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NoticiasAmbientalEl imperio de la basura

El imperio de la basura

El imperio de la basur
Basurero vía Shutterstock

Las bolsas de basura de las calles de la colonia Del Valle, en la Ciudad de México, comienzan a crujir a eso de las cuatro de la mañana. Luis Rodríguez, ojos verdes y cara bronceada que hurga entre los desperdicios. Busca aluminio, cartón, fierro, botellas de PET (un tipo de plástico) o aparatos electrónicos.

Los separa y mete en dos grandes botes oxidados que arrastra con la ayuda de un diablito. Tiene 19 años y ya es todo un experto en seleccionar materiales que siguen teniendo valor, aunque la gente hasta paga por desecharlos. Rodíguez es pepenador. Heredó el oficio de su padre.

Gana entre 500 y 800 pesos diarios por la basura que entrega a centros de acopio de la misma colonia. Recibe 13 pesos por el kilo de latas de aluminio, 4.40 por el PET, 1.70 por el fierro, 1.40 por el papel, 1.10 por el cartón y 20 centavos por el vidrio.

Las autoridades no saben con precisión cuántos pepenadores o acopiadores de primera mano hay en el país. Pueden ser personas que se han dedicado a esto toda su vida o gente que lo hace ocasionalmente, como amas de casa, indigentes, migran tes e, incluso, niños.

Sin embargo, Armando Hernández, presidente del Instituto Nacional de Recicladores (INARE), estima que en México existen al menos cuatro millones de personas que venden distintos materiales a los centro de acopio de todo el país.

El proceso de reciclaje en México tiene cinco eslabones. En el primer nivel están los pepenadores como Rodríguez. En el segundo están los pequeños centros de acopio que compran lo que los pepenadores recolectan. En el tercero están los centros medianos, con una mayor capacidad de almacenamiento, y en el cuarto están las empresas que tienen procesos de industrialización para limpiar y almacenar material para que sea reciclable.

Ellas son capaces de transformar los desperdicios en insumas para empresas. En el último nivel están compañías como Vitro, que fabrican productos a gran escala a base de desperdicios.

El reciclaje en sus distintas formas es un buen negocio, dice Juan Pablo Castañón, presidente de la Confederación Patronal de México, que agrupa a más de 36,000 empresas. «En la cultura del reciclaje se van encontrando nuevas oportunidades de negocio», dice Castañón.

En México se recicla poco 4.9 de la basura, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), pero el negocio genera 100,000 millones de pesos al año, según Hernández. Para alcanzar los niveles de Europa, las empresas que se dedican a esta actividad deben invertir más en tecnología. Según el Servicio de Administración Tributaria (SAT) también ha ce falta regularizar a los pepenadores.

Los reyes de la basura

En México se generan cerca de 77 millones de toneladas de basura al año: un promedio de 300 kilos por persona. «Este negocio es de volumen», dice Édgar Báez, propietario de la empresa Recupera México, que opera cuatro centros de acopio. Decidió continuar el mismo negocio que su abuelo empezó hace 60 años y que heredaron su padre y sus tíos. En un día, cada centro recibe entre 35 y 40 toneladas de papel y alrededor de seis toneladas de PET.

«Los centros de acopio representan el segundo y el tercer eslabón en la cadena de reciclaje», dice Hernández del INARE. Algunos son tan informales que pueden estar a pie de calle en un local donde apenas cabe una pesa. Otros son como los de Báez, más grandes y formales.

Entre más grande sea el centro y más capacidad de almacenaje tenga, el valor del material reciclable sube porque cada vez es más volumen. Por ejemplo, Rodríguez, el pepenador, vende el kilo de PET a 4.40 pesos, mientras que Báez lo vende a 5.60 pesos.

Báez le provee cartón y papel reciclable a Bío PAPPEL, el mayor productor de papel periódico y bond en México y América Latina. En los últimos 10 años, la empresa produjo más de 3.2 millones de toneladas métricas de papel periódico, según sus reportes financieros. Esto equivale a 83 del papel que consumen los periódicos publicados diariamente en el país. En una década, Bio PAPPEL también fabricó 8,200

millones de papel cartón corrugado, cerca de una ter-cera parte del consumo de empaques de cartón en México en 10 años.

Otro de los clientes de Báez es Avangar, la subsidiaria de la compañía mexicana PetStar, la recicladora más grande del mundo de PET grado alimenticio, según las autoridades mexicanas. Ahí la materia prima son las botellas de plástico para agua, refrescos o jugos.

En la cadena del reciclaje, Avangar representaría el cuarto nivel y Pet Star el quinto.

