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Sismos ponen a prueba a fundaciones y sociedad civil

Un examen respecto a la movilización de recursos que los sismos han generado en México permite vislumbrar que la generosidad organizada continúa creciendo en México pese a inercias culturales donde la desconfianza hacia las organizaciones sigue predominando en nuestra sociedad.

Diversos analistas, articulistas y columnistas coinciden en señalar que a diferencia de 1985, el país tiene hoy una sociedad civil más estructurada, diversa y participativa que, sin embargo, no es acogida por igual por todos los políticos. Algunos celebran su avance y lo ven con beneplácito, otros en cambio continúan minimizando sus aportes y desean que se constituya un poder alterno al ejercido por el poder político y al económico.

Para muchos la sociedad civil es vista como un grupo de ciudadanos que protestan por todo y lo exigen todo; que no están autorizados para proponer leyes o impulsar políticas públicas. De inmediato descalifican el trabajo de sus organizaciones.

Pero también hay grandes irresponsables que moviéndose dentro de la sociedad civil actúan para denigrar, demeritar o desprestigiar al gobierno federal, a un partido político o a cualquier figura de vida pública, máxime cuando hemos entrado al periodo electoral de 2018. Sus abusos en redes sociales han diseminando noticias falsas o rumores que han quedado descubiertos, pero incrementan la incredulidad por un lado, pero también por otro, logran influir negativamente a otros sectores sociales.

En estos días se pueden distinguir dos grandes campos de acción y reacción de la sociedad civil en redes sociales. Por un lado, los esfuerzos para atacar al gobierno, sea federal o local. Aunque también han aflorado responsabilidades de la autoridad que no fueron cumplidas, ya sea por acción (muchas veces asociadas con la corrupción) o por omisión, donde no se da seguimiento al mandato de autoridades. Por otra parte, la gran relevancia de las redes sociales para movilizar recursos de ayuda y atención de desastres.

En el terreno de la sociedad civil que actúa dentro de la filantropía se escuchan rumores que desalientan las donaciones: “No está llegando la ayuda a quien lo necesita”. Fotografías trucadas de despensas con el logo de este o tal partido. Una misma imagen de donaciones en una camioneta circuló con al menos “calcomanías” de dos partidos. La gente al verlas eligió creer en lo que quería. ¿Qué decir de falsos mensajes donde cobardemente la persona emisor ni se presenta y al esconderse en el anonimato puede actuar impune: “…me queda 4% de pila… el gobierno va a meter buldozers porque no quiere que huela a muerto…” (¿Cuál, el de Mancera o el de Peña Nieto?), días después se supo que un simpatizante de Morena se hacía pasar por “ingeniero” diciendo que había estado en labores de rescate y en el video ni la ropa se ensució.

Muchos políticos critican prácticas de administración pública que critican porque ellos no las pueden dirigir y en su discurso revelan a toda la estructura que critica grandes sectores de la sociedad civil: “No daremos el dinero de reconstrucción a un fideicomiso operado por gobierno…”

Igual que en 1985, en 2017 la coyuntura social que dejan los sismos permite observar que la sociedad civil organizada amplía sus posibilidades de actuación. Va ganando terreno y en las últimas dos semanas su influencia se hace sentir en tres grandes temas de relevancia de su operación, funcionamiento y administración. Estos son: Margen de deducibilidad de los donativos, el papel que pueden jugar las fundaciones para levantar fondos y cómo apoyar la fase de la reconstrucción y la aportación de la acción voluntaria de miles de personas.

Sobre la deducibilidad

Al menos dos actores expresaron la posibilidad de aumentar el porcentaje permitido por la autoridad para deducir, estimando que así se pueden estimular los donativos para la reconstrucción. Por un lado, el Instituto Mexicano de Contadores Públicos (IMCP) propuso eliminar los límites deducibles de donativos para lo que queda del año y hacer extensivo ese beneficio hasta 2018.

En su oportunidad, el secretario de Economía y Trabajo de Nuevo León, Fernando Turner Dávila, expresó luego de crearse un fideicomiso con empresarios para ayuda social, que es necesario ampliar el porcentaje de donativos que puede deducirse del Impuesto Sobre la Renta. Turner Dávila, siendo funcionario de la administración estatal lo estimó bajo, por lo que propone hacer malabares para que a base de triangulaciones los empresarios puedan donar una cantidad mayor aún si supera el 7% de sus ingresos del año anterior.

Dijo el secretario Turner: se “… buscará la forma de que las aportaciones de las empresas al fondo recién creado no caigan en esta situación (es decir sólo deducir el 7%), realizándolo por medio de un recibo al Estado. ‘Es algo que debe ampliarse, y en todo caso permitirse más montos adicionales, en este caso nosotros lo que haríamos sería dar un recibo del Gobierno del Estado, ese recibo sería deducible, no sería propiamente un donativo, buscaríamos la forma de que no entre en ese 7 por ciento”’ (según lo cita Milenio Diario en su edición de Monterrey del 27 de septiembre pasado).

¡Bien por el secretario Turner! pues “inventará” un mecanismo nuevo “donde una contribución al estado es deducible pero no es un donativo”, ni Cantiflas lo hubiera dicho mejor.

A juicio de la SHCP el porcentaje de deducibilidad no es impedimento para que fluyan los donativos, así lo señaló en 2016: “Si bien se ha dado un aumento importante en el número de donatarias autorizadas, la cultura filantrópica de la población no ha tenido un crecimiento similar. Así, a pesar de los incentivos que el marco tributario ofrece a las personas y empresas, al permitir las deducciones de los montos donados hasta por el 7 por ciento de los ingresos del contribuyente, el porcentaje de personas y empresas que realizan donaciones es limitado: En 2015 solo el 3.7 por ciento de las personas físicas y el 3.4 por ciento de las personas morales realizaron donativos”.

