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Exxon financió la negación del cambio climático en LATAM, revelan documentos

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Una nueva filtración de documentos internos expone que Exxon financió la negación del cambio climático en América Latina durante los años noventa y principios de los 2000, mediante una campaña coordinada con la red Atlas Network. Según información de The Guardian, los archivos sacados a la luz incluyen copias de cheques, correos y propuestas estratégicas que revelan cómo la petrolera estadounidense buscó debilitar el apoyo del sur global a los tratados climáticos de la ONU.

La operación no fue marginal: los fondos sirvieron para traducir libros negacionistas al español y al chino, organizar vuelos y seminarios en Argentina, Brasil e India, y promover discursos que desacreditaban la ciencia climática. Según los expertos, estas acciones contribuyeron a sembrar dudas en la opinión pública y en los gobiernos latinoamericanos en momentos críticos de la diplomacia ambiental internacional.

Una estrategia para desacreditar la ciencia climática

Los documentos obtenidos por el sitio DeSmog muestran que Exxon financió la negación del cambio climático a través de Atlas Network, una coalición de más de 500 grupos de pensamiento de libre mercado.

Según detalla una de las propuestas enviadas a la sede de Exxon en Texas, la estrategia buscaba: “convencer al mundo en desarrollo de los efectos adversos de los tratados sobre el cambio climático global”.

En 1998, la petrolera entregó un cheque por 50.000 dólares —equivalentes a unos 100.000 dólares actuales— a la organización, con el propósito de fortalecer la presencia de think tanks conservadores fuera de Estados Unidos.

Ese dinero impulsó la difusión de materiales y eventos en América Latina, justo cuando se discutían los primeros tratados internacionales sobre reducción de emisiones.

Entre los beneficiarios figuraron la Fundación República para una Nueva Generación (Argentina) y el Instituto Liberal (Brasil), que participaron en seminarios donde se distribuyó el folleto El argumento científico contra el Tratado Climático Global, del negacionista Fred Singer. El texto afirmaba que “no existe apoyo científico significativo para una amenaza global del calentamiento climático”.

“El enfoque ha sido discreto, no buscando intencionadamente el reconocimiento público por sus esfuerzos”, sino  “ayudar sin ser reconocidos por esa ayuda”, escribió Atlas en 2000, reconociendo la financiación de Exxon. La empresa nunca quiso aparecer como patrocinadora visible de estas actividades.

Atlas Network y la campaña de desinformación global

El entramado de Atlas Network fue clave para amplificar el mensaje negacionista en distintas regiones. Además de América Latina, la organización facilitó la traducción de materiales al chino y promovió vínculos entre grupos conservadores indios y think tanks estadounidenses como la Heritage Foundation y el Cato Institute.

Esta coordinación internacional fue descrita por Kert Davies, del Centro para la Integridad Climática, como “una historia bastante fea”. Según Davies, Exxon financió la negación del cambio climático porque creía que, si las naciones en desarrollo dudaban de la crisis ambiental, nunca se alcanzaría un tratado climático global. El objetivo era frenar la regulación internacional que pudiera afectar sus operaciones y ganancias.

Durante más de una década, Exxon apoyó una constelación de organizaciones que socavaron deliberadamente el consenso científico. En los documentos se lee que la empresa se sentía “satisfecha con el apoyo que brindamos a organizaciones con sede en Estados Unidos”, pero deseaba expandir la estrategia a Asia y América Latina para influir directamente en las políticas públicas.

Aunque Atlas Network ha negado recientemente la importancia de estas donaciones, los registros muestran que “pocos de estos logros habrían sido posibles sin la generosa ayuda financiera de Exxon Corporation”, según una carta de 1998 firmada por sus directivos.

Exxon financió la negación del cambio climático

Las consecuencias de la manipulación en el sur global

El profesor Carlos Milani, del Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, señaló que “la atmósfera tiene una enorme memoria histórica en lo que respecta a las emisiones de gases de efecto invernadero”. Tres décadas después, las secuelas de estas campañas de desinformación son evidentes: políticas climáticas débiles, dependencia de combustibles fósiles y desconfianza hacia los organismos multilaterales.

La interferencia de Exxon y Atlas en la opinión pública latinoamericana durante los años noventa coincidió con el auge de las negociaciones que buscaban consolidar un marco global para reducir emisiones. Al introducir dudas sobre la ciencia, estas redes lograron retrasar el consenso y debilitar la posición de los países del sur global en foros internacionales.

Las consecuencias persisten hoy. Mientras el planeta se acerca a puntos de no retorno —como la pérdida irreversible de los arrecifes de coral o el colapso potencial de la Amazonía en las próximas dos décadas—, las huellas del escepticismo promovido por las petroleras siguen influyendo en los debates políticos.

Para la comunidad empresarial responsable, este caso ilustra el costo reputacional y ético de utilizar la desinformación como estrategia corporativa. La manipulación del conocimiento científico no solo degrada la confianza social, sino que posterga acciones urgentes para mitigar la crisis climática.

Exxon financió la negación del cambio climático: la herencia de una era oscura

La historia de cómo Exxon financió la negación del cambio climático no es solo un episodio del pasado, sino un recordatorio de cómo la industria energética moldeó la percepción global del riesgo climático. Entre los años 90 y 2000, Exxon impulsó una red de aliados ideológicos que promovió la idea de que la regulación ambiental era una amenaza económica.

Atlas Network fue el brazo ejecutor de esta narrativa. Según sus informes, organizó reuniones privadas entre negacionistas estadounidenses —como el fallecido Patrick Michaels, quien calificó el cambio climático de “histeria”— y líderes empresariales, editores y ministros latinoamericanos. Estos eventos permitieron que los discursos anticientíficos penetraran en los círculos de poder.

Exxon financió la negación del cambio climático

El propósito, como reconocía la propia Atlas, era “ayudar, pero sin ser reconocidos por esa ayuda”. Esta estrategia silenciosa resultó altamente efectiva, retrasando políticas de mitigación y debilitando la presión social hacia una transición energética. La desinformación, amplificada por medios y grupos de presión, tuvo un efecto duradero en la opinión pública regional.

Hoy, a las puertas de la COP30 en Belém, las revelaciones sobre estas maniobras cobran nueva relevancia. Entender el pasado es clave para evitar que los intereses corporativos vuelvan a distorsionar la ciencia y las políticas ambientales en el presente.

La verdad como deuda climática

El caso de cómo Exxon financió la negación del cambio climático plantea una reflexión profunda sobre la responsabilidad corporativa en la era del Antropoceno. Durante años, la petrolera utilizó su poder económico para sembrar dudas que ralentizaron la acción global, afectando especialmente a las regiones más vulnerables.

La reparación no puede limitarse a compensaciones financieras: requiere transparencia, rendición de cuentas y compromiso con la verdad científica. Las empresas que hoy lideran la transición energética deben aprender de este legado oscuro. Negar la crisis fue un error costoso; afrontarla con integridad es la única forma de recuperar la confianza perdida.

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