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Charles Harker / Shutterstock.com

Negocio desperdiciado

«La basura siempre ha sido un negocio, lo que pasa es que la gente no se daba cuenta», dice Raúl Pacheco Vega, doctor en Manejo de Recursos Naturales y Estudios Ambientales del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

En un país de 112 millones de personas, y en una ciudad como el Distrito Federal, con ocho millones de habitantes o 22 millones si se consideran las zonas aledañas, hay mucho material que puede reciclarse. Sin embargo, en México ese proceso depende de los pepenadores que andan por las calles o los que trabajan en los rellenos sanitarios.

Comparado con otros países de la OCDE, México es el país que menos recicla. Sólo 60 de la basura que se genera en el país llega a los rellenos sanitarios y únicamente 11 se recicla, de acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente.

«Mucho del material se va quedando en los tiraderos a cielo abierto, así que en el país no se lleva a cabo un reciclamiento constante y al 100», dice Hernández, del INARE. Países como Bélgica, Suiza, Suecia y Dinamarca reciclan más de 32%.

La falta de tecnología es uno de los factores principales que atrasan a México en materia de reciclaje, coinciden Hernández, Báez y Jaime Cámara, director general de PetStar. Sobre todo para los desechos electrónicos, que cada día son más. Aun así, en los últimos 20 años, la basura reciclada en México aumentó. En 1991 se procesaron 144 toneladas y para 2012 ya eran 2,100 toneladas, según la OCDE. Un incremento de 1,300. Los mexicanos reciclan sobre todo papel y cartón: 17 millones de toneladas. Le sigue el PET, con 240,000 toneladas, y después el aluminio, con 180,000 toneladas al año.

El sociólogo Héctor Castillo, de la UNAM cono ce bien el negocio de la pepena y los tiraderos de basura. Émpezó a investigar el tema en 1977, como parte de su tesis. Para hacer el trabajo de campo siguió a Panchito, la persona que recogía la basura en la Facultad de Ciencias Sociales.

Poco a poco logró colarse hasta los basureros, primero como barrendero, después como voluntario en un camión recolector de basura y al final, como pepenador. Vivió en el basurero de Santa Cruz Meyehualco, que ya no existe, pero que en su momento fue el tiradero más grande de la Ciudad de México, con una extensión de 64 hectáreas.

Ahí vivían 15,000 familias en casitas de lámina. Generaban «una riqueza impresionante», dice Castillo. Conoció a líderes sociales como Rafael Gutiérrez, conocido como ‘el zar de la basura’ que no sólo era adinerado, sino que alcanzó un gran poderío político.

Gutiérrez fue pepenador y luego chofer de camión de basura. Al tomar control del tiradero formó el Sindicato del Frente Único de Pepenadores de los Tiraderos del Distrito Federal y se impuso a otros líderes. Más tarde fue diputado suplente por el PRI, en 1979.

«Rafael Gutiérrez se transformó en un líder patrimonial hacia su comunidad, en la cual se imponía mediante el uso de la fuerza», dice Castillo. «El contacto con el gobierno era directo: concesiones, apoyos políticos, presencia de los programas de gobierno en los tiraderos».

El académico documentó cómo presidentes de la República visitaban a los pepenadores y comían con ellos. Jefes del gobierno capitalino, senadores, jefes delegacionales y presidentes municipales hacían lo mismo.

«Vi cómo se vinculaban los funcionarios de los gobiernos entre sí, cómo se utilizaban los recursos públicos para beneficiar a los partidos, cómo se manejaba a la gente para el apoyo partidista, cómo los políticos generaban su propia riqueza y construían sus propios negocios», dice.

Después de dos mega incendios y denuncias, el gobierno capitalino cerró Meyehualco en 1984. En su lugar, las autoridades abrieron el tiradero de Santa Catarina, en un cerro cerca de la salida a Puebla.

A Gutiérrez lo mataron de tres balazos en 1987. Su ex secretaria, Guillermina de la Torre, heredó el negocio. Ella y Gutiérrez tuvieron un hijo: Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, quien también entró al negocio de la basura. Fue presidente del PRI en el Distrito Federal hasta agosto de 2014, cuando renunció al cargo tras un escándalo por su supuesta participación en una red de prostitución.

Sin embargo, hasta el cierre de esta edición, las autoridades judiciales no habían podido comprobar las acusaciones en su contra.

Castillo también conoció a Pablo Téllez, otro líder de pepenadores. Téllez controló el tiradero del Bordo Poniente, que también fue clausurado. Hoy trabaja en un basurero de Aragón, en el oriente de la ciudad.

