La responsabilidad social plantea un nuevo reto a la gestión de personas que los directores de RRHH tienen que asumir como una obligación y una necesidad competitiva.
Como decía un relato ancestral, «Todo es para bien». En el entorno actual de crisis noticias como la tasa de empleo o de recuperación de nuestra economía no ayudan.
Sin embargo dentro de este panorama podemos destacar que, además del tan traído y llevado replanteamiento del modelo productivo actual, la crisis que sufrimos puede dejarnos algo bueno.
Y ese algo bueno afecta especialmente a los profesionales de recursos humanos: cuando la «carestía» amenaza se agudiza el ingenio y se potencian las mejores cualidades del ser humano para poder hacer frente a los retos.
Y sin duda hacia dónde se vuelven muchas de las miradas de los comités de dirección es hacia los responsables de recursos humanos en busca de ayudas concretas para conseguir mantener las cuentas de resultados optimizando los costes o aumentando la productividad. Nace el HR Momentum, donde el alineamiento de las políticas de gestión de personas con el negocio encuentran su punto culmen.
Aquellos que hayan vivido estas situaciones con anterioridad podrían replicar que esto ya ocurrió en su momento y pasó sin tener una repercusión a largo plazo. En este momento además de conseguir este alineamiento con el negocio se ha añadido un elemento más: la responsabilidad social, que ha de empezar por los propios empleados de nuestras empresas.
Es importante plantearse todas las políticas de recursos humanos desde cuatro puntos de vista: el del accionista, el del cliente, el del empleado y el de la sociedad. Y es en este último punto, donde recursos humanos debe tener un papel predominante liderando ese cambio de percepción.
¿Cómo podemos atacar un tema, que a priori puede parecer tan ambicioso? Son muchas y variadas las formas en que se pueden concretar dichas políticas. Por ejemplo, optar por fórmulas de flexibilización de plantilla que ayuden a preservar el empleo a largo plazo (suspensiones temporales, excedencias,); potenciar la integración de colectivos en riesgo de exclusión gestionando políticas que impulsen la conciliación vida personal-profesional; o potenciar el teletrabajo para poder integrar en el mercado laboral a zonas geográficas más desfavorecidas.
Cada empresa deberá autoanalizarse para ver dónde puede hacer su mayor aportación, pero sin duda, esta será una variable importante que definirá el valor de las empresas en un futuro: no sólo su propio valor económico sino también su valor «social». ¿Suena o no Retador? ¿Se han preguntado alguna vez si sus políticas de recursos humanos son responsables socialmente?