A pesar de los esfuerzos internacionales por fortalecer la seguridad alimentaria, los avances siguen siendo limitados. El Índice Global del Hambre 2025 (GHI), que analiza dos décadas de evolución del hambre en el mundo, concluye que aún falta camino para alcanzar el objetivo de Hambre Cero en 2030: la puntuación global apenas pasó de 19,0 en 2016 a 18,3 en 2025, manteniéndose en un nivel de hambre considerado “moderado”.
Según el informe, elaborado por Welthungerhilfe y Concern —organizaciones de Alliance2015— junto al Institute for International Law of Peace and Armed Conflict (IFHV), el hambre sigue siendo “alarmante” en 7 países y “grave” en otros 35. Al ritmo actual, por lo menos 56 países no lograrán llegar a un nivel “bajo” de hambre para 2030 y, si la tendencia observada desde 2016 no cambia, el mundo no alcanzaría ese umbral hasta el año 2137. Además, en 27 países las puntuaciones del GHI han empeorado desde 2016 y en otros 10 el progreso prácticamente se ha detenido.
Frente a este panorama, desde la plataforma Alliance2015, red europea de organizaciones de desarrollo y cooperación en la que participa Ayuda en Acción, se impulsa la difusión de este informe para que este mensaje llegue lo más lejos posible. Más que una alarma, la coyuntura refuerza la necesidad de aumentar esfuerzos y trabajar de manera coordinada para garantizar un futuro digno y sostenible para las generaciones presentes y las que están por venir.
En este contexto, Ayuda en Acción presenta la edición en español del Global Hunger Index 2025, con foco en América Latina y el Caribe, una región que logró avances importantes desde el año 2000, pero que hoy muestra señales claras de pérdida de impulso.
América Latina y el Caribe: avance histórico, pero progreso estancado
En la región, la puntuación del GHI bajó de 13,2 puntos en 2000 a 8,2 en 2016, pero desde entonces apenas ha cambiado y se sitúa en 7,9 en 2025. La subalimentación afecta al 5,4 % de la población (34,6 millones de personas) y el retraso en el crecimiento infantil alcanza a uno de cada ocho niños menores de cinco años, con aumentos en cerca de un tercio de los países desde 2016.
Factores como conflictos, desplazamientos y migraciones siguen erosionando la seguridad alimentaria. En Colombia, por ejemplo, alrededor de 7,8 millones de personas enfrentaron altos niveles de inseguridad alimentaria en 2024, contexto marcado por desplazamientos internos y la llegada de población migrante y refugiada.

Países en alerta y señales de avance
Guatemala muestra una de las tasas más altas de desnutrición crónica infantil a nivel mundial. Según el Índice, cerca de la mitad de los niños y niñas menores de cinco años presenta retraso en el crecimiento, con cifras aún mayores en comunidades indígenas y rurales. A pesar de los programas sociales y alimentarios, la combinación de pobreza, crisis climática y vulnerabilidad económica ha limitado el avance.
Honduras, por su parte, refleja vulnerabilidad y señales mixtas: su GHI está en 12,5 (2025), y la subalimentación repunta a 14,8 % (2022–2024), mientras persisten rezagos en niñez (retraso en crecimiento 17,9 % en 2024).
Por otro lado, Ecuador ha mejorado su Índice Global del Hambre (GHI de 19,1 en 2000 a 10,9 en 2025), reduciendo el retraso en el crecimiento infantil (21,1 % a 17,7 %). Sin embargo, persisten alertas por un reciente aumento de la subalimentación (12,1 % en 2022–2024) y brechas territoriales, con desnutrición crónica infantil estructural en zonas rurales y comunidades vulnerables. Estas tensiones se vinculan al alto costo de alimentos, fragilidad económica y cambio climático, lo que subraya la necesidad de políticas sostenidas en seguridad alimentaria, infancia y resiliencia local, áreas de trabajo de Ayuda en Acción.

Cómo se traduce el índice en acción local
En este contexto regional, Ayuda en Acción impulsa en América Latina proyectos de reactivación económica y resiliencia alimentaria dirigida a comunidades rurales especialmente vulnerables. En El Salvador, en municipios como Masahuat, la organización trabaja para fortalecer la autonomía económica de las familias, especialmente de las mujeres. Este impacto se refleja en historias como la de Maritza Flores, que tras incorporarse a un proyecto de Ayuda en Acción, pasó de depender de ingresos irregulares para acceder a alimentos a producir hortalizas ecológicas en su propia comunidad, mejorando la alimentación de su familia y generando ingresos mediante la venta local.
Casos como el de Maritza, hay muchos otros, y forman parte de una realidad compartida por miles de personas y familias que, gracias al acompañamiento de organizaciones de desarrollo, han logrado fortalecer sus medios de vida, recuperar su seguridad alimentaria y construir oportunidades sostenibles que contribuyen a su bienestar.
20 años de evidencia: el problema no es la falta de soluciones
Tras revisar dos décadas de recomendaciones, el Global Hunger Index 2025 concluye que el hambre no persiste por falta de soluciones, sino porque no se han aplicado de forma plena y sostenida. El informe subraya la importancia de políticas nacionales y marcos legales que garanticen derechos, equidad y rendición de cuentas; sistemas de datos robustos para orientar la acción pública; fortalecimiento de la resiliencia climática y la anticipación de riesgos; y de impulsar un desarrollo inclusivo, liderado a nivel local, que empodere especialmente a mujeres, jóvenes, pequeños agricultores y pueblos indígenas.
Por eso, en línea con el llamado del informe a “renovar el compromiso con el Hambre Cero”, Ayuda en Acción invita a gobiernos, sector privado, organismos internacionales y sociedad civil de la región a redoblar esfuerzos, alineando las inversiones públicas, la protección social, la acción climática y el fortalecimiento de los sistemas alimentarios locales para que los avances de las últimas dos décadas no se pierdan.







