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Mundial 2026 en riesgo por estrés térmico y fenómenos extremos

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La próxima Copa Mundial de la FIFA, programada para celebrarse en 2026 en Estados Unidos, Canadá y México, enfrenta una amenaza sin precedentes: el cambio climático. El informe Canchas en Peligro, elaborado por Football for Future y Common Goal, revela que 10 de las 16 sedes presentan un riesgo muy alto de sufrir condiciones de estrés térmico extremo. Este escenario pone al Mundial 2026 en riesgo de convertirse en un evento marcado por la crisis ambiental.

De acuerdo con el documento, para 2050 casi el 90 % de los estadios en Norteamérica requerirán medidas de adaptación al calor extremo, mientras que un tercio de ellos se verá afectado por una presión hídrica que igualará o superará la oferta disponible. Las advertencias no se limitan a la región: las ediciones de 2030 y 2034 también enfrentarán impactos severos, lo que subraya la urgencia de colocar la sostenibilidad en el centro de la gestión deportiva global.

Mundial 2026 en riesgo: calor extremo y sedes vulnerables

El estudio muestra que 14 de los 16 estadios del torneo en América del Norte ya superan los umbrales de seguridad para al menos tres riesgos climáticos: calor extremo, lluvias impracticables e inundaciones. Ciudades como Dallas, Houston, Miami y Monterrey enfrentan temperaturas superiores a los 32 °C (WBGT), nivel que exige pausas obligatorias para beber agua. Este es un claro escenario que pone al Mundial 2026 en riesgo latente.

En ciudades como Houston, se han contabilizado hasta 51 días al año con temperaturas que exceden el límite de adaptabilidad humana (35 °C WBGT). Dallas no se queda atrás con 31 días, lo que plantea serios riesgos para la salud de los jugadores y la experiencia de los aficionados. Aunque algunas sedes cuentan con techos retráctiles y sistemas de ventilación, estas medidas no son suficientes frente al aumento de los fenómenos extremos.

El Mundial de Clubes en 2023 ya dio una muestra del desafío: los jugadores describieron las condiciones como imposibles, con calor sofocante y tormentas eléctricas que interrumpieron los partidos. Esto obligó a la FIFA a implementar bancos a la sombra, ventiladores y descansos extras. Si la situación se repite en 2026, el evento corre el riesgo de perder parte de su atractivo deportivo y organizativo.

Mundial 2026 en riesgo

Expertos como Piers Forster, del Centro Priestley para el Futuro del Clima en Leeds, advierten que será necesario reconsiderar la programación de los torneos:

“A medida que avancemos en la década, los riesgos seguirán aumentando a menos que tomemos medidas drásticas, como trasladar las competiciones a los meses de invierno o a regiones más frías”.

Impactos más allá de los estadios de élite

El informe también llama la atención sobre las canchas de base, donde muchos futbolistas iniciaron su carrera. El campo de entrenamiento de Mo Salah en Egipto podría registrar más de un mes de calor insoportable al año, mientras que la cancha infantil de William Troost-Ekong en Nigeria podría enfrentar 338 días de calor extremo para 2050. Estos ejemplos muestran que el problema trasciende al Mundial 2026 y afecta directamente a la formación de talentos.

https://twitter.com/SalahUpdates/status/1965170148823961610

En este sentido, el fútbol base enfrenta la amenaza de perder espacios seguros para el desarrollo deportivo de niñas, niños y jóvenes. La falta de adaptación climática podría reducir las oportunidades de entrenamiento, limitar las ligas locales y, en última instancia, afectar el ecosistema futbolístico global.

El cambio climático no distingue entre estadios de élite y campos comunitarios. Esto significa que los esfuerzos de adaptación deben ser integrales, cubriendo desde las grandes sedes hasta las instalaciones más modestas. La falta de acciones concretas puede implicar desigualdad en el acceso al deporte y la pérdida de una herramienta social fundamental. Juan Mata, campeón del mundo en 2010, resumió la preocupación con claridad:

“El fútbol siempre ha unido a la gente, pero ahora también nos recuerda lo que podemos perder”.

