En un nuevo capítulo alarmante sobre los riesgos de las plataformas digitales, Roblox ha vuelto a estar en el ojo del huracán. Un informe del Centro sobre Extremismo de la Liga Antidifamación (ADL) ha revelado que ciertos usuarios están utilizando la plataforma para recrear tiroteos escolares reales, como los de Columbine, Uvalde y Parkland. Estos entornos simulados, creados por un grupo identificado como Active Shooter Studios (ASS), permiten a los jugadores representar incluso a los propios tiradores.
El caso ha desatado una intensa discusión sobre el papel de la responsabilidad social empresarial (RSE) en el entorno digital. Especialistas y organizaciones exigen que Roblox y plataformas similares asuman un compromiso real para evitar la proliferación de contenidos que glorifican la violencia extrema. Este fenómeno, más allá de ser una falla de moderación, plantea profundas preguntas sobre la ética, el impacto en la niñez y el rol corporativo frente al extremismo.
Roblox simula tiroteos escolares: una nueva forma de apología de la violencia
La recreación de masacres dentro de Roblox, bajo el nombre de experiencias como “Carbine”, representa una alarmante trivialización del trauma colectivo. Este contenido, creado por usuarios, no solo replica escenarios reales con un detalle perturbador, sino que pone al jugador en la piel de los agresores. No se trata de ficción o distopía: es una representación activa de crímenes con consecuencias trágicas.
La comunidad detrás de estos juegos no es marginal. ASS cuenta con cientos de usuarios y ha encontrado formas para evadir los controles internos de la plataforma, usando servidores privados y muros de pago. Pese a los esfuerzos de moderación de Roblox, los simuladores vuelven a aparecer una y otra vez, exponiendo la fragilidad de los sistemas de detección.
El uso de herramientas como NPCs que simulan niños escondiéndose o fingiendo estar muertos incrementa el potencial traumático de estas experiencias. Estas simulaciones no solo son ofensivas, sino que pueden ser detonantes psicológicos para usuarios jóvenes, especialmente aquellos que han vivido violencia en sus comunidades escolares.
El dilema ético de las plataformas: ¿quién asume la responsabilidad?
Cuando Roblox simula tiroteos escolares y permite su circulación entre millones de usuarios, surge una cuestión fundamental: ¿dónde empieza y termina la responsabilidad corporativa? Las empresas digitales no pueden escudarse en que “el contenido es generado por los usuarios”. La RSE exige mecanismos robustos, proactivos y éticos que anticipen estos riesgos.
La permisividad con este tipo de contenidos puede interpretarse como una falla estructural de gobernanza. A pesar de contar con términos y condiciones que prohíben explícitamente la violencia gráfica, los desarrolladores de Roblox han tardado en actuar de forma consistente. Cada juego que logra burlar sus controles representa no solo un error técnico, sino un retroceso en el compromiso ético.
La existencia de comunidades que celebran la supremacía blanca dentro de estas simulaciones agrava aún más la situación. Permitir estos espacios es, en la práctica, facilitar la radicalización de menores, que pueden ver normalizado el discurso de odio en contextos aparentemente “lúdicos”.
Impacto en la infancia: consecuencias más allá de la pantalla
Roblox es utilizado mayoritariamente por niños y adolescentes. El hecho de que esta población tenga acceso a juegos donde se recrean tiroteos escolares bajo mecánicas de entretenimiento es, sencillamente, inaceptable. El impacto psicológico puede ser profundo, generando desensibilización ante la violencia o incluso ansiedad.
Cuando Roblox simula tiroteos escolares, se minimiza la gravedad de los hechos reales. Estos juegos pueden alterar la percepción de los jóvenes respecto a los límites entre lo virtual y lo ético, reforzando patrones negativos en su desarrollo emocional. La exposición constante a estos contenidos puede formar parte de un ecosistema digital riesgoso y mal regulado.
Numerosos estudios en psicología infantil advierten sobre los efectos de la violencia en videojuegos. Si bien no se puede afirmar una causalidad directa, sí existe evidencia de que la exposición frecuente puede aumentar la tolerancia al sufrimiento ajeno. En el caso de Roblox, el riesgo se multiplica por su accesibilidad y popularidad entre menores.
La responsabilidad social empresarial en entornos digitales
Hoy más que nunca, la RSE debe ser transversal a todas las industrias, incluidas las tecnológicas. Empresas como Roblox no solo deben responder ante escándalos como estos, sino prevenirlos con protocolos éticos sólidos y colaboraciones interinstitucionales. La autorregulación ya no es suficiente.
Las plataformas digitales tienen el deber de crear entornos seguros, especialmente cuando su principal audiencia son menores de edad. Implementar inteligencia artificial avanzada, contratar moderadores especializados y trabajar con expertos en prevención de violencia son pasos mínimos que deberían formar parte del compromiso social de Roblox.
Además, se necesita transparencia. Informar periódicamente sobre cuántos contenidos fueron eliminados, cuántos usuarios sancionados y qué mecanismos se están mejorando es parte del deber ético y de rendición de cuentas. No basta con eliminar juegos una vez que se viralizan: hay que erradicarlos desde la raíz.
Hacia una cultura digital con valores: propuestas para avanzar
Cuando hablamos de que Roblox simula tiroteos escolares, no podemos quedarnos en la denuncia. Es momento de impulsar una cultura digital basada en valores. Esto implica educación para usuarios, formación para desarrolladores y alianzas con actores sociales que puedan ofrecer perspectiva y experiencia.
Una solución viable es establecer consejos éticos independientes que asesoren a plataformas como Roblox sobre los límites del contenido permitido. También es fundamental desarrollar campañas que eduquen a los padres y madres sobre los peligros ocultos en estos juegos, y fomentar el diálogo con los adolescentes sobre lo que consumen en línea.
Por último, se debe avanzar en una legislación que contemple estos escenarios. Si bien muchas de estas prácticas caen en zonas grises legales, la glorificación de delitos reales en plataformas abiertas debería tener consecuencias más allá de la eliminación de un juego. La ley también debe adaptarse a la era digital.
La ética no se delega
El caso de Roblox es más que una llamada de atención: es un espejo que nos muestra las fisuras de nuestras plataformas digitales. Que Roblox simula tiroteos escolares y estos contenidos sigan reapareciendo demuestra que la tecnología, sin ética, se convierte en un campo fértil para la deshumanización.
Para quienes trabajamos en responsabilidad social, este caso subraya la urgencia de actuar en múltiples frentes: desde la presión a las empresas tecnológicas hasta la educación digital con enfoque de derechos humanos. No basta con reaccionar ante el escándalo: necesitamos transformar la raíz del problema.
Una plataforma que celebra 20 años con más de 80 millones de usuarios diarios no puede permitirse seguir operando sin una visión clara de responsabilidad. La infancia no debería aprender a normalizar la violencia en un videojuego. La ética debe ser parte del código fuente.