La pregunta entonces es ¿Cómo suma el gobierno a incentivar las donaciones?

Sobre las donaciones a fundaciones en la reconstrucción

En las comunidades afectadas por los sismos se ha recibido con gran beneplácito que distintas fundaciones estén convocando al público en general para recibir sus donativos. Hoy a diferencia de hace 32 años, decenas de fundaciones y centenares de organizaciones de la sociedad civil están preparadas para actuar y lo han hecho poniendo en marcha protocolos de protección civil que antes ni siquiera se vislumbraban en el horizonte de su trabajo, de sus programas y de sus servicios.

Al menos del universo de esas fundaciones se pueden distinguir aquellas que ponen un peso por cada peso recibido, es decir, duplican, triplican o incluso quintuplican el donativo. Otras que no están en capacidad de dar dicho incremento, o bien, deciden colaborar de manera directa en alguna comunidad o buscan recibir los recursos para canalizarlos a proyectos concretos de reconstrucción o restablecimiento de la actividad económica local.

Dentro de las primeras se pueden citar a la Fundación Banorte (1×1), a la Fundación Alfredo Harp Helú y su asociación con la Congregación Mariana Trinitaria y Citibanamex (3×1) para apoyar al estado de Oaxaca y la Fundación Carlos Slim (5X1). Otras, como la Fundación del Empresariado Chihuahuense (FECHAC) ha anunciado que construirá directamente 100 casas en Oaxaca.

El mes de septiembre, periodo que marcó el arranque de nuestra independencia y su consumación, nuevamente pone retos al país y a sus distintos sectores sociales. Si bien el sector filantrópico ha crecido, se requieren más fundaciones donantes, en cualquiera de sus posibilidades (empresariales, independientes, familiares y comunitarias).

Ahora ellas probarán sus competencias institucionales para apoyar la fase de reconstrucción y restablecimiento de la economía. Requieren consolidar prácticas de transparencia y rendición de cuentas para incrementar la confianza de los donantes a través de una comunicación asertiva y sostenida con la comunidad. Asimismo, es menester establecer las alianzas que permitan canalizar los recursos colectados de privados a proyectos adecuados en vivienda, empleo e infraestructura educativa.

Sobre el impulso al voluntariado

Si ha resultada conmovedor e impactante la participación espontánea de miles de ciudadanos para apoyar a las comunidades siniestradas, imagine el lector todo el potencial que representa organizar la participación voluntaria.

Como lo ha señalado la Alianza Mexicana de Voluntariado se requiere de una Plataforma Nacional de Voluntariado que ofrezca información sobre cómo actuar y se requieren Centros Regionales o Estatales de Voluntariado para formar voluntarios en protección civil. La coyuntura de estos temblores ha demostrado que la Secretaría Técnica de la Plataforma debe recaer en una organización de la sociedad civil. Que la dirija una dependencia gubernamental impide su pleno funcionamiento porque los funcionarios públicos reciben instrucciones de sus mandos superiores para atender en primer lugar la logística y protocolos de la administración pública dejando en segundo plano la convocatoria de activación de dicha red. A esta administración le queda poco tiempo, por lo que dicha propuesta se tendrá que postergar y trabajarla con la nueva o bien, que las organizaciones de la sociedad civil especializadas en voluntariado reaccionen y retomen el liderazgo y planteen una estructura funcional porque ahora no hay avance.

Desde el Consejo Directivo

Urge convocar a todos los grupos de voluntarios “topos”, dijo el Presidente del Directorio y ayudar a institucionalizarlos. Se tiene que hacer un esfuerzo mayúsculo para que se constituyan legalmente, que sean donatarias autorizadas y cuenten con el equipamiento necesario y tecnologías de punta para el rescate y socorro. Su personal debe recibir un salario digno y condiciones de seguridad social adecuados.

La Secretaria del Consejo Directivo recordó que Jacobo Zabludovsky protagonizó el 19 de septiembre una de las jornadas más trascendentes de la crónica periodística nacional. Hoy, 32 años después y pese a que algunos medios busquen eximirse, fueron responsables del rumor de la ficticia Frida Sofía en el Colegio Enrique Rébsamen. Una periodista quería emular al maestro pero al no verificar y confirmar la información frustró quizá la obtención de premio nacional de periodismo.

El tesorero fue enfático: “¿Qué cinismo?” que cada quien juzgue pero la Fundación Mary Street Jenkins, o lo que queda de ella, publicó en el periódico Reforma del sábado 23 de septiembre un anuncio donde señaló que está gestionando recursos ante la Fundación para el Desarrollo Latinoamericano, misma a la que la familia Jenkins trasfirió todos los recursos que tenía vía Aguascalientes y luego a Panamá (donde constituyeron una sociedad anónima), por 50 millones de pesos para proyectos educativos y reconstrucción de escuelas en Puebla. De haber mantenido el patrimonio en dicha fundación fundada por Oscar Jenkins, no tendría que solicitar nada, sino simplemente canalizar los recursos.

El director de la organización expresó que uno de los grupos empresariales que más satisfechos están por crear una fundación es Multimedios, corporativo que publica Milenio Diario y toda la plataforma de información y comunicación que han desarrollado tanto en Monterrey como en Ciudad de México. Recordó que hace poco más de una década un consultor del sector filantrópico les propuso crear dicha fundación y abrir un espacio periodístico para ese fin. En su momento rechazaron la propuesta.

Hoy luego de 3 años la fundación es una realidad como también el espacio editorial que se publica todos los jueves.

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