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Cuáles son los costos ocultos de plásticos en alimentos

Has cuestionado alguna vez si el simple acto de abrir una bolsa de papas fritas o destapar un envase de yogur podría esconder más que la promesa de un delicioso bocado. Seguramente, cuando realizas estas acciones, rara vez —o nunca— piensas en estas posibilidades.

Pero en el recorrido completo de los alimentos envasados en plástico, se oculta una pregunta crucial: ¿Cuáles son los costos ocultos de plásticos en alimentos? A medida que exploramos este problema, se vuelve evidente que las empresas, industrias y áreas gubernamentales involucradas deben asumir su responsabilidad social, de acuerdo con Environment Energy Leader.

El invitado no deseado en la mesa: El plástico

Desde la recolección de ingredientes, pasando por las etapas de preparación, enlatado y, finalmente, exhibiéndose en los pasillos del supermercado, en el trayecto de la industria alimentaria existe la posibilidad de una adición no planificada, un elemento inadvertido que, idealmente, no debería llegar a la fuente.

Estos intrusos son los PFAS, sustancias químicas utilizadas para hacer productos resistentes al agua y a las grasas, como sartenes antiadherentes y envases a prueba de grasa, y el BPA, un químico empleado en la fabricación de plásticos y resinas, especialmente en envases de alimentos y bebidas.

Aunque las preocupaciones sobre los PFAS y el BPA han sido de larga data, otros plastificantes no han recibido tanta atención. No obstante, Consumer Reports, una organización centrada en temas de consumo, ha estado investigando la presencia de bisfenoles y ftalatos en los alimentos y sus envases durante más de 25 años.

Según la investigación de Consumer Reports, la exploración de estos químicos se ha ampliado para incluir una gama más extensa de productos alimenticios, con el objetivo de medir la prevalencia de estas sustancias en la dieta típica estadounidense. Los hallazgos son preocupantes; los bisfenoles y ftalatos se encuentran ampliamente en la cadena alimentaria, a pesar de la creciente evidencia de sus posibles riesgos para la salud.

costos ocultos de plásticos en alimentos

Resultados alarmantes en nuestros platos

Los niveles de ftalatos en los productos alimenticios mostraron una variación considerable, según el informe. Productos de la misma marca podrían tener niveles significativamente diferentes, indicando que la contaminación no es una consecuencia inevitable. Según James Rogers, responsable de pruebas de seguridad de productos en Consumer Reports, esto sugiere que hay formas de reducir la presencia de estos químicos en los alimentos.

Los esfuerzos iniciales se centraron en limitar la exposición a través del empaque, pero hallazgos recientes indican que los ftalatos, en particular, pueden infiltrarse en los alimentos a través de varias vías. El plástico utilizado en tuberías, cintas transportadoras, guantes durante el procesamiento de alimentos e incluso agua y suelo contaminados pueden introducir estos químicos nocivos en las comidas.

La necesidad urgente de regulación

Desafortunadamente, existen regulaciones limitadas que gobiernan su uso en la producción de alimentos, y no se requiere que los fabricantes realicen pruebas de la presencia de estos químicos.

A raíz de ello, la detección de bisfenoles y ftalatos en la cadena alimentaria ha generado gran inquietud dentro de la comunidad empresarial, especialmente debido a su clasificación como disruptores endocrinos.

Estos químicos representan un riesgo formidable, ya que pueden alterar la producción y regulación de hormonas, lo que podría precipitar una serie de complicaciones de salud. Estas incluyen, pero no se limitan a, defectos de nacimiento, nacimientos prematuros y una variedad de trastornos del neurodesarrollo.

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Cuáles son los costos ocultos de los plásticos en los alimentos

Según la investigación, el costo oculto de los plásticos en los alimentos se extiende a condiciones de salud más insidiosas como la infertilidad, la diabetes, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y ciertas formas de cáncer. Un aspecto crítico de estos problemas de salud es su desarrollo gradual a lo largo del tiempo, complicando la tarea de rastrear relaciones causales específicas.

Estos daños lentos subrayan la necesidad de que las empresas, especialmente aquellas en los sectores de alimentos y químicos, junto con gobiernos, prioricen la comprensión y la mitigación de los impactos a largo plazo de estas sustancias en la salud humana.

En Estados Unidos, aunque se han limitado ciertos ftalatos en juguetes para niños, no hay límites sustanciales establecidos para la presencia de estos químicos en el empaque o la producción de alimentos. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. ha solicitado información adicional sobre el uso de plastificantes en materiales que entran en contacto con los alimentos, lo que podría llevar a evaluaciones de seguridad actualizadas. Sin embargo, estas acciones están pendientes.

Empresas y supermercados deben responder

Consumer Reports en su informe señala que las cadenas de supermercados, establecimientos de comida rápida y fabricantes de alimentos deben desempeñar un papel crucial en abordar este problema. Deben establecer objetivos específicos para reducir y eliminar bisfenoles y ftalatos de todo el empaque de alimentos y equipos de procesamiento a lo largo de sus cadenas de suministro.

Este sentimiento es compartido por Hanno Erythropel, del Centro de Química Verde y Ingeniería Verde de la Universidad de Yale, quien aboga por la creación de materiales responsables que no solo sean funcionales sino también no tóxicos, biodegradables y renovables. Estos avances, especialmente en el desarrollo de alternativas a los plásticos tradicionales, representan un desafío formidable pero loable, uno que es fundamental para proteger el suministro de alimentos.

Finalmente, mientras se esperan actualizaciones en las regulaciones, los consumidores pueden reducir activamente su exposición a estos químicos, y las empresas deben priorizar la seguridad alimentaria en sus cadenas de suministro. Colaborativamente, hay una oportunidad de esforzarse por un futuro donde los alimentos estén libres de estos aditivos perjudiciales.

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