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«Banqueros esperaron a que pasara lo peor de la crisis para retomar antiguas prácticas especulativas»

Después de una breve tormenta, los causantes de la crisis se apoltronan en su soberbia y su codicia para enriquecerse a costa de la Humanidad. Las auténticas propuestas de cambio se han ido con el viento.

Al estallar la crisis mundial, se anunciaban medidas “radicales” en consonancia con las directrices de economistas opuestos al neoliberalismo ortodoxo que provocó el caos. No sólo se han descafeinado las recomendaciones, sino que además se retoman prácticas identificadas como causas del cataclismo económico.

Varios ejecutivos que hicieron portadas de periódicos por las quiebras que provocaron y por las ganancias que les aseguraron sus contratos blindados han vuelto al mundo financiero con contratos en entidades financieras y de fondos de riesgo. Charles Prince (Citigroup), Stan O’Neal (Merryl Lynch) Mark Walsh y Dick Fuld (Lehman Brothers), y muchos más, han recuperado “su” nicho en el mundo financiero.

Algunos economistas como el Nobel de economía, Paul Krugman, sostienen que los banqueros han esperado a que pasara lo peor de la crisis financiera para retomar antiguas prácticas especulativas y de riesgo que les permita volver a maximizar los beneficios. Aunque dure muy poco la tormenta en Wall Street, la economía real está lejos de su recuperación, como denuncian expertos detractores del neoliberalismo ortodoxo que dicta a los políticos las medidas que los Gobiernos han de tomar para salir de la crisis.

Desde marzo, han repuntado indicadores económicos que habían tocado suelo. Esto explica que gurús del neoliberalismo anuncien ya el fin de la crisis que “se avecina”, como si superarla consistiera sólo en el repunte de indicadores de la bolsa. Algo no cuadra cuando los bancos que se ahogaban hace unos meses no sólo han devuelto los fondos públicos que obtuvieron a cambio de un monitoreo estricto del Gobierno, sino que ya han anunciado ganancias millonarias durante la primera parte de 2009.

Se han obtenido con las mismas técnicas de antaño que produjeron la crisis, señala Joseph Stiglitz, también Nobel de economía. Además de volver a los beneficios, los fondos de riesgo se blindan de la mano de uno de los lobbyistas más poderosos de Estados Unidos, contratado por Managed Funds Association, patronal de los hedge funds.

La contradicción que supone premiar a los responsables de la crisis salpica al propio equipo de Obama, que cuenta con claros detractores de cualquier tipo de regulación financiera. Aunque el plan del Ejecutivo estadounidense para regular a las entidades financieras ha sido presentado como el más ambicioso desde la Gran Depresión, periódicos financieros estadounidenses que no destacan por progresistas coinciden en que las medidas de Obama se han recibido con alivio en Wall Street.

Así lo ve el economista canadiense Michel Chossudovsky, que tacha de inservibles las “medidas” porque son en realidad la causa de la crisis” y porque “se premia a los culpables”.

Niega que los fondos para salvar a los bancos sean necesarios para restablecer la coherencia bancaria. “Nada va a la economía real. La mayor parte del dinero público acabará en operaciones especulativas… Estamos ante la mayor transferencia de riqueza de la historia. Estados Unidos ha dado a los bancos el 12% de su PIB. ¡El doble que el PIB de Rusia! Esto lleva a una situación sin salida: no habrá dinero para nada más”.

Junto con Chossudovsky, otros economistas como Vicenç Navarro y Juan Tórres López, desmontan un modelo que tiene como premisa mayor la necesidad de sostener a toda costa un modelo que concentra cada vez más riqueza en menos manos, con argumentos falsos de competitividad y de fomento de la creatividad.

Entre sus propuestas alternativas están la regulación estricta de los fondos de riesgo, la separación de la banca comercial de la de inversión, el fin de los paraísos fiscales, la creación de un organismo monetario internacional que penalice la especulación, el aumento del gasto público y el refuerzo de la cobertura social, el aumento de impuestos al capital y las rentas altas, persecución del fraude fiscal, aplicación de tasas a las transacciones financieras, 15 veces superiores al PIB mundial…

Las personas que nos han llevado a la situación actual en su falta de ética no tendrían una segunda oportunidad para volver a sentar el mismo modelo si la ciudadanía escuchara a quienes nos advertían desde hace años del inminente estallido de una burbuja insostenible.

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