El invierno, durante siglos sinónimo de frío persistente, hielo y silencio blanco, hoy se enfrenta a una pregunta incómoda. En el Ártico, la región que ha regulado el clima del planeta como un enorme refrigerador natural, los termómetros y la lluvia están contando una historia distinta. Una historia que ya no encaja con las estaciones que creíamos inmutables.
De acuerdo con The Guardian, los datos científicos más recientes muestran que el cambio climático no solo está elevando temperaturas, sino alterando los ritmos básicos de la naturaleza. El calor extremo ya no se limita al verano y sus efectos se filtran en meses que antes eran sinónimo de congelación. Este fenómeno plantea un desafío profundo: entender qué significa hoy el invierno y qué responsabilidades emergen de su transformación.
El Ártico en máximos históricos de temperatura
Entre octubre de 2024 y septiembre de 2025, el Ártico registró las temperaturas más altas en 125 años de mediciones modernas. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) confirmó que los últimos diez años han sido, sin excepción, los más cálidos jamás observados en la región. Esta tendencia ya no es una anomalía: es la nueva normalidad.
El calentamiento del Ártico avanza hasta cuatro veces más rápido que el promedio global, impulsado principalmente por la quema de combustibles fósiles. Este fenómeno está deformando un sistema clave para la estabilidad climática del planeta, debilitando su capacidad de reflejar calor y amplificando los efectos del calentamiento global en otras latitudes.

Menos hielo, más lluvia: una transformación silenciosa
La extensión máxima del hielo marino en 2025 fue la más baja desde que existen registros satelitales, hace 47 años. Más alarmante aún es la pérdida del hielo más antiguo y grueso: más del 95 % ha desaparecido desde la década de 1980. El océano oscuro que queda absorbe más calor, acelerando el círculo vicioso del calentamiento.
A este panorama se suma un récord histórico de precipitaciones. Gran parte de esa humedad ya no cae como nieve, sino como lluvia, incluso en meses tradicionalmente invernales. En junio, la cobertura de nieve en el Ártico era apenas la mitad de la registrada hace seis décadas, una señal clara de un cambio estructural.
Redefinir el “invierno” desde la ciencia
Los científicos han observado con sorpresa cómo el calor de otras estaciones se manifiesta también en pleno invierno. El crecimiento anual del hielo marino se ha visto afectado durante los meses que deberían ser los más fríos, y la extensión del hielo ha marcado mínimos históricos incluso recientemente.
Matthew Langdon Druckenmiller, editor del informe anual del Ártico, advierte que ahora llueve en invierno, algo impensable hace apenas unas décadas. Para la comunidad científica, este fenómeno obliga a replantear conceptos básicos y a redefinir el “invierno” como una estación cada vez más inestable, marcada por temperaturas fluctuantes y precipitaciones líquidas.
Impactos directos en comunidades y ecosistemas
Estos cambios no son abstractos. Para la fauna ártica, la lluvia sobre la nieve puede congelarse y formar capas de hielo que impiden el acceso al alimento. Para las comunidades humanas, estas condiciones generan rutas más peligrosas, mayor riesgo de accidentes y una creciente incertidumbre sobre formas de vida ancestrales.
El retroceso de glaciares también incrementa el riesgo de inundaciones repentinas, como ocurrió recientemente en Juneau, Alaska. Estos eventos muestran cómo la crisis climática ya no es un problema futuro, sino una realidad que afecta la seguridad, la movilidad y la economía local.
Redefinir el “invierno” y sus efectos globales
La pérdida de hielo marino no eleva directamente el nivel del mar, pero la desaparición de glaciares terrestres sí lo hace. Solo en 2025, la capa de hielo de Groenlandia perdió 129 mil millones de toneladas de hielo, una cifra que tendrá consecuencias durante generaciones para las ciudades costeras del mundo.
Zack Labe, climatólogo de Climate Central, señala que los efectos del calentamiento del Ártico se propagan en cascada. La pesca se ve alterada, los precios de los alimentos marinos aumentan y las ciudades costeras enfrentan riesgos para los que no están preparadas. Lo que ocurre en el Ártico no se queda en el Ártico.
Una estación que ya no es la misma
Hablar hoy de invierno implica reconocer que las categorías climáticas tradicionales están quedando obsoletas. El Ártico nos muestra, con datos contundentes, que el planeta está entrando en una fase de transformación acelerada, donde incluso las estaciones más estables pierden su definición histórica.

Para quienes trabajan en responsabilidad social, este escenario refuerza la urgencia de integrar la crisis climática en la toma de decisiones empresariales, sociales y públicas. Comprender que estamos obligados a redefinir el “invierno” es también aceptar que debemos redefinir nuestra relación con el entorno y asumir un compromiso colectivo frente a un clima que ya cambió.







