El fútbol es pasión, pero también es resistencia. Y en el contexto del cambio climático, los desafíos físicos a los que se enfrentan los jugadores profesionales se intensifican cada vez más. El reciente Mundial de Clubes, celebrado en Estados Unidos, dejó un precedente alarmante: el rendimiento y la salud de los futbolistas están en juego si no se toman medidas urgentes frente al calor extremo.
De acuerdo con un artículo de TIME, con temperaturas que superaron los 35 °C en varias sedes, y una “cúpula de calor” instalada en buena parte del país, este torneo sirvió como ensayo para algo mucho mayor: el Mundial 2026. ¿Está la FIFA preparada para enfrentar las consecuencias de organizar partidos en ciudades cada vez más afectadas por olas de calor? ¿Qué tan sostenible puede ser un torneo si ignora la realidad climática?
Un ensayo sofocante: el Mundial de Clubes como advertencia
El Mundial de Clubes 2024 fue más que un torneo; fue una alerta. La victoria del Chelsea sobre el PSG en un sofocante MetLife Stadium dejó claro que el calor ya no es un obstáculo ocasional, sino un enemigo constante. Con temperaturas que rondaron los 29 °C durante la final, y otras jornadas alcanzando los 37 °C, jugadores como Enzo Fernández reportaron síntomas de mareo y fatiga extrema.
Este torneo, celebrado en 12 sedes de EE.UU., fue un pequeño ensayo para el Mundial 2026. Pero también evidenció que las condiciones actuales pueden poner en riesgo la integridad física de los deportistas. “Imposible entrenar”, dijo Enzo Maresca, entrenador del Chelsea, en medio de una emergencia de calor en Filadelfia.
Más allá de lo deportivo, el torneo mostró cómo el calor extremo está convirtiéndose en una amenaza sistémica para el fútbol.
Si no se toman medidas, la sostenibilidad del espectáculo se verá comprometida, no solo en lo físico, sino también en lo ético.

La tensión del cuerpo: cómo afecta el calor a los atletas
Durante la actividad física intensa, el cuerpo genera calor y necesita mecanismos para enfriarse. Pero cuando el entorno también es extremo, esos mecanismos colapsan. Madeleine Orr, experta en ecología deportiva, advierte que la combinación de calor y humedad impide que el sudor cumpla su función, provocando fatiga, náuseas y, en casos graves, golpes de calor.
Ejemplos trágicos abundan. En 2020, un jugador australiano murió durante un entrenamiento por un golpe de calor. En los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, Daniil Medvedev afirmó que podría morir si seguía compitiendo. El 75 % de atletas encuestados en 2023 por World Athletics confirmaron que el cambio climático ya afecta su rendimiento.
El calor extremo en el Mundial 2026 no será solo un tema de rendimiento, sino de supervivencia. El organismo bajo estrés pierde su capacidad de respuesta, y lo que está en juego ya no es un gol, sino la vida misma.
Choque de intereses: salud vs. rentabilidad
FIFPRO, el sindicato global de futbolistas, lleva años advirtiendo sobre la saturación del calendario, la falta de descanso físico y mental, y la ausencia de diálogo con la FIFA. La lógica económica está desplazando a la sostenibilidad humana, según su presidente, Sergio Marchi.
Aunque la FIFA anunció un acuerdo sobre periodos de descanso, el consenso fue alcanzado sin la presencia de FIFPRO. La reunión incluyó a exdirigentes expulsados por corrupción, lo que ha incrementado la desconfianza hacia el organismo rector del fútbol.
Frente al calor extremo en el Mundial 2026, esta desconexión entre quienes juegan y quienes deciden puede tener consecuencias graves. La rentabilidad del torneo no puede construirse a costa de cuerpos deshidratados y jugadores lesionados.