Sus palabras reflejan cómo el impacto climático no solo pone en riesgo torneos, sino también la función social y cultural del deporte más popular del planeta.

Mundial 2026 en riesgo

Sostenibilidad y responsabilidad de la FIFA

El informe insta a la FIFA y a las federaciones a comprometerse con cero emisiones netas para 2040 y a publicar planes creíbles de descarbonización. También propone la creación de fondos de adaptación para estadios, ciudades y comunidades afectadas por los riesgos climáticos. Sin estas acciones, el Mundial 2026 podría ser recordado como el torneo que ignoró las advertencias científicas.

La organización del fútbol mundial enfrenta una prueba crítica de credibilidad. La encuesta citada en el estudio señala que el 91 % de los aficionados en Norteamérica quiere que el torneo sea un modelo de sostenibilidad. Este es un mensaje contundente para una industria que tradicionalmente ha priorizado los beneficios económicos por encima de las consideraciones ambientales.

Algunas medidas ya implementadas, como techos retráctiles, pausas de hidratación y ventiladores, representan avances, pero son insuficientes. La magnitud de la crisis climática exige rediseñar por completo la manera en que se conciben y organizan los megaeventos deportivos.

El Mundial de 2026 puede convertirse en un laboratorio de innovación sostenible si la FIFA asume la responsabilidad. De lo contrario, quedará como un recordatorio de cómo la falta de visión puede poner en entredicho el futuro del deporte más influyente del mundo.

Mundial 2026 en riesgo

El papel del fútbol como catalizador de conciencia

Más allá de la adaptación técnica, el fútbol tiene la capacidad de convertirse en un altavoz global frente a la crisis climática. Al visibilizar los riesgos y promover acciones, puede motivar a gobiernos, empresas y ciudadanos a actuar. La probabilidad de que las condiciones climáticas extremas pongan al Mundial 2026 en riesgo ya es una oportunidad para abrir conversaciones de mayor alcance.

El informe destaca que el deporte puede liderar un cambio cultural hacia prácticas más sostenibles. Desde reducir la huella de carbono de los viajes hasta fomentar estadios verdes y accesibles, cada medida cuenta para crear un modelo replicable en otras disciplinas.

Además, el fútbol puede inspirar a la juventud a relacionar la pasión deportiva con la responsabilidad ambiental. Este vínculo es clave para consolidar a las nuevas generaciones como agentes de cambio.

Si la FIFA y las federaciones nacionales asumen este rol, el impacto del Mundial irá más allá de los estadios, contribuyendo a la construcción de una cultura de sostenibilidad que trascienda fronteras.

Mundial 2026 en riesgo

¿Un Mundial de riesgo o un Mundial de cambio?

La noticia de que las condiciones climáticas extremas podrían poner al Mundial 2026 en riesgo no es solo una advertencia: es un llamado a la acción inmediata. Las cifras y testimonios presentados en Canchas en Peligro muestran que la crisis ya afecta a los estadios, a las comunidades futbolísticas y a las canchas de base. El reto está en decidir si la FIFA y los organizadores harán del torneo un modelo de adaptación o un ejemplo de inacción.

La transparencia, la rendición de cuentas y la implementación de planes climáticos creíbles son condiciones indispensables para recuperar y mantener la confianza de los aficionados y de la sociedad civil. El fútbol no puede seguir ignorando el contexto ambiental en el que se desarrolla, pues hacerlo significaría poner en juego su propia viabilidad a largo plazo.

En última instancia, la confianza es uno de los activos más valiosos del deporte. Cuidarla exige coherencia entre discurso y práctica, así como compromisos reales con la sostenibilidad. El Mundial de 2026 tiene la posibilidad de marcar un antes y un después en la historia del deporte: o será recordado como el torneo que se tambaleó frente a la crisis climática, o como el que convirtió el riesgo en oportunidad para un futuro más justo y sostenible.

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