucho más sabia, cambiando de combustibles fósiles a fuentes de energía bajas en carbono. Estas mejoras son posibles y económicamente realistas.

Podríamos lograr reducciones de emisiones de CO2 mediante la conversión a vehículos pequeños y ligeros a batería propulsados por motores eléctricos de alta eficiencia y cargados por una fuente de energía baja en carbono, como la solar. Aún mejor, al pasar a utilizar vehículos eléctricos, seríamos capaces de usar las últimas tecnologías de la información para hacerlos inteligentes… incluso lo suficiente para conducirse solos utilizando sistemas avanzados de posicionamiento y procesamiento de datos.

Los beneficios de las tecnologías de información y comunicaciones se pueden encontrar en todos los ámbitos: mejor producción agrícola gracias al GPS y la microdosificación de fertilizantes, fabricación de precisión, edificios que economizan energía y, por supuesto, internet. La banda ancha móvil ya conecta hasta los pueblos más distantes de las zonas rurales de África y la India, reduciendo la necesidad de desplazarse.

Hoy las operaciones bancarias se hacen por teléfono, así como una gama creciente de diagnósticos médicos. Los libros electrónicos se transmiten directamente a los dispositivos de mano, la educación se realiza cada vez más en línea, y muy pronto permitirá en cualquier punto del planeta recibir enseñanza de primer nivel, a un coste casi nulo por la inscripción de alumnos adicionales.

Sin embargo, el paso a un desarrollo sostenible no será sólo asunto de tecnología. También tendrá que ver con incentivos del mercado, regulaciones gubernamentales y el apoyo público para la investigación y el desarrollo. Debemos entender nuestro destino común y adoptar el desarrollo sostenible como un compromiso compartido por la decencia hacia todos los seres humanos de hoy y del futuro.

Jeffrey D. Sachs es profesor de Economía y Director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia. También es asesor especial del secretario general de las Naciones Unidas para los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Copyright: Project Syndicate, 2012.

www.project-syndicate.org

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

Fuente: Reforma.com
Por: Jeffrey Sachs.
Publicada: 22 de febrero de 2012.

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