¿Estándares suficientes? El debate sobre el WBGT
La FIFA utiliza el índice WBGT (temperatura de globo y bulbo húmedo) para determinar si se deben hacer pausas de hidratación. Originalmente, el umbral era de 89.6 °F (32 °C), pero tras presión de FIFPRO se redujo a 82.4 °F. Aun así, varios partidos del Mundial de Clubes superaron esa marca.
Según Vincent Gouttebarge, médico de FIFPRO, superar los 40 °C en la temperatura corporal central provoca deshidratación crítica, pérdida de control muscular y, en casos extremos, pérdida de conciencia. El profesor Christopher Tyler señala que muchos jugadores simplemente bajan su intensidad para no colapsar.
Pero jugar más lento no es solución; es resignación. Y ante el calor extremo en el Mundial 2026, resignarse puede significar normalizar condiciones peligrosas que van en contra del espíritu del deporte.
La lógica de los horarios: ¿qué hora es segura para jugar?
Uno de los puntos más polémicos es la hora de inicio de los partidos. Durante el Mundial de Clubes, casi la mitad de los encuentros se jugaron al mediodía o a las 3:00 p.m., en momentos de máximo calor. En Cincinnati, los suplentes del Dortmund ni siquiera salieron a ver el primer tiempo por las altas temperaturas.
FIFPRO advirtió que jugar en ciudades como Monterrey, Miami o Dallas durante la tarde representa un “riesgo extremadamente alto” de lesiones por estrés térmico. Cambiar los horarios es una opción, pero enfrentaría resistencia de televisoras y patrocinadores que priorizan las audiencias en Europa y Asia.
Sin embargo, como dijo Diego Maradona en 1986: “Sin nosotros, no habría espectáculo”. Ajustar los horarios no es solo una cuestión logística, sino una decisión ética en favor del bienestar de quienes hacen posible el Mundial.
Ciudades calientes, sedes problemáticas
Un estudio reciente de la Universidad Queen’s de Belfast estimó que, en junio y julio, 14 de las 16 ciudades sede del Mundial 2026 tendrán temperaturas superiores a 28 °C. Seis de ellas superarán los 30 °C de manera constante durante las tardes.
Esto significa que el calor extremo en el Mundial 2026 no será un evento aislado, sino una constante. Y si bien algunos estadios cuentan con techos retráctiles —como en Dallas, Houston o Atlanta—, solo el 37.5 % de los partidos se jugarán en esas sedes.
La localización geográfica del torneo ya marca un reto estructural. Y si no se adapta el calendario o las infraestructuras, el riesgo se convertirá en una característica inherente del torneo.

Soluciones al calor: tecnología y prevención
Equipos como Chelsea y Real Madrid ya están probando estrategias como ventiladores con agua pulverizada, chalecos refrigerantes o carpas calefactadas para aclimatar a sus jugadores. También se ha promovido el uso de inmersión en agua fría para prevenir daños por calor.
Pero estas medidas siguen siendo parciales y, muchas veces, de acceso desigual entre equipos. Instalar techos, crear zonas de sombra o utilizar enfriamiento ambiental activo son medidas que podrían marcar una diferencia si se implementan de forma generalizada.
Más allá del entrenamiento físico, el Mundial 2026 necesita una estrategia climática integral que proteja a los protagonistas del juego desde el silbatazo inicial hasta el pitido final.
¿Un nuevo modelo de organización deportiva?
El “Tetris de la programación”, como lo llamó Madeleine Orr, se ha vuelto más complicado con la expansión del torneo a 48 equipos y 104 partidos. Esta complejidad hace que tomar decisiones basadas en la salud parezca una tarea imposible, pero no debería serlo.
La sostenibilidad en el deporte no se limita al medio ambiente: incluye la salud, la seguridad y la justicia para los atletas. El diseño de torneos debe incorporar variables climáticas desde el inicio, no como un parche posterior.
El calor extremo en el Mundial 2026 no es solo un desafío deportivo, sino una oportunidad para repensar la forma en que concebimos el espectáculo global. Priorizar el bienestar humano es una apuesta por el futuro del deporte.
El fútbol, como todo, no es ajeno al cambio climático. El calor extremo en el Mundial 2026 puede convertirse en el villano invisible de un evento que debería unir al mundo. Las decisiones que tome hoy la FIFA definirán si el torneo será recordado por su pasión o por su negligencia.
La sostenibilidad ya no es una opción, sino una obligación ética. Si queremos seguir celebrando la fiesta del fútbol, debemos garantizar que quienes la hacen posible no sufran sus consecuencias. Porque sin jugadores sanos, no hay juego. Y sin responsabilidad, no hay Mundial que valga.







