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Change.org fomenta el cibervoluntariado e invita a defender la dignidad de la mujer

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Por: Emilio Guerra Díaz

Hace varios años, cuando la televisión de paga (principalmente por cable) apenas abría canales para trasmitir continuamente música de bandas, platicaba con mi amiga Erika Zita. Le expresaba que parecía que cada grupo escribía una canción como se dice popularmente “al chilazo” (rápidamente sin cuidar la calidad) y en la elaboración del video promocional a falta de recursos económicos, equipo y producción profesional se utilizaban una o dos cámaras handycam y se grababa. Luego venía la edición que era igual de pobre pero se daba peso a resaltar la recordación del nombre de la banda.

Erika me decía que eran videos «chafas”. Coincidíamos en señalar que florecían en esos videos los deseos, aspiraciones y fantasías de los cantantes donde vislumbraban adquirir poder, prestigio… ah pero mágicamente se transformaban en atractivos hombres donde las mujeres, todas ellas guapas y muy sensuales, se peleaban por ellos.

Al paso de los años el género de banda fue tomando importancia y captó mucha audiencia hasta provocar negocios rentables. Por ello las disqueras invirtieron más dinero en una producción profesional, uniformar a los cantantes e integrantes de las bandas que compartían el mismo diseño de botas, chamarras, sombreros, joyas, etc.  y a cada pieza musical se le cuidaba con mayor ahínco.

Fruto de ese esfuerzo varias bandas lograron ganarse la preferencia del público y el negocio se convirtió de venturoso en algo aún más rentable gracias a la presentación en vivo de los grupos en palenques, ferias contrataciones privadas y  por supuesto por alentar una alternativa sabatina de baile popular y tardeadas para jóvenes.

Sin embargo, en los últimos años el género banda ha ido consolidándose en estilos y mensajes que se repiten con sus necesarias variaciones enviando distintos mensajes y estereotipos a sus audiencias.

La fiesta por sobre todo

Muchos compositores de hoy que seguramente no conocieron a José María Napoleón y su celebérrima canción “Hombre”. Por lo que  una vertiente constante de las composiciones de bandas es presentar el consumo desmedido de alcohol, quién es más “fregón” es “el que toma más y aguanta”. El mensaje que envían  es viva el reventón, la pachanga y la ingesta irresponsable.

El romanticismo remplazado por el deseo

Explícitamente un gran número de canciones demuestran el abuso de la situación del varón sobre la mujer, donde la “hombría” es sinónimo de quién tiene más mujeres, quién es más atractivo para ellas. Por su parte el varón dicta “lecciones de vida” para que la fémina que lo despreció al paso del tiempo se arrepienta y vea lo que perdió.

Basta escuchar como diversas canciones giran en torno a frases donde los cantantes explícitamente desean tener relaciones sexuales, se los piden. Se trata de  colmar el deseo (es la muerte del romanticismo para dar paso a la “obtención del objeto”). Las consecuencias culturales y sociales es que  ha cosificado a la mujer, se le toma como objeto reemplazable, de uso y como si fuera algo “desechable”.

Un paso más… el feminicidio

En esta semana, el sitio Change.org  ha tomado relevancia porque está apoyando una campaña donde pide a Sony Music retirar la transmisión de un video por considerar que el mensaje que manda a la audiencia es justificar un feminicidio por infidelidad. La petición se hace también a Consejo Nacional para Evitar la Discriminación (Conapred) y a Inmujeres.

¿Se equivocó Sony?, quizá, y tiene una parte de responsabilidad respecto a la producción del cuestionado video.

Precisamente la petición “Sony Music no promuevas el feminicidio” en Change.org enfatiza en una problemática adicional en la que han incursionado fatídicamente algunos grupos, compositores e intérpretes de banda como es el caso del video de la canción “Fuiste mía”, de Gerardo Ortiz, que se trasmite en Bandamax (canal 241 de Izzi) y se puede ver en YouTube.

