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El Otro Enfoque

León, Gto Hay una frase que repiten mis amigos cuando alguien hace cosas verdaderamente singulares: “Se volvió loco”. Para muchos de ellos, hacer algo de trascendencia es volverse loco.

Hacer locuras es parte del propósito por el que estamos vivos en este tiempo, en este lugar y bajo estas situaciones. A estas alturas, creo que cada quien tiene su locura, algunos enfocados para bien y otros desorientados para mal.

Conozco mucha gente que vive su tiempo sin ningún propósito. Puedo decir que dejan de lado la oportunidad de trascender con sus locuras y continúan el camino de la vida sin oportunidad de conocer lo maravillosa que es.

Algunos quieren hacerlo de manera muy aburrida y casi siempre sus locuras terminan siendo deprimentes y sin sorpresa, porque acuden a lo que todo mundo hace: al fracaso o la muerte.

Pero cuando veo buenas locuras o locuras buenas; cuando veo que todavía hay gente loca haciendo casas verdaderamente singulares, es tan agradable que me sorprende el otro enfoque de la vida misma.

Por eso creo conveniente que Guanajuato debe enterarse que aún hay buenos locos en el planeta.

Uno de esos locos es Leonard Abess.

Abess es un banquero de Miami que se volvió loco.

No sé qué pasó con él, pero de un momento a otro, decidió repartir 60 millones de dólares a casi 400 trabajadores. Sé que su decisión se tomó cuando pasó algo extraordinario en la vida de las personas, algo sobrenatural, pues me resulta entender su filantropía sin esa esencia.

Su acto sorprendió a propios y extraños y hasta sus mismos empleados a quienes les pidió sentarse al leer la noticia.

Esta semana, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, presentó a Leonard Abess como parte del listado de esos locos que cada vez ocupan menos espacios en los medios.

Obama dijo así: “En mi vida he aprendido que la esperanza se encuentra en los lugares más insospechados. La inspiración a menudo viene no de los que tienen más poder o son más famosos, sino de los sueños y aspiraciones de americanos de a pie normal y corriente.

“Pienso en Leonard Abess, el presidente de un banco de Miami quien cogió su bonos de 60 millones de dólares y se lo entregó a los 399 empleados que han trabajado con él y otros 72 que solían hacerlo en el pasado”.

En León, hubo gente que me dijo: definitivamente ese hombre se volvió loco.

En Guanajuato, hubo gente que me dijo: sorprendentemente hay gente aún que quiere ganar pantalla aunque sea con dinero.

En Irapuato y Silao hubo quien me dijo: Dios es tan grande que usa la vida de las personas para dar testimonio de que nos ama.

Un periodista le preguntó al banquero Abess, qué pensó al momento en que decidió repartir su fortuna y su respuesta me sorprendió:
“Conozco a algunas de estas personas desde que tenía siete años. No me sentía bien llevándome yo solo el dinero. Todas esas personas han permanecido conmigo a cambio de ninguna promesa y siempre pensé que algún día les sorprendería”.

Leonard Abess no sólo sorprendió a sus trabajadores, sino que sorprendió a muchos que aún creemos en lo extraordinario, en lo sobrenatural, en lo milagroso.

Fuente: Milenio

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