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PLD y sostenibilidad empresarial: un asunto estratégico

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Cuando hablamos de sostenibilidad, solemos pensar en lo ambiental y lo social. Sin embargo, la verdadera base está en la gobernanza corporativa, y dentro de ella las políticas, procedimientos y controles de prevención de lavado de dinero (PLD) se han convertido en un pilar fundamental. 

En México, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) trabaja en la actualización de reglas siguiendo las recomendaciones del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI). Pero más allá del marco regulatorio, la lección es clara: la sostenibilidad de cualquier empresa depende de integrar, de forma proactiva, sus políticas, procedimientos y controles de PLD en la estrategia general de la organización. No es un área aislada ni un requisito administrativo: es un elemento central de la planeación y dirección empresarial.

Los guardianes invisibles como arquitectos de confianza

Oficiales de cumplimiento, áreas de riesgos y comités especializados, los llamados guardianes invisibles, convierten la regulación en acción cotidiana. Diseñan sistemas de monitoreo, aplican debida diligencia (KYC/AML), reportan operaciones sospechosas y capacitan a sus organizaciones.

Hoy su rol va más allá del cumplimiento. Son los arquitectos que alinean estas políticas y controles con la estrategia empresarial de largo plazo, fortaleciendo la reputación, la resiliencia y la competitividad. 

Qué hacen y cómo lo hacen

Estos equipos no se limitan a cumplir con reportes. Diseñan sistemas que detectan operaciones inusuales, aplican controles desde la apertura de cuentas hasta la gestión de portafolios e incorporan tecnologías como inteligencia artificial, machine learning y big data para anticipar riesgos.

La conclusión es clara: el cumplimiento mínimo ya no basta. Integrar proactivamente las políticas y controles de PLD dentro de la estrategia empresarial es hoy una condición obligatoria para asegurar permanencia. 

PLD y sostenibilidad

Por qué importa 

El incumplimiento no solo implica sanciones millonarias; también significa pérdida de contratos, acceso limitado a financiamiento y deterioro de confianza.

Las políticas, procedimientos y controles de PLD no son un requisito accesorio: son una obligación estratégica. Una empresa que los ignora compromete su capacidad de crecer, atraer inversión y permanecer en mercados cada vez más exigentes.

Casos que dejaron huella 

Los ejemplos abundan:

·  HSBC (2012): multa récord de 1,900 millones de dólares en EE.UU. por operaciones vinculadas a cárteles.

·  Danske Bank (2018): 200,000 millones de euros blanqueados desde Rusia en Estonia.

·  Deutsche Bank: múltiples sanciones por deficiencias en controles. 

En México, la CNBV sancionó a Banco Azteca y Banco del Bajío por deficiencias en reportes a la UIF. Y tras el caso global de HSBC, su filial mexicana debió rediseñar a fondo sus sistemas de PLD.

Más recientemente, instituciones mexicanas con transaccionalidad vía Instituciones financieras de EE.UU. enfrentan bloqueos de corresponsalías y pérdida de reputación por fallas en estos procesos. La enseñanza es contundente: ser reactivo destruye valor; integrar de manera estratégica estos controles en la gestión empresarial es la única vía sostenible. 

De costo a activo estratégico

Durante años, estas políticas se percibieron como un gasto regulatorio. Hoy se entienden como un activo estratégico: protegen la confianza, previenen crisis, atraen inversión y garantizan continuidad.

En la estrategia corporativa, los cimientos importan. Las políticas, procedimientos y controles de PLD son gobernanza aplicada. Y sin gobernanza no hay sostenibilidad ni permanencia real.

Un futuro estratégico

El futuro no está en reaccionar, sino en anticiparse. La tecnología puede potenciar la eficacia de los controles, pero lo verdaderamente decisivo es que la alta dirección los integre como un componente central de la estrategia empresarial.

Las compañías que lo hagan permanecerán. Las que lo sigan viendo como un trámite estarán siempre en riesgo.

Porque al final, la confianza es el activo más difícil de construir y el más fácil de perder.

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