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ColumnistasLa percepción en materia de corrupción en México

La percepción en materia de corrupción en México

Por: Leopoldo Lara Puente

En México estamos reprobados (reprobadísimos) en materia de corrupción.

Apenas sacamos 3 de 10 puntos posibles y estamos a nivel mundial en el lugar 100 de 183 países que mide la organización “Transparencia Internacional” y que dio a conocer mediante su reporte del 2011, el 1 de diciembre pasado.

En América estamos en la posición 20 de 32 y casi 80 lugares del mejor posicionado, que es Chile.

Ante la OCDE, ni para que contarlo, como siempre, en el último lugar, como en la educación.

Vaya noticia; además tan difundida. Lamentablemente nada sorpresiva.

Aunque ha sido ya muy analizada, es conveniente no dejarla pasar, porque derivado de este índice de percepción interna y externa de los habitantes de los países evaluados, se desprenden las posibles inversiones, el empleo y en general el incremento en el nivel de vida.

Para “Transparencia Internacional” (que durante los últimos 12 años ha realizado este tipo de reportes): “este índice muestra que algunos gobiernos no protegen de forma adecuada a sus ciudadanos frente a la corrupción, tanto en el abuso de los recursos públicos, como en la presencia de sobornos o en el hermetismo en la toma de decisiones”.

Para determinar la percepción, se utiliza una matriz de 17 encuestas de 13 instituciones distintas, en las que se analizan factores como aplicación de leyes contra la corrupción, acceso a la información y conflictos de interés.

Por los resultados obtenidos (que llevan una tendencia) “Transparencia Internacional” liga a los movimientos de “indignados” en el mundo con la percepción negativa de la corrupción; es decir, que el gasto opaco y sin orden, así como la mordida o el tráfico de influencias en las licitaciones públicas, son factores que junto con la inestabilidad económica han generado esas manifestaciones y son “una muestra clara de que los ciudadanos consideran que sus líderes e instituciones públicas no son suficientemente transparentes ni rinden cuentas de manera adecuada”.

“Este año hemos visto referencias a la corrupción en los reclamos de los manifestantes, tanto de origen rico como pobre. En una Europa golpeada por la crisis de la deuda, y en un mundo árabe que se asoma a una nueva era política, los líderes deben tener en cuenta los reclamos que exigen un gobierno más efectivo”, señaló Huguette Labelle, Presidenta de “Transparencia Internacional”.

Para contrarrestar esa percepción negativa, el trabajo es arduo, pero posible.

El caso más paradigmático es el de Nueva Zelanda, que hace 10 años estaba peor que nosotros y ahora es el país que ocupa el primer lugar, gracias a programas agresivos contra los corruptos, preventivos contra los nuevos funcionarios y fundamentalmente de conciencia entre la población, para ejercer ciudadanía comprometida.

El asunto, sin embargo, no es de colores ni de partidos. La prueba es México, en donde la transición política, del PRI al PAN, en nada ha beneficiado al tema.
Es cierto que se han puesto en marcha acciones que fortalecen la transparencia, como el Instituto Federal de Acceso a la Información o la propia Ley de Transparencia y que se han llevado a cabo acciones como las del “Testigo Social” una modalidad propuesta por TI que consiste en que participe de manera directa en las licitaciones públicas un ciudadano avalado por esa organización, quien a su vez rinde un informe público detallado de las incidencias. En los últimos 10 años se han llevado a cabo casi 120 licitaciones con ese ejercicio de transparencia, casi todas en el sector federal.

Aun así, la percepción es igual: negativa.

Lo que debemos procurar es involucrarnos todos, trabajar en conjunto para que la opinión que nosotros mismos tenemos y tienen los demás de nosotros varíe, al menos en estos temas que tanto afectan nuestra competitividad.

Lograrlo es un reto tanto personal como colectivo.

Si en nuestras empresas o trabajos rendimos cuentas de manera habitual ante nuestros colaboradores y grupos de interés aunque la ley no lo exija; si transparentamos nuestras acciones a través de las herramientas más utilizadas en el mundo como el Global Reporting Initiative y demostramos que parte de nuestros ingresos los empleamos en procurar mejores condiciones de vida para todos, entonces los gobiernos no tendrán justificación par seguir cerrados, para no rendir cuentas, para no abrirse a la participación ciudadana como esquema de gobierno.

Si logramos que nuestra acción positiva sea la llave que nos permita exigir públicamente, sin paralizar la economía o salir a la calle a romper vidrios, entonces estaremos logrando el primero de los pasos: la conciencia.

La corrupción, es una percepción que tenemos sobre nosotros mismos y que como todas las percepciones puede cambiarse de manera radical si nos aplicamos en ello.

Como que ya va siendo hora, ¿no?

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