Algunas personas lo exigen y otras lo detestan. Lo que es un hecho es que el lenguaje inclusivo va más allá del género y abarca aspectos culturales que deben tomarse en cuenta para impulsar un cambio verdadero y una igualdad.
Lenguaje inclusivo y Concepción Company Company
Para Concepción Company Company, una lingüista, filóloga, investigadora y académica mexicana, igualdad no es que te llamen arquitecta, es que te paguen igual y tengas las mismas oportunidades.
“No quiero que me incluyan por ser mujer, pero tampoco que me excluyan, que no me vean o no me tengan en cuenta por serlo”, compartió.
De acuerdo con ella, la gramática no es sexista ni deja de serlo porque no es un concepto que pueda ser aplicado a la gramática, pero sí al lenguaje y al discurso.
Sin embargo, el uso que hagamos de la grámatica o cómo construyamos un discurso sí puede volverse sexista. En este caso, Company comparte el siguiente ejemplo:
“La gramática es totalmente aséptica, está ahí porque le funciona a una comunidad, pero el uso sí puede ser sexista. Por ejemplo, cuando a un hombre le dan un premio los periódicos mexicanos suelen decir: Juan Pérez fue reconocido con el premio Cervantes.
En este caso Juan está a la cabeza de la oración, figura como el tópico, el principal. Pero si es una mujer con frecuencia aparece: el premio Cervantes le fue otorgado a Juana Pérez.
Aquí quien aparece a la cabeza es el premio y la pobre Juana está a la cola. Eso sí es discriminatorio. También ocurre que si el premiado es un hombre se escribe un texto con su currículo y si es una mujer se ponen como mucho tres líneas”, señala.
¿Qué sucede en países como Francia?
En Francia se prohibió el uso del lenguaje inclusivo o políticamente correcto en textos que son institucionales, mientras que en España los discursos insisten en compañeras y compañeros.
Para Company no se trata de equidad de género sino de sexo porque el género es de la gramática y aunque más de uno se pueda escandalizar, el género masculino no significa masculino hombre, sino que es indiferente al sexo y para ejemplificarlo compartió el siguiente caso:
“Si yo digo: todos tenemos sentimientos, no es androcéntrico, no es machismo. Me parece además que el lenguaje incluyente es antieconómico, no me imagino a un creador diciendo ‘‘queridos compañeros y queridas compañeras’’.
En aras de esa equidad estamos perdiendo equilibrio, elegancia en la lengua y podemos cometer errores gramaticales. En México hay una pelea en la Cámara de senadores para intentar modificar la Constitución… En fin, lo que tenemos que modificar es la sociedad”, señaló.
¿Cuándo es correcto impulsar un cambio?
Ella señala que cuando las sociedades sean igualitarias será probable que los hábitos gramaticales se modifiquen, al mismo tiempo que el número de mujeres CEO o en instituciones como las academias.
“En el Colegio Nacional al que pertenezco corren ríos de tinta por el escaso número de mujeres que hay, pero yo no quiero que me incluyan por ser mujer, como no quiero que me excluyan por ello. Y esta batalla no se da en la gramática, se da en la sociedad”, comparte.
Incluso recomienda que los próximos diccionarios cuenten con las variantes gramaticales que puedan convertir al lenguaje en uno realmente inclusivo y que ayude a las personas a comunicarse.
Para Concepción Company hasta que las sociedades sean igualitarias habrá lenguaje inclusivo.
“La lengua es el patrimonio inmaterial de cualquier ser humano y nos va la vida en defenderla. De hecho, un peruano y un español pueden tener discusiones acaloradísimas de por qué la palabra patata aparece como primera definición y no papa”, agregó.
Cuando esto suceda y no haya jerarquías no habrá más conflictos además de que se evitará que se utilice al americanismo como una sola lengua.
