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Ante la disyuntiva: ser rico o ser feliz, ¿por cuál optaría?

Le puedo asegurar que en un 95 por ciento, la gente prefiere ser feliz.

Pero ¿hasta qué grado el nivel de ingreso está conectado con la felicidad? Todo depende de la pobreza o riqueza que haya en el entorno.

Los más pobres tienden a estar entre los menos felices. Sin embargo, los más ricos no son los más felices.

La investigadora de la Brookings Institution, Carol Graham, realizó un exhaustivo análisis de la «economía de la felicidad» y publicó sus hallazgos en su libro «Happiness around the world», publicado hace un par de años.

Su investigación demostró que, en términos generales, la gente de los países con ingreso más alto es más feliz que la de los países más pobres.

Sin embargo, tras llegar a un cierto nivel de ingreso que permite tener un razonable nivel de vida, la felicidad se asocia de manera más estrecha a otro tipo de factores como las condiciones de salud, el ambiente laboral y la satisfacción con la familia.

Sin embargo, hay contrastes en el mundo. Las encuestas aplicadas encontraron, por ejemplo, que los cubanos valoran menos su acceso a la salud y les resta felicidad la falta de oportunidades económicas.

En África, aun entre los países muy pobres, hay un grado alto de optimismo respecto al futuro de la siguiente generación, lo que influye positivamente en la felicidad.

Otro dato interesante tiene que ver con la edad. Resulta que en la mayor parte de naciones, quienes tienen entre 45 y 50 años están entre los menos felices. Los más jóvenes lo son más, pero también los de mayor edad.

Otro de los datos interesantes es lo que ocurre con la felicidad en los países de crecimiento rápido. Por ejemplo, en China, los campesinos que emigran a las ciudades y mejoran sus condiciones de vida respecto a las que tenían en el medio rural son infelices porque se comparan con los más ricos en las ciudades y no con los que permanecen con mayor pobreza en el campo.

De hecho, la investigación revela que en todos los países la desigualdad es causa de infelicidad independientemente del nivel de ingreso.

No es gran descubrimiento, pero Graham también encontró que el desempleo causa profunda infelicidad, independientemente de que haya seguros de desempleo.

En términos generales, una pérdida causa más infelicidad, que felicidad una ganancia, sea de empleo o libertad.

El muy extenso texto de Graham pone de manifiesto las limitaciones de las políticas económicas que parten de la premisa de que las personas actúan motivadas exclusivamente por el interés monetario, como la economía convencional y dominante lo supone.

La búsqueda de la felicidad es uno de los principales motores de las sociedades humanas, y los orígenes de la felicidad son muy diversos y complejos, tanto como los seres humanos lo somos.

Si no se toma en cuenta esa complejidad, las políticas económicas fracasan y… las estrategias electorales se desmoronan.

En el México actual, la pérdida de la seguridad en muchas zonas del País, al margen de estadísticas y de las loas a la estabilidad económica, es profunda causa de la infelicidad.

El repunte del PRI en las preferencias electorales nacionales también se puede explicar por la insatisfacción motivada por la erosión de las expectativas en los gobiernos del PAN.

¿Cambiará este hecho en los siguientes meses?

Fuente: Reforma.com
Por: Enrique Quintana
Publicada: 13 de enero de 2012.

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