Vivimos en una encrucijada crítica de salud pública: la cantidad de microplásticos en el cuerpo humano ha alcanzado niveles que alarman tanto a expertos como a organismos internacionales. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), cada persona ingiere más de 50 mil partículas de plástico al año, sin contar lo que se inhala.
Por otro lado, mientras la producción global de este material supera los 400 millones de toneladas anuales, el porcentaje de reciclaje es inferior al 10 %, lo que quiere decir que una gran cantidad de residuos plásticos se degradan en microplásticos que terminan contaminando nuestros alimentos, el agua, el aire y hasta el polvo. Este prisma revela una amenaza invisible pero constante para nuestra salud.
Diversos estudios han confirmado que los microplásticos están en todo nuestro entorno y al consumirse o inhalarse, se infiltran en el organismo. Estamos ante un riesgo infravalorado, pero aún no existen regulaciones que limiten su presencia en alimentos o agua, ni se han implementado políticas sanitarias integrales frente a esta exposición masiva.
Efectos de la cantidad de microplásticos en el cuerpo: lo que revela la ciencia
Se ha detectado cantidad de microplásticos en el cuerpo en órganos como pecho, hígado, pulmones, riñones, placenta, testículos, leche materna e incluso en el tejido cerebral. Un estudio publicado en Nature Medicine reveló que los cerebros presentaban concentraciones 7–30 veces mayores que un hígado o riñón, en algunos casos equivalentes a una “cuchara” de plástico en el tejido cerebral. Además, las personas diagnosticadas con demencia tenían niveles hasta diez veces más altos.
Por otra parte, estudios en animales y cultivos han vinculado su presencia con estrés oxidativo, inflamación, disfunción inmune, alteraciones metabólicas y proliferación celular anormal. Además, pueden actuar como vectores de aditivos tóxicos, como el BPA, que potencian su efecto dañino.
¿Qué medidas podemos adoptar para reducir la exposición a microplásticos?
Ante la contaminación plástica galopante, es urgente que adoptemos medidas personales para reducir la exposición: la cantidad de microplásticos en el cuerpo puede mitigar con hábitos diarios conscientes. Aquí algunas recomendaciones eficaces:
- Beber agua filtrada en lugar de embotellada. El agua embotellada puede contener hasta 240 000 microplásticos por litro, mientras que el agua del grifo filtrada reduce esta cifra a apenas 4 000 partículas anuales por persona. Esto disminuye sustancialmente la cantidad de microplásticos en el cuerpo.
- Evitar calentar alimentos en recipientes de plástico, ya que el calor libera partículas al alimento, reduciendo su migración al organismo.
- Utilizar utensilios de vidrio, acero o cerámica, lo que evita la lixiviación de restos plásticos a los alimentos.

- Reducir el consumo de ultraprocesados y alimentos enlatados, ya que suelen contener recubrimientos plásticos que aumentan la exposición.
- Evitar bolsitas de té plásticas, ya que un solo saquito puede liberar más de 11 000 millones de partículas nano y microplásticas al agua .
- Cocinar en casa, ya que los alimentos industriales pasan por más etapas de envasado e industrialización donde pueden contaminarse.
- Beber con pajilla de materiales no plásticos, evitando la liberación de partículas al líquido.
- Ventilar y limpiar el polvo con paños húmedos, reduciendo la ingesta de microplásticos suspendidos en el aire doméstico .
- Usar ropa de fibras naturales, evitando así la liberación de microfibras sintéticas al lavar o secar ropa.
- Evitar alimentos filtradores y mariscos, que concentran microplásticos al procesar grandes volúmenes de agua.
¿Es el reciclaje plástico puede ser una solución para este problema?
Aunque representa una vía para reducir residuos, el reciclaje plástico no es la panacea. En muchos casos, el reciclaje:
- Fracasa en romper el ciclo lineal de producción: gran parte del plástico reciclado se degrada rápidamente y termina desintegrándose en microplásticos durante procesos mecánicos o químicos .
- Genera contaminación secundaria: la trituración y lavado de plásticos liberan micro y nanoplásticos junto a subproductos químicos potencialmente tóxicos, derivados de aditivos globalcitizen.org+7es.wikipedia.org+7ipsnoticias.net+7.
- Tiene limitada capacidad real: sólo se recicla menos del 10 % del total producido, lo que deja sin gestionar al grueso del plástico desechado .
Así, lejos de ser la solución definitiva, el reciclaje puede perpetuar la cantidad de microplásticos en el cuerpo, al alimentar flujos constantes de fragmentación plástica.
El rol clave de la regulación y el tratado global sobre el plástico
Es crucial que los gobiernos implementen políticas robustas para reducir la producción de plástico virgen, regular la presencia de microplásticos y fortalecer herramientas como:
- Establecer normativa obligatoria sobre microplásticos en agua y alimentos, cubriendo también inhalación ambiental.
- Obligar a fabricantes a reducir aditivos tóxicos y mejorar la durabilidad de productos plásticos.
- Impulsar prohibiciones y tasas sobre plásticos de un solo uso, además de prohibir microperlas en cosméticos.
- Promover modelos de economía circular con reciclaje de calidad y recuperación productiva.
- Motivar la firma rápida del tratado mundial sobre contaminación plástica, como propone la ONU.
Sin la participación estatal, las acciones individuales serán insuficientes para revertir esta tendencia.
Un problema invisible con impactos urgentes para la salud pública
Enfrentamos una crisis silenciosa: la cantidad de microplásticos en el cuerpo se ha disparado a niveles que desafían nuestro bienestar, con fragmentos encontrados incluso en el cerebro y órganos vitales, y crecientes evidencias aunque aún sin causalidad directa con enfermedades. La investigación en curso revela riesgos potenciales como inflamación, estrés oxidativo y efectos tóxicos adicionales al actuar como vectores químicos.
Es urgente actuar. Adoptar hábitos cotidianos —desde el agua que bebemos hasta lo que comemos— permite reducir la cantidad de microplásticos en el cuerpo. Pero, sobre todo, se necesita que los gobiernos asuman su responsabilidad y culminen en un tratado global que limite la producción de plástico, regule su exposición y proteja la salud pública. Sin medidas colectivas, las acciones individuales resultarán insuficientes frente a un problema tan ubicuo.