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INAH causa daños a restos arqueológicos; denuncian irregularidades

Fotografías y videos han revelado recientemente que personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) causó daños a los restos arqueológicos de un barco.

Se dice que dicho barco naufragó en 1836 frente a las costas del caribe mexicano, y se excluyó del proyecto al especialista que denunció el caso ante instancias nacionales e internacionales.

Según las evidencias, el barco, patrimonio nacional de México, sufrió daños tras una serie de maniobras del personal del INAH responsable del proyecto, como atar una boya a los restos arqueológicos o impactar la zona del naufragio con costales de arena.

Las afectaciones también son evidentes en los arrecifes de coral de la Biósfera Banco Chinchorro, área natural protegida donde se encuentran los restos del naufragio, por lo que la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONAMP) interpuso una denuncia por posibles daños a la biodiversidad.

¿Y la responsabilidad, INAH?

Octavio del Río, arquitecto con especialidad subacuática y quien también participó en el hallazgo, denunció que esas afectaciones fueron producto de negligencias de los investigadores del INAH con quienes trabajó hasta el año pasado, y que tras denunciar estas irregularidades, fue excluido del proyecto por presunta mala conducta.

De acuerdo con la Subdivisión de Arqueología Subacuática del INAH, se presentaron daños a los restos arqueológicos y pudo haber negligencia por parte de su personal en algunas maniobras. Sin embargo, enfatizó que los deterioros fueron provocados por un accidente propio al momento de trabajar en mar abierto.

Del Río asegura que mientras él era parte de la investigación, nunca hubo algún problema en la misma, hasta que llegó un invitado al proyecto: Nicolás Ciarlo, Doctor con especialidad en Arqueología Marítima, quien un año después lideró el proyecto junto a la investigadora Laura Carrillo.

Tras su llegada, Del Río comenzó a ver los daños, así que decidió documentar las negligencias de las que se percató.

La denuncia más llamativa es que el personal del INAH ató a la buzarda del barco, es decir, a una barandilla metálica que sobrevivió casi 200 años bajo el mar y que ya estaba forrada de corales centenarios, la cuerda de la boya que se utiliza para señalar en la superficie la ubicación del pecio o también llamado zona de naufragio.

De acuerdo con Animal Político, cuando Octavio bajó al fondo marino, el daño ya estaba hecho.

La cuerda arrancó cuatro metros de buzarda, que, literal, se deshizo. Lo que quedó fueron las astillas de hierro desecho y óxido, mientras que el coral que cubría el metal quedó de cabeza en el fondo marino.

“Puede parecer solo un pedazo de hierro —añade Del Río—, pero la buzarda es la parte más importante del barco, te da toda la información de la forma del barco y de características como la dimensión y el tonelaje. Fue una negligencia que nunca debió haber sucedido. Es como si decapitaras una escultura en un museo porque la amarraste una soga a la cabeza”.

El medio nacional, buscó a Laura Carrillo, corresponsable del proyecto junto a Nicolás Ciarlo, para cuestionarla por este daño. En entrevista dijo que atar una boya a una parte de la embarcación “no afectó absolutamente en nada” a la investigación, puesto que esa pieza ya estaba documentada y estudiada previamente.

No obstante, cuando este medio preguntó si atar una cuerda a parte de los restos arqueológicos es un procedimiento común, el director de la División de Arqueología Subacuática del INAH, Roberto Junco, admitió que “pudo haber cierto nivel de negligencia” en esa decisión. Aunque el funcionario insistió en que el daño fue producto de un accidente, “de los muchos que pueden ocurrir en un ambiente inestable como el mar”, y calificó la denuncia de Del Río como “una exageración”.

¿Hay sanciones?

El Consejo de Arqueología del INAH admitió en un oficio el pasado 24 de septiembre que, en efecto, el pecio El Ángel sufrió “afectaciones”, por lo que informó que la Subdirección Acuática colaborará con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas para resarcir los daños

Roberto Junco, director de la División de Arqueología Subacuática del INAH,dijo que respecto a las sanciones, todo está en proceso de evolución.

“Reconocemos los daños y acataremos todas las disposiciones de las autoridades para resarcir los daños y para recibir cualquier tipo de observación, o de sanción, si procediera, aunque insistimos en que todo se debió a un accidente”, subrayó el funcionario.

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