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Persona, Empresa y Sociedad

Hace unas pocas semanas, Pablo Rodrigo (de la Universidad Adolfo Ibáñez) defendió su tesis doctoral en ESADE, bajo la dirección de Daniel Arenas. Su trabajo llevaba por título La gestión comprometida con el desarrollo sostenible: un modelo basado en empresas chilenas. Su trabajo es muy interesante, entre otras razones, porque contribuye de manera significativa a dar respuesta a unas cuantas preguntas –todas ellas muy importantes- que tenemos entre manos: ¿cómo pueden las empresas desarrollar un modelo de gestión que esté comprometido con el desarrollo sostenible?; ¿qué parámetros hay que tener en cuenta para lograrlo?; ¿se puede afirmar que existe una secuencia razonable de etapas para avanzar en esta dirección?; ¿qué aprenden y qué desaprenden las empresas a lo largo de este proceso?

Pese a ser todas ellas muy importantes, no es la evocación de estas preguntas lo que me ha llevado a hacerme eco de su trabajo. Lo que hoy me interesa subrayar es su referencia: es un trabajo que piensa sobre y a partir de la experiencia de empresas chilenas. Cuando leí su tesis (aparte de aprender mucho) volví a pensar en la necesidad de seguir trabajando para que América Latina tenga una voz propia en el desarrollo de la RSE. Voz propia que debe serlo bajo, al menos, dos parámetros: que responda a su realidad política y social (y no se reduzca a tener que definirse desde la controversia entre los modelos sociales europeo y usamericano); y que responda a su realidad económica y empresarial (y no se reduzca a tener que definirse a partir de lo que hacen en materia de RSE las empresas provenientes de otros países).

En América Latina ya existe una realidad muy rica en lo que se refiere a la RSE. Y una gran diversidad de iniciativas. Alguien puede objetar que desiguales y en proceso; pero quien diga eso, que señale también algún lugar en el mundo en el que la RSE no esté en proceso y no se concrete en iniciativas desiguales. Quizás se podría decir que en América Latina ya existen muchas voces que responden a los dos parámetros a los que me he referido, pero que falta todavía un altavoz… y, por supuesto, faltan también ganas, disposición o capacidad de escuchar.

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Para muestra, un botón. Una persona tan seria y rigurosa como Sandra Waddock, que ha hecho contribuciones muy significativas y apreciables al desarrollo de la RSE, ha publicado recientemente un artículo que lleva por título Building a New Institutional Infrastructure for Corporate Responsibility. Desde mi punto de vista, el título resulta un poco excesivo, porque a lo máximo que llega, en mi opinión, es hacer una taxonomía de iniciativas existentes. Pero la recopilación es muy interesante, ofrece una visión de conjunto muy estimulante, y podría haber sido el punto de partida para una cierta reflexión sistemática, más allá de la descripción. Pues bien, salvo error u omisión por mi parte, la única referencia latinoamericana es el Instituto Ethos.

Mi insistencia en esta cuestión no responde únicamente al interés que me despiertan y la valoración que me merecen muchas iniciativas latinoamericanas, algunas de ellas resultado de un gran esfuerzo y compromiso. Mi insistencia responde también a una cuestión de criterio. Hace tiempo que vengo reiterando que el debate sobre la RSE debe dejar de ser un debate generalista, ya que debe pasar a ser un debate orientado a la gestión y, consiguientemente, que debe plantarse en clave sectorial.

Pero no hay que atender únicamente a los sectores. También hay que atender a los contextos. Los contextos económicos, sociales y políticos no son una mera pista de aterrizaje de discursos y prácticas de RSE, como si ambos (discursos y prácticas de RSE) fueran algo con entidad y valor preexistentes: a veces en la RSE se produce un platonismo vulgar, especialmente por parte de personas y empresas que probablemente no han leído a Platón en su vida. Si, como vengo sosteniendo, el problema de la RSE no es un problema de definiciones, sino de interpretaciones, entonces la comprensión del contexto y la acomodación en él pasa a ser un componente intrínsecamente constitutivo de la propia RSE.

Por eso es tan necesario, para el desarrollo de la RSE en el mundo, que se oiga la voz (las voces) de América Latina.

Fuente: josepmlozano
País: España

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