Abrí mi primera cuenta bancaria en 1987 cuando empecé a estudiar en la London School of Economics. Este paso aparentemente pequeño significó que pude administrar mis propias finanzas, gastar mi propio dinero y tomar mis propias decisiones financieras. Me dio libertad para decidir por mí misma.

En todo el mundo, 980 millones de mujeres aún no tienen esa libertad financiera. Y, de manera preocupante, la situación pareciera que no mejora. Nuestra base de datos Global Findex muestra que, si bien cada vez más mujeres abren cuentas bancarias en el mundo, todavía existe una brecha de género de 7 puntos porcentuales que no ha variado desde 2011.

Sin embargo, hay algunos indicios positivos. Por ejemplo, en Bolivia, Camboya, la Federación de Rusia y Sudáfrica hombres y mujeres por igual son titulares de una cuenta. Y en Argentina, Indonesia y Filipinas, la brecha mundial se invirtió: las mujeres tienen más cuentas que los hombres.

Pero también hay disparidades muy preocupantes y persistentes. Los mismos países que tenían diferencias por razón de género en 2011, siguen teniéndolas hoy en día. En Bangladesh, Pakistán y Turquía, la brecha en la titularidad de cuentas entre hombres y mujeres es de casi 30 puntos porcentuales. Otros países, como Marruecos, Mozambique, Perú, Rwanda y Zambia, también registran diferencias de dos dígitos entre hombres y mujeres.

Tanto los hombres como las mujeres mencionan que una de las principales razones para no tener una cuenta financiera es que simplemente no ganan lo suficiente para abrirla. Es necesario asegurar que todos tengan la oportunidad de trabajar, ganarse el sustento y participar en la economía de sus países. Este es uno de los aspectos fundamentales de nuestro trabajo en el Grupo Banco Mundial, en particular cuando analizamos las habilidades que las personas necesitarán para los trabajos del futuro.

No obstante, hay algunos motivos específicos que impiden a las mujeres abrir cuentas. El origen de la brecha de género en materia de inclusión financiera se puede encontrar en la desigualdad de oportunidades y las leyes y regulaciones que imponen barreras adicionales a la capacidad de las mujeres para incluso abrir una simple cuenta bancaria.

Los países deben esforzarse más para deshacer la complicada red que enfrentan las mujeres cuando intentan hacer algo que para un hombre es muy sencillo. ¿Cómo podemos avanzar? Permítanme sugerir tres medidas para empezar:

Aprovechar más la tecnología y la banca móvil

Pasar de las habituales transacciones en efectivo a las cuentas financieras podría reducir el número de mujeres no bancarizadas. Hemos visto que esto ha funcionado tanto en Europa como en Asia central, y en Oriente Medio y Norte de África, donde 1 de cada 5 mujeres (i) que tienen una cuenta abrieron su primera cuenta para recibir salarios del sector público, beneficios sociales del Gobierno o pensiones públicas a través de transferencias digitales. En América Latina y el Caribe, esta proporción es del 14 %.

 

Al mismo tiempo, programas como M-PESA, un servicio innovador de transferencia de dinero móvil en Kenya, han demostrado el poder de la banca móvil. Si uno pasa incluso por las zonas más rurales del país, puede ver quioscos de banca móvil. Esto es un cambio radical para los pobres de las zonas rurales que en general tienen escaso acceso a las instituciones financieras, y para quienes viajar al banco más cercano tiene un costo demasiado alto en términos del tiempo usado para trasladarse o el tiempo perdido en el trabajo. Investigaciones recientes muestran que, debido a M-PESA, unas 185.000 mujeres en Kenya transitaron de la agricultura de subsistencia a la agricultura comercial (venta al por menor), y como consecuencia de ello aumentaron sus ahorros. El mayor número de personas que poseen un teléfono móvil podría ser una vía para superar las formas tradicionales de acceder a una institución financiera y brindar acceso a las personas en el lugar donde se encuentren.

 

 Imagen: Brecha de género en la posesión de cuentas bancarias en el mundo, economías desarrolladas y economías en vías de desarrollo, respectivamente./ Global Findex database
Imagen: Brecha de género en la posesión de cuentas bancarias en el mundo, economías desarrolladas y economías en vías de desarrollo, respectivamente./ Global Findex database

Eliminar las leyes discriminatorias

Solo quedan tres países donde las mujeres casadas necesitan un permiso para abrir una cuenta bancaria.

Además, hay otras leyes que pueden estar indirectamente vinculadas con la inclusión financiera, y tener un gran impacto. En 31 países, las mujeres casadas no pueden elegir dónde vivir a diferencia de sus esposos. Esto puede dificultarles aún más ir a un banco o aceptar un trabajo y ganar dinero para la familia.

Las leyes que imponen límites a la participación económica de las mujeres también frenan el acceso de ellas a los servicios financieros. En las economías donde las mujeres pueden ser jefas de familia y en las cuales se permite trabajar a las mujeres casadas, es más probable que estas tengan cuentas o tengan acceso a mecanismos de crédito y ahorro.

Incluso en lugares donde las mujeres enfrentan obstáculos a menudo insuperables, es posible cambiar las leyes que les impiden desarrollarse. En la República Democrática del Congo, un país que ocupa los últimos puestos en casi todos los aspectos relativos a la igualdad de género, el Grupo Banco Mundial colaboró con los ministerios de Género y de Justicia para cambiar la ley de familia del país, que anteriormente impedía a las mujeres casadas abrir cuentas bancarias, obtener préstamos, firmar contratos o registrar empresas sin el permiso de sus maridos. Esto llevó a la adopción de un nuevo Código de Familia en 2016 que eliminó todas esas restricciones.

 

Centrarse en la capacidad financiera

Impulsar la alfabetización financiera entre las niñas y mujeres significa no solo mejorar sus habilidades de lectura y escritura, sino también enseñarles a usar una cuenta de transacciones, administrar el dinero, hacer presupuestos y ahorrar. Al mismo tiempo, los aspectos sociales, emocionales y psicológicos de la toma de decisiones financieras pueden ser tan importantes como las habilidades técnicas básicas.

Las aplicaciones tecnológicas pueden ayudar a los clientes a recibir comentarios de manera inmediata y oportuna. Dos estrategias que pueden resultar efectivas para promover la capacidad financiera y que aprovechan la tecnología son el uso de mensajes de texto y la incorporación de información financiera en los espectáculos. Los mensajes de texto que recuerdan a las personas sus metas de ahorro pueden ayudar a aumentar los ahorros, como lo han demostrado algunas investigaciones en Bolivia, Perú y Filipinas. En Sudáfrica, con la ayuda de un proyecto del Banco Mundial se incluyeron mensajes financieros en la trama de una telenovela muy popular, y así se contribuyó a cambiar las actitudes hacia las apuestas y el crédito minorista de alto costo.

Estas son solo tres de las numerosas medidas que se pueden adoptar para aumentar la inclusión financiera de las mujeres, y el Banco Mundial está usando todas las herramientas a su disposición para brindar el apoyo que se necesita. ¿Qué más se puede hacer? Comparta sus comentarios a continuación.