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Visiones de Esperanza: Jehan Sadat

CADA DÍA, EN ALGÚN LUGAR DE ESTE MUNDO, HAY MADRES, padres y niños que enfrentan los retos del ambiente donde viven, luchando por sobrevivir ya sea con acceso o en algunos casos sin él, a la educación, al cuidado de la sald y al empleo. En el peor de los casos, existen familias que tratan de sobrevivir sin la comida, el techo y la ropa y la ropa adecuada, cosas que muchos de nosotros damos por hecho. En cada nación hay familias que se ahogan en la desesperación pues han perdido la fe, permitiendo de este moo que los problemas ordinarios entren en sus mentes y en sus almas, devorándolos por dentro, despojándolos de la capacidad de amar y de cuidarse unos a otros. Si tan solo estas desalentadas almas comprendieran que todos somos seres humanos impefectos en el mismo viaje de esta vida hacia la siguiente. Si tan sólo aceptaran que con Dios pueden tratar sus mortificaciones y aficciones con fortaleza y valor. Cuando mi esposo decidió que estaba tomando.

Ambos sabíamos que lo que decidiera, cambiaría nuestras vidas para siempre.

Sin Dios, sin la familia, la humanidad está perdida, abandonada al error y a tropezar ciegamente con la soledad de la desesperación. Sin Dios, nunca seremos capaces de darnos cuenta en su totalidad de la belleza de la paz y de la vida. Cuando la familia es sólida y la relación entre sus miembros está firmemente enraizada en amor muto, confianza y dignidad, entonces, y sólo entonces, la comunidad entera puede esperar ser más fuerte y aguantar las tormentas de la vida. Con base en cualquier otra circunstancia, la sociedad está perdida, sin importar cuán desarrollada o próspera sea.

A quince años de haber divido mi tiempo entre Egipto y Estados Unidos, me siento cómoda con el estilo de vida estadounidense. Sin embargo, debo decir que la primera vez sentí que había aterrizado en otro planeta.

No obstante, debo volverme a Egipto para ejemplificar mis actitudes religiosas, culturales y sociales para con mi familia. Para nosotros, elcentro de la vida es la familia, una actitud validada por las pinturas de las actividades diarias que se encuentran en las paredes de nuestros antiguos templos y en nuestros museos.

Durante nuestro pasado agrario, desarrollamos lazos fuertes con la tierra y la familia, creando dentro de nosotros una sensación profunda acerca de la responsabilidad social que prevalece en nuestro moderno estilo de vida. El mes santo de Ramadán ilustra esto. Nadie puede crecer en tal atmósfera y ser inmune a las codiciones dde vida de los demás. Como decimos en Egipto: «No vale la pena tener el paraíso, si éste no tiene gente.»

Cuando un occidental describe la familia, menciona la padre, a la madre y a los hijos. Sin embargo, cuando un egipcio describe la familia, menciona al padre, a la madre, a los hijos, tías, tíos, sobrinas, sobrinos y a todos los primos.

Y no hay extraños en Egipto. Ya sea con un tío rico en el Cairo o con un primo destante y pobre en Aswan, todos son generosamente bienvenidos. Nuestra concepción individual es que pertenecemos a una familia.

Del mismo modo que cualquier familia en el mundo, la familia egípcia se ha tenido que ajustar y adaptar al tiempo; sin embargo, nuestros lazos con la familia so n profundos y vastos. Dependemos de los demás para la felicidad y para el sufimiento. Nunca huebiera podido sobrevivir al dolor de perder a mi esposo sin el amor y el apoyo de mi familia. Por el mismo motivo, las bodas de mis hijos y el nacimiento de cada uno de mis once nietos fueron causa de celebración. Si no fuera por el apoyo de mi familia, no estaría haciendo lo que hago. Conforme Egipto siga desarrollándose, los rituales de la vida familiar cambiarán de manera natural. Sin embargo, no se resmplazarán ni olvidarán. Jamás permitiremos que nuestros lazos familiares y nuestra conexión con la tierra se rompan por completo y de manera permanente.

Pese a que en el último soglo el mundo ha pasado por muchos cambios tanto buenos como malos, la necesidad de cambio no implica la pédida de los valores tradicionales; el progreso no es otra palabra para degeneración moral.

Ni el desarrollo ni el progreso ponen en peligro los valores y la moral, sino la ausencia de fundamentos éticos fuertes y sólidos que se desarrollaron previamente en la familia.

Ciertamente, es posible para uno disfrutar de las comodidades de la vida moderna -aviones, automóviles, computadoras y teléfonos celulares, microondas y videograbadoras- sin que uno pierda el significado de los valores. Cuando amamos a Dios, cuando amamos a nuestras familias, podemos disfrutar de la vida sin traicionar las prácticas de decencia y sin abandonar las tradicines de nuestras culturas.

Para mí, la tradición es la acumulación de las experiencias, normas sociales y tecnología del pasado, por lo que es de naturaleza dinámica. Para que una sociedad esté completamente desarrollada, debe comprender y aceptar la importancia de las tradiciones sociales como religiosas en pos del bienestar de su población.

Mi religión, el Islam, tiene más de 1, 444 años ; aun así, permanece como un sistema vivo de creencias, establece los principios y el código ético que haya apoyado y apoyará a generación tras generación de creyentes. Eesto es válido para las otras grandes religiones cuyos cóigos de conducta se practican hoy en día. La compasión, la integridad, la justicia, la tolerancia y el amor no pertenecen a un publo o religión, ni tampoco serán, jámas irrelevantes y obsoletos.