«Hay megalíderes pepenadores buenos y malos, pero la mayoría son buenos», díce Cámara, de Pet Star. «No voy a decir nombres porque están totalmente identificados y hacen quedar mal a los demás».

El empresario dice ser un defensor de los pepenadores, porque admite que su empresa llegó a ser la número uno a nivel mundial gracias a la labor cotidiana de ellos.

«Trabajamos con todo mundo en todo el país, porque ése ha sido nuestro mundo, esto ha ido evolucionando», dice. «Lo que yo digo es que en la evolución tenemos que ver mecanismos de inclusión y no de exclusión de los pepenadores. Yo soy un gran defensor».

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Basureros vía Shutterstock

Oportunidad Fiscal

Los pepenadores siempre han trabajado de manera informal. Aunque son los únicos proveedores de las grandes empresas de reciclaje, muy pocas les exigen facturas, pues, por lo general, son personas que no pagan impuestos. La Secretaría de Hacienda y los legisladores vieron a finales del año pasado una oportunidad de recaudación en esta población. En la reforma fiscal incluyeron una cláusula enfocada a empadronar al sistema tributario a los pepenadores y a los centros de acopio más pequeños.

«El objetivo es formalizar a todos los eslabones en la cadena del reciclaje», dice José Antonio Hernández, administrador central normativo de la Administración General de Servicios al Contribuyente del SAT.

La autoridad fiscal registró a 1,600 pepenadores de enero a junio de 2014. También metió al sistema a por los menos 9,000 acopiadores que ya ti en en un local, por más pequeño que sea, pero que no ganan más de 2 millones de pesos anuales.

Como resultado, los pepenadores hoy tienen que pagar impuestos, me parecería sensacional, que amerita gracias a los terrenos de Santa Catarina, gracias a la explotación de la gente, tiene convenios con los municipios, y si tuviera que pagar impuesto de los productos que vende o que empaca lo entiendo como lógico», dice Castillo, de la UNAM. «Pero cobrarle a sus pepenadores me parece un poco fuera de contexto».

Pacheco Vega, el investigador del CIDE, coincide: «Una cosa son los pepenadores y otro es el ‘Rey de la Basura’ (refiriéndose al priísta Gutiérrez de la Torre). Me parece absurdo cobrarle al que pepena por subsistencia».

Aunque sí es necesario buscar una manera de comprobar las compras de material en los centros de acopio dice Báez, de Recupera México la manera en que lo está haciendo el SAT no es «la más creativa», porque entre los pepenadores hay gente que no tiene ni siquiera acta de nacimiento.

«Yo le vendo a Pet Star, por ejemplo, que tiene una filial que son sus centros de acopio, que es Avangar, y le vendo a través de factura», dice. «Pero ahora yo, ante el fisco, cómo compruebo mis egresos. Cómo compruebo que compré esa materia prima. La verdad es que puedes comprobar solamente un 15 020».

De los 100,000 millones de pesos que el reciclaje genera al año, sólo unos 5,000 millones son tributados al SAT. Es decir, sólo 5, estima Hernández, del INARE.

Cámara, de PetStar que recibe el material en Avangar, dice que hasta 2009 operaban con un sistema de facturación propio conocido como ‘autofactura’ que le permitía reportar gastos no comprobables. Sin embargo, este sistema dejó de funcionar y, desde ese entonces, la empresa cabildea para que se reactive y así poder comprobar todos sus gastos.

Rodríguez, el pepenador de 19 años que deambula por las calles de la colonia Del Valle en las madrugadas dice desconocer las medidas que busca aplicar el SAT.

A él lo único que le preocupa es levantarse a las tres de la mañana para poder hacer su viaje diario de Los Reyes La Paz, en el Estado de México, a las calles del barrio de clase media en el Distrito Federal. «Los que más ganan son los jefes, los que mandan en los basureros, no nosotros», explica.

Fuente: PÉREZ , Wendy Selene. El Imperio de la Basura. Revista Expansión. Noviembre 2014, n° 1153, p. 137-144

1 COMENTARIO

  1. yo naci en santa cruz meyehualco hijo de padres pepenadores. creci siendo pepenador hasta los 18 anos. emigre a los estados unidos dejando mis padres en el basurero de santa catarina. ver estas imagenes me hacen orgulloso del mundo en que creci. ahora soy negociante en estados unidos tengo un restaurant, no fue facil porque sufri sudor por conseguir el sueno americano. pero siempre me dije si fui pepenador uno de los trabajos mas sucios del mundo no habra ningun otro trabajo mas dificil que me obstruyan salir adelante.

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