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Energía solar y corrupción: el lado oscuro de la transición energética en California

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Durante años, la transición energética ha sido presentada como una narrativa de progreso, sostenibilidad y justicia climática. Sin embargo, un reciente estudio realizado por investigadores de Boston y Finlandia revela que la promesa de un futuro limpio puede esconder prácticas profundamente cuestionables. El caso: más de una década de corrupción en proyectos solares a gran escala en el sur de California.

Entre 2010 y 2024, se desarrollaron 13 proyectos solares en la región que, en conjunto, suman una capacidad instalada de 4,25 gigavatios. Pero bajo esa cifra técnica se oculta una serie de irregularidades que involucran a funcionarios públicos, empresas privadas y comunidades desplazadas o ignoradas. El estudio identificó siete patrones recurrentes de corrupción que afectan la integridad de estos proyectos y el valor real que generan para la sociedad.

Clientelismo y favoritismo: energía para unos cuantos

Uno de los hallazgos más preocupantes del informe es la existencia de redes de clientelismo entre funcionarios y empresas desarrolladoras. El caso más representativo involucra a un alto funcionario del estado que fue apartado de sus funciones tras revelarse su relación con un lobista del sector energético. Esta relación resultó en una peligrosa indulgencia regulatoria: permisos aprobados sin estudios arqueológicos, falta de sanciones ante daños ambientales, y un manto de protección a proyectos con impactos severos en el territorio.

En un ejemplo concreto, el Centro de Energía Solar Génesis, de 250 MW, fue aprobado a pesar de la existencia documentada de al menos 99 yacimientos arqueológicos en la zona. La omisión de estudios y la indiferencia institucional dejaron a comunidades indígenas sin defensa ante el avance de las obras.

 transición energética en California

Rentismo y acaparamiento de tierras

El informe también describe cómo se usaron mecanismos legales y financieros para despojar a comunidades locales —muchas veces indígenas o rurales— de sus tierras. Se desviaron fondos públicos y se otorgaron concesiones sobre terrenos comunales, bajo promesas de desarrollo que rara vez se cumplieron.

Esta lógica de acumulación reproduce viejos esquemas coloniales bajo un nuevo rostro verde. Lo que se presenta como “desarrollo sostenible” termina beneficiando a actores externos que obtienen tierras a bajo costo y se apropian de los recursos estratégicos de la región, como el espacio, el sol y el suelo.

Desvío de beneficios: cuando el sol no ilumina a todos

Una de las principales promesas que justifican los grandes proyectos solares es el desarrollo económico local. Se habla de empleos, infraestructura, dinamismo económico. Pero en la práctica, este estudio demuestra que los beneficios reales han sido canalizados hacia grandes corporaciones, muchas de ellas con sede fuera de California.

Los empleos prometidos no llegaron, las mejoras en infraestructura fueron mínimas, y los ingresos por impuestos se diluyeron a través de estructuras financieras opacas. Las comunidades locales, que convivieron con el polvo, el ruido y el impacto paisajístico de las obras, vieron muy poco del retorno prometido.

Robo de patrimonio cultural

Uno de los aspectos más graves del caso Génesis fue el saqueo o destrucción de vestigios arqueológicos. La Declaración Final de Impacto Ambiental documenta que durante la construcción del proyecto se retiraron artefactos culturales y restos valiosos como cerámicas y hasta cráneos de mamut.

La construcción ignoró tanto la importancia patrimonial como los derechos de las tribus indígenas locales, para quienes esos vestigios son parte de su historia, identidad y memoria colectiva. Esta forma de violencia cultural es una de las más invisibles, pero también de las más irreparables.

Lavado ecológico: cuando el discurso verde encubre prácticas opacas

El informe también revela que varios de los proyectos implicados incurrieron en greenwashing: es decir, presentarse como ambientalmente responsables mientras ocultan o minimizan sus impactos negativos.

Se usaron evaluaciones ambientales imprecisas o manipuladas para acelerar los permisos y reducir la resistencia social. En varios casos, se omitió información crítica en los reportes públicos, haciendo que los proyectos parecieran más limpios, seguros y responsables de lo que en realidad eran.

Evasión fiscal: menos recursos para el interés público

El documento también señala que muchas de las empresas involucradas en estos proyectos usaron estrategias de evasión y elusión fiscal, trasladando beneficios económicos al extranjero o a paraísos fiscales. Como resultado, las autoridades locales dejaron de percibir ingresos clave que podrían haberse destinado a educación, salud o infraestructura pública.

Esta dinámica pervierte uno de los pilares de la transición energética: que los beneficios se distribuyan de forma justa entre quienes alojan estos proyectos y quienes invierten en ellos.

Falta de transparencia y control social

Finalmente, se denuncia una opacidad generalizada en los procesos de planeación, aprobación y supervisión de los proyectos solares. Información clave no fue publicada, se limitaron los espacios de participación ciudadana, y en muchos casos se desinformó o ignoró a las comunidades locales.

Esta falta de transparencia impidió que actores sociales y autoridades independientes pudieran ejercer control y garantizar el cumplimiento de los compromisos asumidos.

¿Energía limpia… para quién?

Este caso plantea una pregunta incómoda: ¿puede una energía ser considerada limpia si se construye sobre la base de corrupción, exclusión y abuso?

La transición energética no es solo un cambio de fuente. Es una oportunidad para repensar cómo se toman las decisiones, quién gana y quién pierde, y cómo se equilibra el interés ambiental con la justicia social. El informe no condena el desarrollo de la energía solar, sino que exige que este se haga con ética, transparencia y beneficio real para todos.

Si la promesa de un futuro verde se convierte en una réplica de los viejos esquemas de poder, entonces habremos fracasado. La energía limpia no solo debe reducir emisiones, sino también iluminar una forma distinta de hacer las cosas.

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