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ColumnistasDeuda con los árboles

Deuda con los árboles

Forma y Fondo CLXXV

Hacia 1959, en México, el Presidente Adolfo López Mateos decretó la celebración del Día del Árbol el segundo jueves de julio y en ese mismo año otro decreto instituyó que todo el mes de julio se celebrara la Fiesta del Bosque. Medio siglo después la ONU decretó este 2011 como el Año Internacional de los Bosques.

Con esta referencia inició la Jornada Nacional de Reforestación 2011 con ambiciosos objetivos entre los que destacan: aglutinar el interés y las iniciativas de la población para el cuidado de los recursos naturales, generando espacios organizados de convivencia con un impacto positivo al medio ambiente. Difundir la conciencia ambiental en la sociedad y promover su participación activa e informada en el cuidado, conservación y restauración de los ecosistemas. Establecer una sinergia entre usuarios, propietarios y autoridades para la conservación de todo tipo de zonas verdes.

En las ciudades, espacios con mayor concentración de habitantes y donde se sobreponen capas de concreto y otros materiales, el suelo está erosionado y un jardín resulta caro al traer agua, tierra y plantas de otro lugar. Aunque parecen ser los lugares más difíciles para inculcar el amor a la naturaleza mediante la conciencia ambiental, existe una creciente población interesada en mejorar la imagen urbana, a pesar de los constantes errores de las autoridades en la materia.

Es común, por ignorancia, capricho o pésima asesoría, plantar árboles o convertir en jardines lugares inapropiados porque se ven bonitos. Así hay cipreses en lugares calurosos y palmeras en zonas altas; especies exóticas tropicales en lugares fríos o viceversa; lo grave es que las mismas autoridades por parecer originales han contribuido a ello, olvidando los árboles que son apropiados para la región.

No toda la vegetación ayuda. Algunas áreas verdes pueden dañar el ambiente. Hay áreas verdes positivas porque tienen árboles y plantas que absorben el bióxido de carbono, pero hay jardines que se convierten en costo para el ambiente y en carga para el presupuesto. Además de la estética del jardín son importantes los elementos ambientales, que pueden quedar rebasados por ser incompatibles con las nuevas especies.

Los errores comunes al transformar un espacio en jardín empiezan con el traslado de costales de tierra que generalmente proviene de los bosques y con la que se rellenan áreas erosionadas; el desperdicio de agua al inundar el nuevo espacio y las plantas elegidas sin saber su compatibilidad con el entorno. La tierra contiene muchas veces hoja de encino o pino proveniente del saqueo de algún bosque; el daño a un ecosistema quedó hecho, para iniciar una nueva área verde.

En las áreas verdes particulares, una alternativa es adquirir en los viveros municipales la tierra de cultivo o lombricomposta, excelente fertilizante natural al que se puede añadir hojarasca.

La composta doméstica preparada con sobrantes de frutas y verduras del consumo de la casa contiene nutrientes que enriquecen la tierra. El uso de fertilizantes debe controlarse porque contaminan suelo y agua además de desaparecer muchos microorganismos del lugar y ser un peligro potencial para mascotas y niños.

Las especies que llegan a ecosistemas nuevos empiezan a competir con las existentes y si no hay un organismo o predador que las regule se convierten en plaga creando cierto desequilibrio en el lugar. Con las plantas exóticas hay que considerar los riesgos para las mismas y para el lugar al que llegan.

Especial cuidado requiere el agua porque generalmente se desperdicia. Regar a media mañana consume el doble de agua porque la mitad se evapora con el sol. Un metro cuadrado necesita entre dos y medio a tres litros de agua y con clima fresco se puede bajar a un litro.

Ayuda regar plantas y jardines muy temprano o al atardecer cuando el sol no cae a plomo y permite que el agua se evapore lentamente, así como pisos que permiten su absorción o una cisterna en la que se almacene. El gasto de esta se compensará con el ahorro al pagarla, además de aumentar la capacidad de almacenaje, previendo situaciones de escases. La ancestral cultura del agua característica de nuestra tierra se perdió. Ahora es común escuchar que no importa el agua que se desperdicie porque se paga su consumo.

Los jardines artificiales, de moda en las grandes construcciones tienen su lado positivo al crear un espacio agradable a la vista, y un sitio de relajamiento. El lado negativo es que generalmente el agua que se emplea no contribuye a la recarga de acuíferos: se va al concreto y de ahí a los drenajes. Más allá de la vista arquitectónica paisajista, el área verde artificial deja su huella ambiental porque degrada más los suelos. La solución inteligente debe contemplar que el agua utilizada en los jardines artificiales superiores sea captada por los jardines naturales inferiores y de ahí recargue mantos acuíferos.

La mayor preocupación para autoridades y constructores sigue siendo el área de estacionamiento. Cumpliendo con cierto número de cajones se cubrió el requisito y las áreas verdes naturales quedan olvidadas.

La forma: innovaciones inteligentes que contribuyan al bienestar de una sociedad estresada y ansiosa por remansos de tranquilidad.

El fondo: si cada mano que planta un árbol, cuida otro de los que han sobrevivido, nuestro deteriorado medio ambiente se fortalecerá, porque con él: TODOS SOMOS NATURALEZA.

Este artículo es responsabilidad de quien lo escribe y no refleja la opinión de Expok ni de sus colaboradores.

Fuente: Acacia Fundación Ambiental A.C

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