La historia: un “machín” que hace se justicia porque ha sorprendido a su pareja con otro y cegado por los celos decide eliminarla. Si no ha visto el video ya se imagina el lector la producción: inicia con una atractiva mujer en lencería. Una vez que “su hombre” se va le habla a su amante y son sorprendidos por el protagonista (Gerardo Ortiz) que de inmediato ajusticia al infiel y a ella le profesa un castigo. Es atada de manos, su voz silenciada con un trapo en la boca, manoseada. La encajuela y finalmente privada de la vida. El “sesudo” video concluye cuando con cara de triunfalismo Gerardo Ortiz termina un cigarro y lo arroja a la hierba regada con gasolina que encenderá un granero donde yace el cuerpo de la desafortunada mujer. Un feminicidio sin duda.

En la semana el cantante ha salido a defenderse desde Los Ángeles diciendo que el video es pura ilusión, “nadie fue lastimado en la filmación”. Algunos de sus colegas han señalado que es desatinado.

La campaña, que en el momento de redactar esta nota la petición registra más de 61, 481 firmas de adhesión, está vigente y los lectores pueden sumarse aún.

Así justifica la campaña:

Hola soy una reportera y activista mexicana, que ha decidido tomar acción contra la promoción y apología del feminicidio que se expone en el video de Gerardo Ortiz (cantante de música de banda) ‘Fuiste Mía’, por esto pido a Sony Music, casa disquera del mencionado cantante, que elimine el video de cualquier medio digital o de comunicación.

El contexto social y actual en que vivimos en México es importante no reproducir ni mandar mensajes que inciten al odio y a la violencia de género, mensajes como el que se muestra en el vídeo -donde por celos se da muerte a dos personas, pero a la mujer en especial se le trata con violencia extrema- Los feminicidios en el país son cada vez más preocupantes. Las estadísticas crecen; pero por encima de esto hay miles, millones de mujeres que no nos sentimos seguras, muchas veces ni en nuestros propios hogares, más aún cuando mandan mensajes de esta naturaleza.

Se debe cancelar la difusión de este video porque cantantes como Gerardo Ortiz son un modelo a seguir para muchos ciudadanos que no tienen la información suficiente para desechar mensajes tan nocivos para la sociedad mexicana. Se expone a las y los ciudadanos a la idea de que tal violencia puede ser la solución ante conflictos en la pareja, y a que la vida puede ser arrebatada si se “justifica” de alguna manera.

Es importante también que figuras como este personaje se dé cuenta de la influencia que tiene en sus seguidores, pero sobre todo del compromiso social que debe de asumir como representante de la cultura de este país por medio de su música y por lo tanto asumir la responsabilidad de los mensajes que envía a la sociedad. Por lo anterior le pido tanto a la casa disquera como al cantante que elimine este video para así evitar mandar mensajes de odio hacia las mujeres que promuevan la violencia de género en la más peligrosa de las vertientes, el feminicidio”.

Lo importante de esta petición que se hace a Sony Music es que el sitio Chang.org permite movilizar a personas a causas que estiman de interés público. De alguna manera esa página electrónica fomenta el cibervoluntariado.

Vea el lector que lo que antaño hacía Amnistía Internacional con sus activistas sobre redactar cartas cortésmente a gobiernos para solicitar la liberación de presos de conciencia y un juicio rápido y expedito a presos político; mandarlas al país objeto de la campaña y que los destinatarios leyeran y procedieran o no a tomar acción;  el desarrollo de las tecnologías de Información han popularizado, facilitado y han dado gran visibilidad a ciertas causas y han provocado  el  involucramiento de un mayor número de personas reduciendo el tiempo para hacer llegar el mensaje.

Mientras más personas se sumen se logra mayor fuerza y repercusión. Por otro lado se refuerza la cadena de posible participación social: de cibervoluntario se puede pasar a voluntario en una organización, de ahí a ser un activista y finalmente considerarse un ciudadano proactivo y monitorear acciones de empresas, gobiernos y organizaciones.

Claro que en el género banda existen melodías de gran calidad (como “Malabares” de Grupo Duelo) pero el arribo de tanto grupo al mercado ha implicado la repetición de patrones socioculturales y estereotipos harto accidentados como el caso de Gerardo Ortiz, donde hay mejor producción pero una grave falta de respeto a la dignidad de la mujer. Invitamos a visitar Change.org y sumarse a algunas de sus campañas.


Emilio Guerra Díaz

Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.

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