Mark Zuckerberg, CEO de Meta, está en el centro de un juicio sin precedentes por más de 8,000 millones de dólares, pues, de acuerdo con información de Reuters, está acusado, junto con otros exdirectivos de la plataforma, de operar Facebook como una empresa que, de manera ilegal, permitía recopilar datos de los usuarios sin su consentimiento.
Esta acción legal fue impulsada por accionistas de Meta, quienes alegan que estas acciones rompieron continuamente un acuerdo de 2012 entre Facebook y la Comisión Federal de Comercio para proteger los datos de los usuarios, señalamientos que no sólo ponen en entredicho la gestión de datos personales por parte de Facebook, sino también su compromiso ético.
La demanda se remonta al escándalo de Cambridge Analytica, cuando millones de perfiles fueron explotados con fines políticos sin consentimiento. Aunque el juicio se centra en hechos ocurridos hace más de una década, revive cuestionamientos clave sobre las violaciones a la privacidad en Meta y evidencia cómo la compañía ha fallado, reiteradamente, en garantizar estándares mínimos de protección a sus usuarios.
Un juicio sin precedentes y de alto perfil
El juicio arrancó esta semana en el Tribunal de Equidad de Delaware. Se trata de un proceso inusual, sin jurado, que buscará determinar si Zuckerberg y otros líderes incumplieron deliberadamente sus deberes de supervisión tras el acuerdo de privacidad firmado con la Comisión Federal de Comercio (FTC) en 2012. La demanda alega que los acusados actuaron con conocimiento y permisividad frente a prácticas que vulneraban los datos de los usuarios.
Entre los demandados se encuentran figuras prominentes como Sheryl Sandberg, Marc Andreessen, Peter Thiel y Reed Hastings, quienes presuntamente no detuvieron políticas cuestionables aun después de múltiples advertencias. Los accionistas buscan que los responsables reembolsen a Meta los costos legales y sanciones asociadas, entre ellas, la multa récord de 5,000 millones de dólares impuesta por la FTC en 2019.
Pese a que Meta como empresa no es acusada directamente en este proceso, el juicio pone en tela de juicio su cultura corporativa y el papel de sus directivos en decisiones que desencadenaron las violaciones a la privacidad en Meta. La pregunta central no es sólo qué sabían los líderes, sino qué hicieron al respecto.

Las promesas incumplidas en materia de privacidad
El corazón de la acusación radica en el incumplimiento del acuerdo de 2012 con la FTC, que comprometía a Facebook a proteger los datos de sus usuarios. Los demandantes sostienen que la empresa continuó con prácticas engañosas incluso después de este pacto. Aunque Meta ha argumentado que implementó equipos de privacidad y contrató asesores externos, los hechos apuntan a que las medidas fueron insuficientes o puramente cosméticas.
Uno de los eventos más escandalosos fue el acceso masivo que Cambridge Analytica tuvo a datos personales a través de una aplicación de terceros. Esta acción, lejos de ser aislada, demostró una falta de control interno grave y sistemático. La omisión, más que accidental, parece haber sido parte de una cultura empresarial centrada en la rentabilidad antes que en la ética.
Jason Kint, de Digital Content Next, subraya que el caso será revelador para entender “qué sabía la junta directiva, y cuándo”. La gran interrogante que queda en el aire es si Meta puede seguir justificando los beneficios económicos por encima del derecho de sus usuarios a la privacidad.

Implicaciones para la RSE de Meta y las grandes tecnológicas
Este juicio reactiva una discusión profunda sobre la responsabilidad social empresarial de las grandes tecnológicas. Mientras Meta afirma haber invertido miles de millones desde 2019 para reforzar sus políticas de privacidad, sus antecedentes siguen siendo motivo de desconfianza. Para muchos observadores, este proceso es el reflejo de una cultura organizacional que ha normalizado la extracción de datos como parte de su modelo de negocio.
Safiya Noble, experta en justicia digital, advierte que la erosión de políticas de diversidad e inclusión (DEI) también debilita el compromiso de Meta con sus obligaciones sociales. Y es que la defensa de la privacidad es inseparable de una visión ética de la tecnología que contemple la equidad y los derechos humanos como ejes centrales.
Frente a una audiencia global de más de 3 mil millones de usuarios diarios, Meta carga con una responsabilidad proporcional. Sin embargo, al estar nuevamente involucrada en violaciones a la privacidad en Meta, la empresa demuestra que su camino hacia una RSE sólida aún está lleno de contradicciones y retrocesos.

¿Puede Meta recuperar la confianza?
Las consecuencias reputacionales para Meta pueden ser tan severas como las legales. La percepción pública de una empresa que minimiza los riesgos asociados al mal uso de datos personales puede erosionar la confianza de usuarios, anunciantes e incluso inversionistas. En el contexto actual, donde los modelos de IA también dependen del uso de información personal, estas preocupaciones adquieren mayor relevancia.
Además del juicio, los demandantes acusan a Zuckerberg de haber vendido acciones por más de mil millones de dólares tras anticipar el estallido del escándalo de Cambridge Analytica. Aunque la defensa sostiene que la venta se hizo dentro de un plan legal para financiar actividades benéficas, las dudas sobre la ética de la decisión persisten.
Mientras la compañía busca posicionarse como líder en innovación y tecnología responsable, sigue arrastrando una historia marcada por las violaciones a la privacidad en Meta. A medida que la empresa avanza en el entrenamiento de modelos de inteligencia artificial, los errores del pasado podrían repetir sus efectos si no se asumen compromisos reales y sostenidos.

Rendición de cuentas: un pilar indispensable para la responsabilidad social
El juicio por violaciones a la privacidad en Meta marca un momento clave para reflexionar sobre la necesidad de transparencia y vigilancia en las grandes tecnológicas. Lo que está en juego no es sólo el cumplimiento de normas legales, sino el respeto por los derechos fundamentales en la era digital. La responsabilidad social empresarial no puede reducirse a comunicados; debe traducirse en acciones concretas, integradas y duraderas.
Si Meta quiere reconstruir su reputación y ganarse la confianza de los millones de personas que dependen de sus servicios, necesita asumir con seriedad las lecciones de este proceso judicial. Sólo con rendición de cuentas real y una cultura corporativa alineada con el bienestar social será posible avanzar hacia una tecnología verdaderamente ética.







