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¿Por qué contratar un outsourcing de RS?; ¿Ser número uno, únicos o mejores?

Odio a esas empresas que llaman para informarte que existe la posibilidad de que contraten un outsourcing de RS y que si uno está interesado, por favor acuda determinado día y hora para escuchar los planteamientos; después habrá que presentar una propuesta y la compañía en cuestión, escogerá la mejor. Odio esas prácticas… aunque me odio más a mí cuando asisto. Así que lo hice… sería interesante ver cuántos mordemos el anzuelo.

El edificio no era lujoso pero sí se hallaba en una de las zonas más concurridas de Polanco. Afortunadamente se nos autorizó el paso al estacionamiento; de lo contrario tal vez hubiera desistido y hubiera terminado desyunando unos Huevos Hacienda de Puebla en el Saks de la zona.

Bajé por la rampa del estacionamiento hasta llegar al nivel de «invitados» que el guardia a la entrada me había indicado; había tres sitios disponibles para visitantes, situados entre una Hummer y un Mazda Speed3. Mi Smart hubiera entrado en cualquiera… de lado o de frente. Decidí estacionarlo junto a la Hummer… «nomás pa’ intimidarla.»

Subí por el ascensor hasta llegar al piso 14 que en realidad debía ser el 13 pero algún arquitecto medroso decidió que del 12 seguía el 14. ¿Que no saben que ser supersticioso da mala suerte?

Después de ser atendido por una impresionante recepcionista —que estoy seguro, no la contrataron por sus habilidades de taquimecanografía— llegué a una sala con sólo dos asesores más, hombre y mujer; —el Sr. Hummer y la Srita. Mazda— pensé. Al parecer sólo habían citado a tres consultores.

Tras hacer las presentaciones de rigor y hablar un poco de sandeces del clima, apareció una joven guapa y atlética para explicarnos el desarrollo en cuestión.

—Les agradezco que hayan venido. Mi nombre es Alicia. La mecánica ya les fue explicada con anterioridad, de modo que me concentraré en hablar del proyecto. Posteriormente esperaré por mail sus propuestas donde me dirán porqué necesitamos contratar un outsourcing y la razón por la cual debe ser su empresa en específico. Bien, comienzo diciendo que nuestra empresa desea convertirse en la número uno de la responsabilidad social en el país.

—¡Rayos! —pensé— Ni siquiera me ofrecieron un café para pasarme esa. Ser los número uno de la responsabilidad social… me puse a meditar si en marketing había un número uno… uhmmm… no, no… en finanzas tal vez… uhmm, no, tampoco… vamos, ni en recursos humanos parecía haber un número uno absoluto. ¡Rayos! ¿Qué nos pasa a los seres humanos que guardamos tanta idolatría al número uno? ¿En qué momento la RS había dejado de ser una estrategia engarzada a un compromiso social y medioambiental para convertirse en una competencia en la cual había que llegar primero?

— Para ello— continuó Alicia en su país de maravillas —hemos creado la dirección de desarrollo sostenible que estará a mi cargo; es decir, yo seré la responsable del proyecto.

Ahora sí me urgía el café. Este tema de lo sostenible se está poniendo de moda aún en empresas que ni siquiera entienden bien la RS. Al parecer el Sr. Hummer coincidió conmigo por lo que me ahorró saliva al preguntar:

—Disculpa, Alicia ¿Qué entienden ustedes por desarrollo sostenible?

—Hemos estado realizando varias acciones en nuestra empresa y en nuestra cadena de suministro que garantizan el respeto al medio ambiente presente y futuro…— comenzó a explicar la novel ejecudiva mientras yo reflexionaba que desarrollo sostenible no es un tema exclusivo de ecología. Para ello, mejor citar ecólogos, no consultores. En eso estaba cuando la Srita. Mazda, quien se había mantenido en silencio, decidió brillar poniendo cara de erudito.

—Nosotros tenemos una definición particular de desarrollo sostenible pero prefiero no citarla para no generar confusiones…

¡Oooots! —pensé— ¡ésta sí se siente de naturaleza divina! Seguro sería capaz de decirle a Jesús: «Chucho, bájate de la cruz un momento que me toca a mí…» ¿Por qué será que en el mundo de la consultoría RS todos nos sentimos poseedores de la verdad absoluta? De verdad… somos una tribu de jefes; aquí no hay apaches.