El libro sagrado del Islam, el Corán, ordena cómo debemos tratar a los demás, sobre todo a los padres. Nos dice que seamos generosos cn ellos, obedientes, respetuosos y que los amemos con una ctitud de humildad y delizadeza. El trato a los padres es el segundo después de la adoración de Dios. Y las madres conservan un lugar muy especial. Las madres sin quienes nos dieron vida, nos llevaron durante nueve meses y pasaron or un dolor inmenso para traernos al mundo.

Son nuestras primeras maestras, nos dan lecciones y valores que llevaremos con nosotros por el resto de nuestras vidas. El regalo más grande de una madre para la sociedas es su hijo o hija.

También está escrito que niestros padres llegan a una edad mayor en nuestros hogares, no debemos mostrarles señal alguna de impaciencia o de reproche, sino que debemos hablarles con palabras amables. Cuando cuidamos de nuestros padres, tenemos la oportunidad de mostrarle a nuestros hijos cómo deben tratarnos. Gracias a nuestro ejemplo, ellos pueden aprender cómo actuar con nosotros cuando estemos en la misma estapa de la vida. De hecho, también aprenderán cómo tatar a los demás ancianos.

La conducta en le matrimonio también se menciona en el Islam. La relación entre el esposo y la esposa es una de las señales de Dios; por lo tanto, debe existir una atmósfera de paz y tranquilidad, denerosidad y misericordia entre el esposo y la esposa. El Corán establece: «Tus esposas son tu ropa interior y tú eres su ropa interior.» Estos no significa que una esposa es ta común y ordinaria como una prenda preferida, sino que un cónyuge está para proteger y cubrir lo errores del otro. El esposo y la esposa nunca deben exponer sus deficiencias ni los defectos del otro. Los fundamentos del matrimonio se alimentan de la fidelidad y el amor que crecen y vuelven más fuertes con las experiencias y con la sabiduría, la cual sólo el tiempo puede traer.

En el Islam, hombres y mujeres ostentan la misma responsabilidad para Dios, por lo tanto, cada uno cuenta por sus actos individuales. Dentro del matrimonio y de la familia, cada uno leva a cabo diferentes tareas y funciones.

El hombre es la cabeza de la familia y tiene la obligación de defender y cuidar a su espoa e hijos, mientras que la mujer es la reina en su hogar. Su obligación es la de criar a los hijos adecuademente, asegurar su educación y proporcionarles los valores correctos, alimetarlos no ´solo con comida para el cuerpo; sino también con el alimento para sus almas; el amor y la fe en Dios. Esto no significa que el esposo no tome parte en el desarrollo de los hijos o que sea superior a la esposa. ¡Nunca! El esposo y la esposa deben trabajar juntos, con amor, para dar pa y felicidad a su familia. Sin embargo, algunas veces, el matrimonio falla y debe haber un divorcio, pero los hijos no deben sufrir por que los padres no pueden vivir juntos en armonía.

Mi esposo venía de un pueblo que estaba a unos cuantos kilómetros de El Cairo, pero era un mundo lejano en cuestión de estilo, lo que llamaríamos primitivo, con grandes familias pobres y recursos limitados. Par un observador distraído, la vida de Sadat estuvo llena de privaciones y vacía de oportunidades. Aunque en realidad, su vida estivo llena de amor, fe y familia.

Mi esposos escribió: «Nunca podría volverme contra mi familia o mostrarme con menos lealtad hacia ella, puesto que esto es una gran contradición con los valores familiares con los que crecí, valores que continúan sosteniendo mi almay determinan mi vida mental de manera más efectiva que ninguna otra cosa. De hecho, la fe que tengo en estos valores se hace más profunda día con día, tanto que ha llegado a creer que sólo adhiriéndose a tales valores que se pueden salvar la sociedad, que sólo puede haber esperanza para la sociedad que actúa como una gran familia y no como seres independientes.» Lo mismo fue verdad para mí en El Cairo.

Salam, la paz, se encuentra en el centro del Islam, estableciendo mucho énfasis en la democracia, la compasión, la justicia, la tolerancia y la santidad de la familia. La fe inflexible que Sadar tenía en Dios y el amor por su gente, por los árabes e israelíes, es lo que lo llevó por el camino de la paz en el Medio Oriente. Por la paz pagó con su vida. Y por la paz, pagó con su vida. Y por la paz, mis hijos perdieron a su padre y yo perdí a mi esposo. Pese a los años de aflicción y de vacio que quedaron para siempre en nuestra familia, no tenemos reproches por lo que Anwar Sadar hizo por Egipto, Israel y el mundo entero. Estamos orgullosos de su familia, orgullosos de saber que se ganó su lugar en la historia por ser un hombre de paz.

Mi esposo también escribió: «In mit about kum… aprendí algo más que ha permanecido conmigo toda mi vida; el hecho de que a donde vaya, donde quiera que esté, siempre conoceré mi verdadero lugar. Nuca podré perder mi camino porque sé qe tengo profunda raíces vivas ahí, en la tierra del pueblo, en la tierra donde crecí.»

Yo siento lo mismo no importa a dónde vaya en este mundo, Egipto es mi respiración y mi familia es el latir de mi corazón. Mi amor por la familia, por mi país ymi Dios traen integridad y paz a mi vida. El amor que me dan mis hujos, mis nietos y Anwar Sadat, me llena de satisfacción, orgullo y felicidad. Los dejaré hoy con este último pensamiento: la conservación de la familia es el decreto de la voluntad de Dios y, del mismo modo, lo es el fomento de la paz, el cual da integridad y felicidad a la vida.

¡Que Dios llene de amor sus hogares y az nuestro mundo!

Obtenido del Libro: Arquitectos de la Paz
Publicado por: Michael Collopy, durante este año

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