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Por qué este empresario es el más odiado del momento

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Un empresario compra los derechos de un medicamento y decide subir su precio un 5500%. Suena al megavillano de una película de superhéroes, pero se trata de una persona real, Martin Shkreli, quien se ha convertido en el hombre de negocios más odiado en Estados Unidos.

Shkreli fue duramente juzgado por el doctor Mariappan Jawaharlal, columnista de The Huffington Post, quien lo llamó «el epítome de todo lo que está mal en Estados Unidos. Es la imagen perfecta de un enemigo público. Se une a la larga lista de criminales que le roban a la gente en el nombre de la economía de mercado». ¿Qué es exactamente lo que hizo para merecer estos calificativos?

En resumen, según lo publicado por The New York Times (NYT) en un artículo del 20 de septiembre, el empresario creó la compañía Turing Pharmaceuticals y, el pasado agosto, adquirió los derechos del Darparin, un medicamento cuyo nombre genérico es pirimetamina y que sirve para tratar la toxoplasmosis. Inmediatamente después, subió el precio de 14.5 dólares por tableta a 750 dólares, un aumento sin precedentes aun en una industria conocida por inflar sus precios.

De acuerdo con Javier Yanes en su blog Ciencias mixtas, alojado en el portal 20 minutos, la toxoplasmosis es causada por el Toxoplasma gondii, «un parásito unicelular que en las personas sanas no suele provocar síntomas, pero que puede ser peligroso e incluso letal en pacientes inmunodeprimidos (incluyendo los afectados por VIH, trasplantados y enfermos de cáncer) y en la transmisión materno-fetal.» Se estima que entre el 30 y el 50% de la población lo posee, aunque en la mayoría de los casos es asintomático.

La fabricación del Darparin, disponible desde 1953, cuesta alrededor de un dólar, según The Huffington Post y el incremento de precio afectaría tanto a familias de bajos ingresos y de clase media como a la población general en Estados Unidos, ya que con sus impuestos pagarán los medicamentos de quienes están asegurados a través del sistema Medicaid.

Según dijo en entrevista, Shkreli no piensa que esté haciendo algo mal, sino que simplemente está «cobrando el precio adecuado, que el mercado y los propietarios anteriores no pudieron ver», y prometió reinvertir sus ganancias en la investigación para crear una droga más efectiva, algo que la comunidad médica ha negado que sea necesario.

Después de la oleada de críticas a su cambio de precios, que incluyó un tuit y varios comentario de la candidata presidencial Hillary Clinton, decidió suspender el aumento, una jugada que Yanes considera que «obedece simplemente a una estrategia, y no aun arrebato de conciencia.» Hasta ahora, no ha confirmado qué precio tendrá, diciendo solo que será «accesible».

En su artículo sobre el tema, el NYT destaca que el empresario, que ha creado varias compañías a pesar de tener solo 32 años, tiene una reputación de ser «tanto brillante como insolente». Una de sus iniciativas, la firma de biotecnología Retrophin, lo destituyó como director el año pasado tras acusaciones de manejar acuerdos legales de forma inapropiada.

Como bien señalan Harvard Business Review (HBR) y el mismo New York Times, este caso no es aislado: muchos empresas farmacéuticas en Estados Unidos pueden vender sus medicamentos a precios exorbitantes, ya que no existe una regulación gubernamental. Rafi Mohammed, escribiendo para HBR, afirma que los ciudadanos deben dejar de señalar a los ejecutivos de estas compañías y comprender que ha sido una elección de ese país el mantener altos los precios de las medicinas y subsidiar el desarrollo de estas en países en desarrollo.

Es tal vez por esta razón que Shkreli parece extrañado de la reacción que recibió al querer subir los precios, declarando al NYT : “No se trata de una empresa farmacéutica ambiciosa que quiere estafar a sus pacientes, somos nosotros tratando de continuar en el negocio” y “No tiene ningún sentido recibir críticas por esto.” Al parecer, tanto la comunidad médica como los pacientes, el público en general y los periodistas están en total desacuerdo con esta última afirmación.

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