En los últimos años, el avance tecnológico ha abierto nuevas posibilidades para enfrentar el calentamiento global. Entre ellas, las tecnologías de eliminación de carbono se perfilan como soluciones clave para reducir las emisiones acumuladas en la atmósfera. A diferencia de las estrategias de mitigación tradicionales, estas tecnologías apuntan directamente a capturar el CO₂ ya liberado, con el objetivo de frenar los efectos más severos del cambio climático.
A medida que gobiernos y empresas buscan cumplir sus compromisos net-zero, las tecnologías de eliminación de carbono se posicionan como herramientas imprescindibles. Algunas ya están en fase comercial, mientras que otras aún evolucionan en centros de investigación. Sin embargo, todas comparten un enfoque disruptivo que podría redefinir el futuro de la sostenibilidad y abrir nuevas oportunidades en responsabilidad social empresarial y en la economía verde global.
¿Qué son las tecnologías de eliminación de carbono y por qué son importantes?
Las tecnologías de eliminación de carbono (carbon dioxide removal, o CDR por sus siglas en inglés) son sistemas diseñados para extraer dióxido de carbono directamente de la atmósfera o de fuentes puntuales, como chimeneas industriales. A diferencia de las soluciones de mitigación, que reducen nuevas emisiones, las CDR se enfocan en revertir el daño ya hecho. Esto las convierte en una pieza esencial del rompecabezas climático actual.
El Acuerdo de París establece que limitar el calentamiento global a 1.5 °C requerirá no solo disminuir emisiones, sino también eliminar entre 5 y 10 gigatoneladas de CO₂ anualmente para 2050. Según el IPCC, sin tecnologías de eliminación de carbono, simplemente no llegaremos a las metas climáticas. Son, por tanto, una necesidad urgente y no solo una alternativa complementaria.
Además, estas tecnologías ofrecen co-beneficios significativos. Algunas restauran ecosistemas, otras generan empleo en zonas rurales o potencian la innovación industrial. Para los líderes en responsabilidad social empresarial, representan una oportunidad de impacto real: invertir hoy en estas soluciones puede ser tanto una estrategia climática como una ventaja competitiva a largo plazo.
7 tecnologías de eliminación de carbono
1. Captura directa de aire (DAC)
La captura directa de aire es una de las tecnologías de eliminación de carbono más avanzadas. Funciona mediante ventiladores gigantes que succionan aire y lo hacen pasar por filtros químicos que extraen el CO₂. Luego, este gas se puede almacenar en formaciones geológicas profundas o reutilizarse en procesos industriales. Empresas como Climeworks y Carbon Engineering ya operan plantas piloto y comerciales.
Aunque prometedora, la DAC enfrenta retos energéticos significativos, ya que requiere una gran cantidad de energía limpia para ser realmente efectiva. Además, sus costos operativos aún son elevados, lo que limita su adopción masiva. Sin embargo, al capturar carbono directamente del ambiente, ofrece un camino para remover emisiones residuales imposibles de evitar.
2. Bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS)
BECCS combina la producción de bioenergía —a partir de cultivos o residuos orgánicos— con la captura y almacenamiento del CO₂ generado en ese proceso. La idea es que las plantas absorben CO₂ mientras crecen, y al quemarlas para generar energía, ese carbono se captura y almacena, logrando una reducción neta de emisiones. Es una solución interesante para sectores como el energético y el agrícola.
No obstante, esta tecnología también implica dilemas importantes. Puede competir con la producción de alimentos o provocar deforestación si no se regula adecuadamente. Además, requiere infraestructura para el transporte y almacenamiento seguro del carbono. Aun así, si se implementa con un enfoque sostenible, BECCS puede ser clave en una estrategia climática integral.
3. Mineralización del carbono
La mineralización implica acelerar procesos naturales mediante los cuales el CO₂ se convierte en minerales sólidos, como carbonatos. Esto ocurre cuando el CO₂ reacciona con rocas ricas en magnesio o calcio, inmovilizándolo de forma permanente. Empresas como Carbfix en Islandia ya están inyectando CO₂ en formaciones basálticas donde se mineraliza en menos de dos años.
Lo atractivo de esta técnica es su permanencia: una vez convertido en roca, el CO₂ no puede liberarse fácilmente. Sin embargo, su implementación depende de la geología local y requiere grandes cantidades de agua. A pesar de estas limitaciones, la mineralización se perfila como una de las soluciones más estables y seguras para almacenar carbono a largo plazo.
4. Biochar
El biochar es un carbón vegetal producido a través de la pirólisis —la descomposición térmica de biomasa en ausencia de oxígeno— y puede almacenarse en suelos durante siglos. Esta técnica no solo secuestra carbono, sino que también mejora la fertilidad del suelo, ayuda a retener agua y reduce la necesidad de fertilizantes sintéticos. Es una opción especialmente viable para regiones agrícolas.
Su accesibilidad y beneficios colaterales la convierten en una de las tecnologías de eliminación de carbono más versátiles. Sin embargo, para que sea efectiva, se debe garantizar el manejo sostenible de la biomasa utilizada. El biochar es particularmente útil para pequeños productores y países en desarrollo, donde puede integrarse en prácticas agrícolas tradicionales con resultados positivos.
5. Captura de carbono oceánica
La captura de carbono oceánica busca aumentar la capacidad natural del océano para absorber CO₂. Esto puede lograrse mediante técnicas como el enriquecimiento con minerales alcalinos (como el olivino) o el cultivo de macroalgas, que absorben grandes cantidades de carbono al crecer. Estas tecnologías aprovechan procesos biogeoquímicos naturales y ofrecen soluciones de gran escala.
No obstante, existen preocupaciones ecológicas importantes. Alterar la química marina podría afectar la biodiversidad, y la recolección o deposición de macroalgas debe hacerse con precaución. A pesar de ello, la captura oceánica es una de las tecnologías de eliminación de carbono más prometedoras a nivel planetario, especialmente si se integra en políticas de conservación marina.

