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¿Puede una persona afectar la RSE de toda una compañía?

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Si bien es cierto que un líder realiza un sin número de actividades distintas y enfrenta una larga lista de retos, uno de los más importantes es quizá asegurarse de crear una cultura organizacional agradable que permita a sus colaboradores trabajar bien en conjunto y alcanzar los objetivos planteados de la forma más eficiente posible. Para ello es necesario que cada miembro de su equipo sienta que su trabajo constituye una pieza importante en la creación de algo importante; y aunque esto podría parecer sencillo a simple vista, la verdad es que enfrentarse a ello todos los días puede presentar un desafío enorme.

Este es generalmente el pensamiento que viene a la mente de casi todas las personas cuando escuchan el término cultura organizacional, aunque en realidad se trata de algo mucho más profundo que la creación de un ambiente laboral agradable en el que todos se comunican con facilidad, confían en sus compañeros y arreglan sus diferencias con cordialidad.

La cultura organizacional se relaciona también con el propósito de una organización y los valores que la guían en el cumplimiento de éste; se trata básicamente del nivel de conciencia que una compañía tiene sobre sí misma y sobre el impacto que sus actividades tienen sobre el
entorno, pero sobre todo constituye la guía para cada uno de sus procesos de toma de decisiones.

Si estás pensando que cualquier líder necesita una guía que le facilite este proceso, lamento decepcionarte, ya que evidentemente no podría ser tan sencillo. A diferencia del propósito que puede ser definido fácilmente por el fundador o dirigente de la organización, la cultura organizacional no es un texto que puedes pegar en cada uno de los muros o pizarrones de anuncios hasta que tus colaboradores los reciten sin detenerse como un recordatorio de la forma en que deben ser las cosas, se construye con el tiempo y casi siempre nace sin que nadie lo note, pues es en gran medida producto de la interacción humana.

RSE y cultura organizacional

Seguramente para este punto estarás preguntándote qué tiene todo esto que ver con la responsabilidad corporativa, así que he aquí la respuesta que estás esperando: Todo. Cuando los colaboradores de una organización no comparten una serie de valores es sencillo que pierdan el foco durante una toma de decisiones, llegar a un acuerdo se convierte en una tarea prácticamente imposible y participar activamente en el compromiso de la compañía con el medio ambiente o con su comunidad difícilmente pasa por la mente de alguno de ellos.

De ahí la importancia de que los líderes conozcan el propósito de la compañía y promuevan promover los valores de la misma entre sus equipos de trabajo, pero también de que se preocupen por proyectarlos como parte fundamental de su comportamiento diario, después de todo, ejercen una influencia importante en cada uno de sus colaboradores.

El comportamiento ético por parte de un líder puede conseguir, entonces, inspirar a cada uno de sus colaboradores a tomar decisiones basadas en el bien común, mientras que en el extremo opuesto, un líder irresponsable podría ver dicho comportamiento expandido a lo largo y ancho de todo su departamento en poco tiempo.

Un líder irresponsable

Aunque podríamos pensar que los numerosos escándalos de reputación que han afectado la carrera de decenas de ejecutivos y líderes de negocios en los últimos años han servido como lección para empresas y profesionales, los líderes que muestran valores cuestionables no sólo parecen no estar reduciéndose en número, sino incluso empiezan a multiplicarse.

Los líderes irresponsables pueden solicitar a sus colaboradores realizar tareas que no se ajusten a sus valores personales, resulten podo éticas e incluso puedan acarrear problemas legales, lo que genera un ambiente de estrés dentro del equipo que, en el mejor de los casos, se pregunta con frecuencia cómo debe responder ante dichas solicitudes; mientras que en algunas ocasiones pueden seguirlo sin cuestionamientos e incluso adoptar algunas de sus malas prácticas.

Incluso las personas que se consideran a sí mismas honestas y que no se sienten cómodas realizando actos irresponsables pueden incurrir en estas actitudes; así lo reveló un estudio realizado por Francesca Gino, profesora en la Escuela de Negocios de Harvard y compartido recientemente en Harvard Business Review.

La experta explicó que cuando las personas saben que no logran estar a la altura de sus propios estándares morales, dicho conocimiento amenaza su autoimagen, por lo que su mente adopta medidas para protegerse y olvida los detalles de sus propias acciones poso éticas y las de otros. A esta tendencia los investigadores la han llamado “amnesia poco ética” u “ofuscación de los propios actos poco éticos a lo largo del tiempo”.

El estudio no termina en este punto, ya que los investigadores encontraron además que como resultado de dicha amnesia, los participantes eran más propensos a repetir un comportamiento poco ético debido a que los recuerdos sobre sus consecuencias son menos claros que los de las acciones positivas.

Con todo esto en mente, quizá descubras la razón por la que es mucho mejor mantener a las personas poco éticas lejos de tu organización y dejar que tus colaboradores se aparten a toda costa de los malos jefes; después de todo, no querrás que estos elementos envenenen tus esfuerzos de responsabilidad social ¿o si?.

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