En la Ciudad de México, investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) desarrollan el primer Reactor Bioelectroquímico capaz de generar biogás y electricidad a partir del tratamiento de aguas residuales y desechos orgánicos. Este avance promete impulsar soluciones innovadoras para la crisis energética y ambiental de la capital.
El proyecto, apoyado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la CDMX (SECTEI), representa una apuesta estratégica para mitigar el estrés hídrico, reducir la contaminación y transformar los residuos urbanos en energía limpia. De consolidarse, se convertiría en un modelo de referencia mundial para el aprovechamiento de aguas residuales con fines energéticos y de sustentabilidad urbana.
Aprovechamiento de aguas residuales: un cambio de paradigma
El doctor Celestino Odín Rodríguez Nava, del IPN, explicó que el reactor emplea hongos setas capaces de producir enzimas que degradan compuestos orgánicos presentes en el agua, incluyendo contaminantes emergentes como antibióticos y analgésicos. Este proceso libera azúcares fermentables que se utilizan en la digestión anaerobia para producir metano.
El sistema incorpora además un campo eléctrico de baja intensidad que acelera el metabolismo de la materia orgánica y optimiza la generación de biogás. De esta forma, no solo se mejora la eficiencia energética, sino que también se eliminan contaminantes del agua tratada.
La combinación de biotecnología y electroquímica convierte al reactor en una herramienta innovadora para el aprovechamiento de aguas residuales, alineando ciencia y responsabilidad social al transformar un problema ambiental en una fuente de energía limpia.
Este desarrollo abre la puerta a políticas públicas más ambiciosas en torno a la gestión de residuos urbanos, integrando la transición energética con la protección del recurso hídrico más valioso: el agua.

Energía renovable y beneficios ambientales
Por su parte, el profesor Víctor Sánchez Vázquez, de la UAM Iztapalapa, destacó que el sistema no solo produce metano sino también hidrógeno, lo que amplía su potencial como fuente energética versátil. Ambas moléculas pueden emplearse para generar electricidad o calor con bajas emisiones contaminantes.
El proyecto estima que los recursos invertidos en su construcción se recuperarían en el corto plazo gracias al alto rendimiento energético del reactor. Este factor resulta clave para su viabilidad financiera y para incentivar inversiones públicas y privadas.
Los beneficios no se limitan a la generación de energía: el reactor reduce la carga contaminante de las aguas tratadas y disminuye la emisión de gases de efecto invernadero, aportando a las metas de mitigación del cambio climático.
Para la Ciudad de México, esta tecnología representa un doble impacto positivo: avanzar en la autosuficiencia energética y mejorar la calidad ambiental, fortaleciendo la sustentabilidad urbana.

Perspectivas de implementación en la CDMX
Los investigadores del IPN y la UAM mantienen conversaciones con autoridades locales para evaluar la instalación de estos reactores a gran escala. La meta es integrar la producción de energía limpia en plantas de tratamiento de aguas residuales y en espacios urbanos estratégicos.
El modelo podría replicarse en otras ciudades con altos volúmenes de desechos orgánicos, reforzando el aprovechamiento de aguas residuales como política pública y como estrategia de responsabilidad social para empresas del sector energético y de gestión ambiental.
La participación del gobierno capitalino será crucial para definir incentivos fiscales, financiamiento y marcos regulatorios que faciliten la adopción de esta tecnología.
De concretarse, la Ciudad de México no solo sería pionera en la región, sino que podría exportar conocimiento y experiencia en el uso de reactores bioelectroquímicos como parte de la transición energética global.

Un modelo para la sustentabilidad urbana
El proyecto está respaldado por políticas de innovación y busca integrarse al plan de sustentabilidad de la capital. La colaboración entre academia, gobierno y sector privado será clave para convertir este desarrollo científico en soluciones reales para la población.
La producción simultánea de electricidad y biogás a partir de residuos representa una oportunidad única para impulsar el aprovechamiento de aguas residuales, reducir costos energéticos y mitigar el impacto ambiental de las ciudades.
Hacia un futuro energético más limpio
La construcción del primer Reactor Bioelectroquímico en la CDMX refleja cómo la ciencia puede ofrecer alternativas concretas para la crisis ambiental y energética. Su éxito marcaría un hito en el aprovechamiento de aguas residuales y en la transición hacia fuentes renovables locales.
Para especialistas en responsabilidad social, esta innovación demuestra que la inversión en investigación científica y colaboración interinstitucional no solo resuelve problemas urgentes, sino que también genera beneficios económicos, sociales y ambientales a largo plazo.







