En lo que calificó como «el día más trascendental de desregulación en la historia estadounidense», el director de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), Lee Zeldin, anunció la eliminación de 31 regulaciones ambientales clave. Entre las medidas revertidas se encuentran normativas sobre la contaminación de plantas de energía de carbón, estándares de emisión para vehículos y políticas relacionadas con el cambio climático.
«Estamos terminando con la religión del cambio climático y dando paso a una nueva era de prosperidad para Estados Unidos», escribió Zeldin en un artículo publicado en The Wall Street Journal.
Según el Administrador de la EPA, la eliminación de estas regulaciones reducirá los costos para las familias estadounidenses y para la industria, permitiendo ahorros multimillonarios en lo que él describe como «impuestos ocultos» que han encarecido bienes y servicios esenciales como la calefacción del hogar y la compra de automóviles. También aseguró que estas acciones impulsarán la manufactura y fortalecerán la economía en diversas comunidades.
Una de las medidas más controvertidas es la intención de Zeldin y del Presidente Donald Trump de revisar el hallazgo científico de 2009 de la EPA, que establece que los gases de efecto invernadero representan un peligro para la salud y el bienestar público. Este hallazgo, realizado bajo la administración de Barack Obama y sustentado en la Ley de Aire Limpio, ha sido la base para regulaciones climáticas que afectan a sectores como el automotriz y el energético.
Expertos en cambio climático han criticado duramente esta medida. David Doniger, especialista en política climática del Natural Resources Defense Council, afirmó que «la abrumadora evidencia científica hace que cualquier intento de revocar este hallazgo carezca de sustento legal y científico».
Además de la revisión de este hallazgo, Zeldin anunció que la EPA reescribirá normativas que limitan las emisiones de plantas de energía basadas en combustibles fósiles y la regulación de emisiones vehiculares. Tanto él como Trump han calificado erróneamente estas normas como un «mandato» para la compra de vehículos eléctricos.
Durante la administración de Joe Biden, estas regulaciones fueron defendidas como un mecanismo clave para reducir la contaminación, mejorar la salud pública y garantizar un suministro confiable de energía a largo plazo. No obstante, la nueva dirección de la EPA ha señalado que su intención no es desproteger el medio ambiente, sino fomentar soluciones innovadoras que no obstaculicen la producción energética.
«No estamos abandonando la protección ambiental, sino asegurando que se logre mediante la innovación en lugar de regulaciones asfixiantes», declaró Zeldin. También argumentó que revisar las restricciones sobre la producción de petróleo y gas permitirá que la energía estadounidense siga siendo «limpia, asequible y confiable».
Las reacciones desde la comunidad científica y ambientalista han sido contundentes. Michael Mann, climatólogo de la Universidad de Pensilvania, calificó las acciones de la EPA como «una nueva estrategia de negación climática». Según Mann, «ya no pueden negar que el cambio climático está ocurriendo, así que ahora fingen que no es una amenaza, a pesar de la abrumadora evidencia de que es uno de los mayores desafíos que enfrentamos hoy».
Con estas medidas, la Administración Trump consolida su postura de desregulación ambiental, en un movimiento que enfrenta oposición tanto en el ámbito científico como en sectores que advierten sobre los riesgos de relajar protecciones ambientales clave.