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Producen macetas ecológicas con neumáticos viejos

Genaro López tiene numerosas heridas en las manos por culpa de su hobby. En su tiempo libre construye macetas con el hule de las llantas viejas. Las hace en más de 20 modelos.

Del humilde «jarrón carretilla», a la coqueta «palmera 17», con rueda de microbús, y el «modelo 17», «sobrio y minimalista», de camioneta o microbús, ideal para oficinas, hasta llegar al enorme «jarrón imperial 1020», de 52 por 72 centímetros, a base de llantas de tráiler.

Las «Macetas Genaro» tienen garantía de cinco siglos.

Lo que tardan en degradarse cada una de las 25 millones de llantas que se desechan al año tan sólo en México. Con números así, Genaro López está seguro de algo: el futuro de las macetas, son las macetas de llanta reciclada.

«Hasta ahora son como mi hobby», dice, «cuando no tengo trabajo o quiero enfocar la cabeza en algo». Pero si su premonición se cumple, si la gente se da cuenta de que es necesario atender la ecología, él, que hasta ahora se ha dedicado al conteo de panes para empaquetarlos, a la cancelería de aluminio, a la venta de bolsas, mochilas y carteras en los tianguis, a la plomería y la pintura, tendrá otro trabajo, uno que, está seguro, salvará a la humanidad.

Para eso, ha creado su propia marca y ahora busca ayuda del Gobierno del Distrito Federal para crear una cooperativa.

Todo empezó hace unos cinco o seis o siete u ocho años. Genaro tiene problemas con la memoria y no recuerda fechas. Pero entonces trabajaba en un negocio de cancelería en la Sierra Negra de Querétaro y al otro lado de la calle alguien hacía todo el día macetas de llanta, y él pensó «voy a comprar un par de macetas para que mi amigo Pancho aprenda y las haga cuando no tengan nada qué hacer ni qué pensar y se gane una lana».

Francisco Márquez Ramírez era dueño de una vulcanizadora en la Colonia Loma de la Palma, en Cuautepec Barrio Alto, un lugar de calles empinadas por donde ahora también se puede ver a Genaro que sube y baja empujado una llanta.

«Es que me nació la curiosidad de saber cómo se hacían». En Querétaro cortaban la llanta con un machete. Él encontró la manera de cortarlas con una cuchilla muy filosa. Primero le saca el aro. Lo más difícil. Y después, si se trata de una llanta de 17 pulgadas, la corta en tres o en cuatro partes, dobla los pedazos como si fueran un cono y arma los modelos de macetas «17 en 3» o «17 en 4».

Aunque hay otros más complicados, como ese en el que junto con un ayudante trabajan 15 o 20 días para «despellejar» una llanta. Luego enredan la tira como si fuera un tubo o un moño y cortan un extremo en forma de cuernos. «Es la maceta ‘caracol prehistórico’, porque es como un caracol prehistórico, bueno, a según mi alucín, ¿no?».

El costo empieza en los 20 pesos y puede llegar hasta los tres mil, como un modelo con forma de mantarraya. No es excesivo si se toma en cuenta que es una obra en bien de la ecología y también una pieza artística.

«Hacemos los agujeros con el taladro. Es lo único donde invertimos corriente, todo lo demás es manual. Traerlas hasta aquí también es manual, es rodarlas. Es fácil hacer los agujeros, lo que es un poco difícil a veces es meter el alambre».

El alambre a veces le provoca heridas en las manos y con tanta presión sobre el hule para sacar el aro los dedos de Genaro amenazan con deformarse. Por eso esta mañana que trabaja en su taller, ubicado en la Colonia Progreso Nacional, dice que está planeando construir una máquina cortadora de llantas.

Genaro López también se ha dado tiempo de hacer sus propuestas plásticas, como «La Carga», una mochila de hule, o «El cabeza de pie», una escultura de llanta que en lugar de cabeza tiene un pie «así anda el mundo, como yo lo veo».

Hasta ahora, ha participado en algunas exposiciones de ecología, ha grabado, con ayuda de Jesús Cruz Villegas, un video para Youtube, abrió un blog (macetasgenaro.wordpress.com) y un perfil en Facebook, y ha propuesto sus macetas en el Museo El Papalote, pero con poco éxito.

«Mucha gente las sigue viendo como basura, pero esto ya no es basura, es una maceta, tiene una función especial, son artesanías. A mí me gustaría que cada casa tuviera una en su azotea para que todos contribuyamos a un ventiladorcitos contra el calentamiento global», dice.

Un trabajo duro
Reciclar llantas, que tardan 500 años en degradarse, es un trabajo arduo que requiere de herramientas como navajas, taladros y alambre.

· Sacar el aro de las llantas es el primer paso y el más complicado del proceso de recliclado.

· Genaro López, de 45 años, a un lado de dos modelos de sus macetas ecológicas hechas con neumáticos viejos.

· Según el modelo de la maceta, se realiza un corte a la llanta para después doblarla.

· Por la dureza del hule se deben hacer los agujeros con un taladro.

· Para coser las macetas se utiliza alambre y todo el trabajo se realiza a mano.

Así lo dijo
«Yo hice esto y voy a seguir con ello porque es algo bueno, tanto para mí como para mis hijos, como para toda la humanidad». Genaro López Artesano

Fuente: Reforma, Cultura, p. 24.
Reportero: Jorge Ricardo.
Publicada: 25 de abril 2011.

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