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El agua, motor y responsabilidad de la empresa

El agua es, por definición, una fuente de energía y un recurso renovable, pero finito y escaso. De hecho, la escasez de agua se ha convertido en uno de los desafíos fundamentales para la economía y la sociedad en la medida en que la demanda de agua dulce supera con creces la disponibilidad. Tanto es así que, según estimaciones actuales, la escasez de agua será una realidad para la mitad de la población mundial en el año 2025.

Según Lena Strandberg, autora de un reciente cuaderno de la cátedra “la Caixa” de Responsabilidad Social de la Empresa y Gobierno Corporativo, la atención al tema de la escasez de agua crece a marchas forzadas entre los políticos, la sociedad civil y el sector empresarial. Bajo el título “La escasez de agua y la RSC”, el estudio apunta una serie de reflexiones y orientaciones acerca de la responsabilidad social de las empresas con respecto al uso del agua.

La carestía de agua no es un fenómeno uniforme, pues varía considerablemente según los sectores (la agricultura, la minería, la alimentación o la generación de energía son sólo algunos de los que más padecen sus efectos) y en función de la localización de las empresas (las regiones más afectadas son África, Asia, América Latina y el Caribe). El 2030 Water Resources Group, un grupo constituido por organizaciones tanto privadas como públicas, se refiere a la escasez de agua como “un creciente riesgo empresarial, una amenaza económica mayor que no puede ser ignorada y una prioridad global que afecta al bienestar humano”.

Qué hacer desde la empresa

Además de la escasez, existen otros dos problemas asociados a ésta: la competencia por los recursos y la reducción de la calidad. Ambos plantean desafíos porque pueden llegar a comportar un aumento de los costes, una obligación de ahorrar y, en última instancia, la necesidad de tratar y reciclar agua usada y residual.

El consumo de agua exige a las empresas relacionarse con las comunidades locales con el objetivo de disminuir posibles conflictos y pérdidas de la “licencia para operar”. No basta con tener derecho legal si ello genera perjuicios importantes a otros usuarios potenciales con menos capacidad de presión política, económica y legal.

El agua no es un recurso aislado, sino que depende e interactúa con otros recursos, como la energía. Asimismo, tanto el agua como la energía se ven afectadas por el cambio climático, que aumenta la necesidad de ambas, agravando aún más los peligros de la escasez para el sector empresarial. Los riesgos de la carestía para las empresas se clasifican generalmente en cuatro tipos:

1. Riesgos físicos. Los peligros relacionados con las inundaciones, la contaminación, la seguridad de suministro y la escasez son cada vez más frecuentes y, según diversas estimaciones, las interrupciones en la producción causadas por la falta de agua aumentarán en el futuro.

2. Riesgos regulatorios. Surgen cuando un cambio en la legislación altera el coste que debe afrontar la empresa para poder operar, lo que afecta negativamente al interés de los inversores y/o cambia el panorama competitivo. Partiendo de la base de que los requisitos serán diferentes en cada región, las empresas pueden encontrarse con cuotas de consumo más altas, multas por mal uso y riesgos de suspensión o negación de permiso.

3. Riesgos de reputación. Las empresas que no asumen que el agua es un tema fundamental pueden tener problemas para su reputación, discrepancias con el Gobierno y las comunidades locales o incluso la pérdida de la “licencia para operar”. Si una empresa no muestra sensibilidad hacia los problemas locales de los territorios en los que opera, haciendo un uso irresponsable de los recursos hídricos de la zona, puede perder la legitimidad social, lo que, a su vez, puede derivar en manifestaciones y protestas que fuercen al Gobierno a anular la “licencia para operar” de la empresa.

4. Riesgos financieros. La escasez conlleva un incremento de los costes de seguros y créditos y puede minar la confianza de los inversores, además de aumentar la competencia entre sectores. La corrupción es otro de los riesgos financieros que suelen aparecer en contextos de carestía.

El documento no se limita a apuntar los posibles riesgos, sino que propone a las empresas que hagan de la necesidad virtud, desarrollando y perfeccionando sus sistemas para obtener así ventajas competitivas. Entre las oportunidades que recoge el estudio, destacan:

• El desarrollo de nuevos mecanismos y tecnologías para acceder al agua.

• Mayor eficiencia a través de la implementación de mejoras en la producción.

• Diseño de productos y procesos menos dependientes y/o que supongan menos impactos negativos.

• Mejora de la imagen y de la reputación empresarial a través de la participación en la gestión de agua (en colaboración con gobiernos, comunidades locales y la sociedad civil) y de la posibilidad de diferenciar su marca.

• Mejor acceso al crédito y a fondos de inversión responsables.

• Desarrollo de nuevos productos para cubrir nuevas regulaciones.

Iniciativas colectivas y herramientas

Existen varias iniciativas colectivas y herramientas para ayudar a las empresas a conocer hasta qué punto dependen del agua y cuál es el impacto real de su producción sobre el agua. El estudio destaca cuatro de ellas:

1. Análisis del ciclo de vida (Life Cycle Assessment, LCA), una herramienta –utilizada sobre todo por empresas que hacen uso directo de los recursos, como las extractivas y las químicas– para evaluar el impacto potencial sobre el medio ambiente de un producto, proceso o actividad a lo largo de todo su ciclo de vida.

2. Water Footprinting (WF)–Water Footprinting Network, desarrollado inicialmente para medir el uso total anual en la producción de bienes y servicios, y servir así como instrumento de contabilidad para la gestión de recursos hídricos.

3. Gemi Water Sustainability Planner and Tools, que consta de dos herramientas que permiten a las empresas crear una estrategia integral respecto al agua y comprender la dependencia que de ella tienen cada una de las instalaciones de la empresa en particular, así como la situación de la cuenca local.

4. WBCSD Global Water Tool, herramienta que compara los usos de agua de las empresas (incluyendo el personal, el uso industrial y la cadena de suministro) con la información sobre el país y la base de las cuencas.

En definitiva, para las empresas es importante entender que, en mayor o menor medida, el agua es un recurso fundamental para su funcionamiento, a fin de desarrollar estrategias que les permitan afrontar con garantías los riesgos de la escasez.

Fuente: IESEinsight.com

2 COMENTARIOS

  1. Estamos en el momento de no retorno, es momento de hacer colectivamente las acciones que den seguridad a la disponibilidad del recurso del tiempo. Es un asunto de vida, es un asunto de evolución como sociedad.

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