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Nuevas fuentes de energía: pros y contras

La contaminación ambiental originada por la quema de hidrocarburos ha obligado a buscar nuevas fuentes de energía, “limpias” y que contribuyan a mitigar el cambio climático.

“Sin embargo, con el estado actual de los conocimientos y su puesta en práctica, las fuentes de energía alternativas para sustituir los combustibles fósiles tradicionales (petróleo, gas y carbón) pueden ser más costosas que las que se obtienen de tales combustibles fósiles y su proceso de producción también podría ser contaminante”, dice Arturo Reinking Cejudo, académico de la Facultad de Ingeniería de la UNAM.

El petróleo, el gas y el carbón son el resultado de la concentración de energía solar por medio de la fotosíntesis para formar materia vegetal, seguida por la descomposición de material orgánico durante millones de años.

En pocas palabras, la energía que aprovechamos de los combustibles fósiles es energía solar pero ya concentrada por la naturaleza.

Aunque ha sido relativamente fácil recurrir a estas formas de energía, desde hace algunos años nuestra preocupación ha sido aprovechar la misma energía que el Sol nos provee de una manera duradera pero más difusa.

Así, hemos tenido que inventar nuevas tecnologías, como los paneles solares, que permiten transformar directamente, a través de sus celdas fotovoltaicas, la energía solar en energía eléctrica. Pero, en opinión del académico, estos paneles no son muy eficientes.

“De la energía solar que captan, apenas transforman como 15 por ciento en energía eléctrica; con los nuevos materiales con que se experimenta, quizá transformen hasta 20 por ciento, lo que sigue siendo bajo. Además, estos materiales son muy caros, por lo que la relación costo-beneficio no resulta muy buena”, señala Reinking Cejudo.

Por lo que se refiere a los derivados del petróleo, como gasolinas y diesel, al quemarlos aprovechamos energía fósil concentrada, pero al mismo tiempo liberamos bióxido de carbono, un gas de efecto invernadero que está fuera del ciclo natural de este último, y lo ponemos en circulación en la atmósfera, con lo cual aumenta su concentración.

Ese bióxido de carbono, que ya está en la atmósfera y se fija en las plantas por fotosíntesis a partir de la clorofila y la energía solar, puede ‘cosecharse’ y transformarse en un biocombustible como el etanol y luego utilizarse para sustituir, parcial o totalmente, la gasolina en los motores de combustión interna. En ese caso, el ciclo del bióxido de carbono no se altera porque se está devolviendo a la atmósfera el que hace unos tres o cuatro años ya estaba ahí.

“Pero hay que considerar los otros eslabones de la cadena para producir etanol. En primer lugar, se deben destinar grandes extensiones de tierra al cultivo de caña de azúcar o maíz, principalmente. También es necesario arar la tierra con tractores, fertilizarla, recurrir a maquinaria para sembrar, cosechar y transportar la materia prima (caña de azúcar o maíz) a las plantas industriales donde se producirá el alcohol… En estas etapas se utilizan formas de energía fósil que contaminan.”

En el caso de los fertilizantes, en su preparación se emplean, por lo general, tres componentes: potasio, fósforo y nitrógeno. Y este nitrógeno se obtiene de amoniaco obtenido a su vez a partir de los átomos de hidrógeno de hidrocarburos que forman parte de moléculas de hidrocarburos, en particular del gas natural. Es decir, se consumen grandes cantidades de energía.

Cuando los fertilizantes nitrogenados son agregados a tierras de cultivo, no todo su nitrógeno se aprovecha: una pequeña parte se convierte en óxido nitroso, un gas de efecto invernadero que es 210 veces más poderoso que el bióxido de carbono y que tarde o temprano se va a la atmósfera.

De acuerdo con el académico de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, si fertilizamos tierras con fertilizantes nitrogenados para cultivar las materias primas de los biocombustibles -y tomamos en cuenta los otros insumos de energía, aunque éstos provengan de fuentes renovables-, quizá nos salga más caro el caldo que las albóndigas.

Debemos considerar todo los procesos de producción de todas las fuentes de energía para ver si nos convienen o no las fuentes de energía alternativas.

Fuente: El Universal, Kiosko p. 14.
Reportera: Leonardo Huerta Mendoza.
Publicada: 4 de noviembre de 2010.

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