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El rezago ambiental de México en cifras

En días pasados, dos respetadas instituciones como son el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) a nivel nacional y la OCDE a nivel internacional, hicieron sendas declaraciones en relación a cómo estamos en los temas ambientales en México. Para nadie debe ser sorpresa que en el país tenemos aún enormes pendientes con nuestro entorno y que es preciso entender de una vez por todas que si no vamos resolviéndolos, ello implicará repercusiones a nuestra salud y calidad de vida. ¿Acaso queremos seguir actuando en contra de nosotros mismos?

Las cifras dadas a conocer en días pasados por el INEGI en el documento Cuentas económicas y ecológicas de México 2005-2009, resultan preocupantes: «tan sólo en el año de 2009, la actividad económica de México fue responsable de que el agotamiento de los recursos naturales y la degradación ambiental equivalieran a 7.9 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), algo así como 941 mil 670 millones de pesos». En el caso de la contaminación atmosférica, el costo equivale a 520.3 mil millones de pesos. En segundo lugar, los hogares de México son la principal fuente de degradación del medio ambiente y de agotamiento de los recursos naturales, a un costo de 243 mil 16 millones (25.8 por ciento del total).

El costo por agotamiento de hidrocarburos equivalió a 178.9 mil millones de pesos; el costo de la degradación del suelo fue por 70.9 mil millones; por contaminación de agua 69.9 mil millones, y por mal manejo de los residuos sólidos urbanos 40.7 mil millones de pesos. Tomando en cuenta lo anterior, para el INEGI, en el periodo 2005-2009, los costos totales por agotamiento y degradación ambiental tuvieron una tasa media de crecimiento anual de 7.5 por ciento en términos nominales.

En el caso de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es de los países con peores condiciones ambientales, tanto en la satisfacción de sus habitantes como en el manejo de recursos naturales. El Índice de Mejor Vida (IMV), elaborado por esta institución con el fin de permitir a los ciudadanos de los 34 países miembros comparar sus niveles de vida, ubica a nuestro país, en lo que corresponde al rubro de medio ambiente, como la tercera economía con peor desempeño. En una escala de uno a diez (siendo diez la calificación máxima), México obtuvo 5.6 puntos, mientras que Suecia -primer lugar en la lista- logró diez puntos, seguida por Nueva Zelanda con 9.7.

El índice muestra que México no protege adecuadamente su entorno ambiental. Ejemplo de esto es la calidad del aire en el país, que de acuerdo con el número de partículas suspendidas en la atmósfera, es peor que la del promedio del resto de los países miembros de la OCDE. «En el monitoreo de (partículas), que se realiza porque pueden ser dañinas para la salud humana y reducir la expectativa de vida, México tiene un nivel de 32.7 microgramos por metro cúbico, mucho más alto que el promedio de la OCDE que es de 22 microgramos por metro cúbico», indica el IMV.

Por si todo lo anterior no fuera suficiente, la OCDE establece en el índice que a pesar de ser la sexta economía de la OCDE con más recursos hídricos, México tiene el peor sistema de conservación y reciclaje de agua.

¿En qué se traduce todo esto? En que la protección y la conservación del medio ambiente y los recursos naturales del país, así como la salud de las personas, se encuentran cada vez más amenazados en función del daño, deterioro y afectación de nuestro entorno provocados por nosotros mismos. Es paradójico. Todo depende de la Naturaleza y cada vez nos empeñamos con más fuerza en ir en contra de ésta. ¿Por qué? Porque son más importantes los intereses económicos y políticos que los ambientales, siendo estos últimos prioritarios en los discursos de los políticos pero no en sus acciones.

Estos datos del INEGI y de la OCDE también significan que no estamos haciendo un tratamiento adecuado y suficiente de las aguas negras; que la deforestación continúa ocasionando la pérdida de miles de hectáreas cada año; que tenemos áreas naturales protegidas que están plasmadas únicamente en el papel, pero que en muchos casos no cuentan con su plan de manejo; que el cambio climático nos amenaza cada vez con más fuerza sin que tengamos una estrategia nacional de largo plazo al respecto; que el mangle, no obstante ser una especie legalmente protegida, está perdiendo fuerza ante los intereses de algunos desarrolladores voraces que lo exterminan con la complicidad de las autoridades.

Igualmente fallamos en el manejo de la basura y de los residuos peligrosos; los cuerpos de agua a nivel nacional están contaminados; la calidad del aire aún es insatisfactoria gran parte del año en la ciudad de México y en otras grandes ciudades del país. En fin, la lista es larga y nada positiva. Ante esta realidad, ¿estaremos algún día, sociedad y gobierno, dispuestos a interesarnos de verdad en atender y resolver los problemas ambientales que nos afectan a diario? De no ser el caso, reitero, seguiremos irresponsablemente actuando en contra de nosotros mismos.

Fuente: El Financiero, Opinión, p. 26.
Por: Gustavo Alanís Ortega.
Publicada: 25 de julio de 2011.

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