6. Suelos agrícolas mejorados
Esta tecnología consiste en modificar prácticas agrícolas para aumentar la capacidad de los suelos de capturar y almacenar carbono. Métodos como la labranza reducida, los cultivos de cobertura y el uso de compost orgánico permiten que el carbono se mantenga en el suelo durante más tiempo. Además, mejoran la salud del suelo, la biodiversidad y la resiliencia climática de los cultivos.
Una ventaja clave es que puede implementarse a gran escala usando infraestructura ya existente en el sector agropecuario. Sin embargo, la durabilidad del carbono almacenado es variable y depende del manejo continuo del terreno. Aun así, el potencial global de esta técnica como una de las tecnologías de eliminación de carbono más accesibles y co-beneficiosas es enorme.
7. Forestación y reforestación estratégicas
Plantar árboles —o restaurar bosques degradados— es una de las formas más naturales de capturar carbono. A medida que los árboles crecen, absorben CO₂ atmosférico y lo almacenan en su biomasa. Si bien es una solución conocida, las nuevas estrategias buscan maximizar su impacto seleccionando especies adecuadas, restaurando ecosistemas completos y protegiendo las zonas reforestadas.
No basta con plantar por plantar: para que esta sea una tecnología eficaz, deben evitarse monocultivos, considerar la biodiversidad local y garantizar la permanencia del bosque. La forestación estratégica es una de las tecnologías de eliminación de carbono más replicadas en el mundo, pero requiere gobernanza, financiamiento y visión a largo plazo para ser realmente efectiva.

Más allá de la innovación: barreras, ética y oportunidades
Aunque las tecnologías de eliminación de carbono representan una solución transformadora, aún existen múltiples barreras para su implementación masiva. La falta de financiamiento sostenido, los altos costos iniciales y la ausencia de políticas públicas claras limitan su adopción. Además, muchas tecnologías están en etapas tempranas y requieren pruebas piloto antes de escalarse.
Otro desafío crucial es el debate ético sobre su uso. Algunos sectores temen que estas tecnologías se utilicen como “licencia para contaminar”, retrasando la reducción urgente de emisiones. También existen riesgos sociales, como la posible apropiación de tierras para proyectos BECCS o la afectación de ecosistemas con prácticas como la fertilización oceánica. La gobernanza responsable será clave.
A pesar de ello, el panorama también ofrece oportunidades sin precedentes. Las empresas pueden liderar mediante inversiones tempranas, certificaciones de carbono transparente y alianzas con startups climáticas. Para quienes trabajan en responsabilidad social empresarial, estas tecnologías abren un nuevo frente de acción: uno donde el compromiso con el planeta se convierte en innovación, reputación y resiliencia corporativa.

El momento de actuar es ahora
El calentamiento global ya no es un problema futuro, sino una crisis presente que exige respuestas inmediatas. Las tecnologías de eliminación de carbono deben integrarse como una herramienta estratégica, no como una solución aislada. Su valor radica en complementar y acelerar la transición hacia una economía libre de carbono.
Los líderes empresariales tienen un papel decisivo: invertir, implementar y educar sobre estas tecnologías puede marcar la diferencia. Al incorporar soluciones de eliminación de carbono en sus agendas, las empresas no solo reducen su huella, sino que también generan confianza y liderazgo en sostenibilidad.
El reto climático es inmenso, pero también lo es el potencial de cambio. Apostar hoy por estas tecnologías es elegir un futuro más justo, saludable y equilibrado para las próximas generaciones. La acción climática ya no es opcional: es el nuevo estándar de competitividad y responsabilidad global.