Después de seguir en silencio y escuchando por treinta minutos este ir y venir de ideas brillantes, la junta terminó. Hummer y Mazda se despidieron primero, con grandes sonrisas y amplias caravanas, jurando enviar sus propuestas ese mismo día por la tarde. La Srita. Mazda se atrevió a agregar algo más —Cuando reciba nuestra oferta sabrá porqué somos únicos en el mercado—. ¡Zas! Tuve un deja vu ¡Cuántas veces había escuchado ese argumento desde mis lejanos días de marketing! Al parecer la desgastada línea seguía teniendo adeptos en el medio.

Recordé el viejo dicho de un profesor «La unicidad no necesita ser proclamada. Cuando todos gritan que son únicos, el que destaca es el único que se queda calladito.» Fue demasiado, así que pedí permiso para usar el sanitario… ello me dió la gran ventaja de, al salir, ser verdaderamente «el único» que pudo dialogar como persona con el potencial cliente, al menos por unos segundos mientras amablemente me encaminaba al ascensor.

—Mira Alicia, te enviaré la propuesta hoy por la tarde, sin embargo quería ser muy honesto y comentarte algo; no somos la única opción del mercado, no somos la más barata ni la más cara, pero estoy seguro de que somos la que más valor puede otorgarte— le dije mientras recordaba la frase de Machado «Solo un necio confunde valor y precio». Habíamos llegado a las puertas del elevador.

— A tu pregunta sobre por qué debes contratar un outsourcing en RS te diré que hacerlo mejora el enfoque de tu área al evitar la miopía de laboratorio; puede resolver situaciones con mayor rapidez al no ser parte de la vorágine y el día a día de tu compañía; agrega capacidades que, al menos en nuestro caso, exceden lo que pagas por ellas; te proporciona recursos que usualmente no dispones internamente y si lo haces, no los tienes con la disponibilidad, calidad y rapidez adecuados; el riesgo se comparte; se abre la puerta a contactos, experiencias y esferas de influencia que de lo contrario llevaría mucho tiempo obtener.

—¿Y por qué debe ser tu empresa y no otra?— preguntó dejándome ver por primera vez una posibilidad detrás de su armadura; las puertas del ascensor se abrieron.

—Porque si bien mi sinceridad puede parecerte irreverente, es simplemente porque no me gustan las caretas y por tanto, la verdad, no me interesa si nos contratas o no. Lo que realmente me importa es que si lo haces, tengamos una relación basada en confianza sólida y bien entendida.

Alicia me miró por unos segundos…

—Mándame la propuesta… tal vez me guste la irreverencia— dijo con un atisbo de sonrisa mientras las puertas del ascensor nos separaban al cerrarse…

Algún maestro me dijo en cierta ocasión: «No tienes que preocuparte por ser el número uno; no es eterna esa posición. Tampoco tienes que preocuparte por ser el mejor, eso siempre es subjetivo. Tienes que preocuparte por ser lo mejor que puedes ser… eso sí es importante y es tu única obligación.»

Con la Responsabilidad Social Corporativa sucede así; no tiene una meta a donde llegar; y esto sucede simplemente porque no es un fin, sino una forma de caminar. La misma ISO 26000, aún en su caracter oficial de nonata, reconoce ya el espíritu constantemente cambiante de la RS y sus demandas; si esto es así, no es posible ser el número 1 ó el 27; cada empresa configura su propia estrategia y entre una y otra hay enormes diferencias, dadas obviamente por las distintas circunstancias particulares. No cabe esperar soluciones únicas, imperecederas y universales.

Si definimos la Responsabilidad Social como una ciudadanía corporativa es porque pensamos a las empresas como ciudadanos, como individuos; luego entonces capaces de motivos, personalidad y sobre todo, actitud. La principal función de una empresa consiste en crear valor a sus shareholders a través de la producción de bienes y servicios que respondan a una demanda de la sociedad; sin embargo, la forma en la que lo hace es lo que definimos como responsabilidad social; de modo que ésta no es un concurso ni tampoco una competencia de recursos… sino una cuestión de actitud.

El elevador descendió hasta el nivel de visitantes; sólo mi discreto Smart estaba ahí; anduve hacia él mientras tarareaba una canción «Caminante no hay camino… se hace camino al andar.»



aRSEnico

aRSEnico es el seudónimo químico de un asesor en RS muy tóxico, solitario, ensimismado y cuasi misántropo, que a través de una propuesta editorial de crítica ácida, expone las circunstancias, a veces inverosímiles, que se presentan en la RSE. La columna, si bien es ficticia se alimenta de eventos de la vida real sin los cuales no sería posible su realización. El objetivo es precísamente, además de provocar la risa forzada de reconocer y reconocerse en ella, señalar dichas circunstancias desde un enfoque cínico e incluso que raya en anti RS, para mostrar finalmente en este radioactivo estilo, el «deber ser» de la RSE.

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