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El debate de maximizar el valor social

Hace casi 40 años, Nueva York fue la cuna de una controversia que cuestionaba “si la responsabilidad social era un elemento que debía considerarse al planear la política empresarial, si la empresa debería destinar algún porcentaje de sus utilidades a resolver problemas sociales y, si los directores de las empresas que no participaban en el capital deberían poder participar en estas acciones.

La controversia se realizó entre Eli Goldston, quien dirigía Eastern Gas and Fuel Associates y Milton Friedman, el eminente economista. Hoy, la discusión aún está en la mesa y las empresas en México que destinan un porcentaje de sus utilidades al área de responsabilidad social se pueden contar con los dedos de la mano.

Goldston sostenía que los accionistas de las empresas estaban satisfechos, e incluso aplaudían si un pequeño porcentaje de los ingresos se destinaba a causas sociales. Sin embargo, Friedman no consideraba estas acciones como responsables, sino todo lo contrario. Para él, la mejor forma en que se puede hacer uso de las empresas para alcanzar las metas sociales es: (a) forzarlas a competir para que no obtengan esas utilidades monopolísticas para echarlas por la ventana y (b) establecer normas para obligarlas a que paguen por los recursos que utilizan.

Para Friedman sólo las empresas monopolistas podían darse el lujo de destinar dinero para acciones sociales, pues una empresa que está en franca competencia con otras tiene que usar y cuidar todos sus recursos para competir. Ciertamente se podrían destinar recursos a causas sociales siempre y cuando fueran el medio para enfrentar la competencia, pero nunca de modo desinteresado, al igual que se debían disminuir los costos o posicionar la marca.

La responsabilidad social es de las personas diría Friedman y ejemplificaba con el caso de Henry Ford, quien al buscar su propio provecho beneficiaría al público, instituyendo métodos de producción masiva y estableciendo salarios más altos, mientras que en lo personal financiaba el Independent de Dearbon, un periódico antisemita; esa era la noción que Henry Ford tenía de la responsabilidad social. Esto significaba que la gente podía hacer lo que quisiera con su dinero y definir la responsabilidad social misma, pero no debía utilizar el dinero de la empresa.

Al final, la posición de Friedman era muy lógica; el modo en que la empresa podría ser más competitiva era contratando a las mejores personas para producir y distribuir el mejor producto, cuidando la calidad y ofreciendo un precio competitivo. Para tener a los mejores empleados debería otorgar salarios justos y el consumidor como representante de la sociedad sería el mayor beneficiado.

Eso sería responsabilidad social, diría Friedman, y tendría razón; la única premisa que debería cumplirse es que la autorregulación del mercado y/o la intervención del Estado fuera perfecta, lástima que no lo es y de hecho, esa sea la razón por la que las empresas deban participar en los problemas sociales más allá de su naturaleza comercial.

Fuente: Mundoejecutivo.mx
Por: Rodrigo de León González, profesor del área de Entorno Político y Social. Director del Programa de Dirección del IPADE.
Publicada: 26 de enero de 2012.

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