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Corea del Sur derrota a la COVID-19 y va por el cambio climático

El partido gobernante del presidente surcoreano Moon Jae-in obtuvo una victoria aplastante en las elecciones nacionales del mes pasado, cuando los votantes acudieron en gran número como muestra de apoyo a un gobierno cuya exitosa contención de la pandemia de coronavirus se convirtió en un modelo para el mundo.

Su Partido Demócrata de centroizquierda y un partido satélite que creó antes de la votación ahora controlarán tres quintas partes de la Asamblea Nacional de 300 escaños, dando a Moon una sobrada mayoría, más que cualquier presidente haya tenido en más de tres décadas.

Y a medida que el número diario de nuevos casos de COVID-19 se redujo a un solo dígito, los resultados le dieron a la administración de Moon un mandato claro para responder a otra crisis global mortal: el cambio climático.

Antes de las elecciones del 15 de abril, los demócratas prometieron lograr que Corea del Sur, la séptima fuente de dióxido de carbono más grande del mundo, sea el primer país del este asiático en alcanzar emisiones netas cero para 2050.

El partido nombró a su manifiesto oficial sobre el clima, «Nuevo Pacto Verde», convirtiéndose en el mayor país emisor hasta el momento, en respaldar este tipo de avance hacia la planificación industrial y la expansión de la red de seguridad social.

La propuesta de Corea del Sur incluye poner fin a la financiación por parte de las instituciones públicas a proyectos de carbón nacionales y extranjeros, establecer un nuevo programa para capacitar a los trabajadores para empleos verdes y realizar inversiones a gran escala en energía eólica y solar. El plan también se compromete a investigar y considerar un impuesto al carbono.

La idea es que quizás también podamos mejorar en otras cosas, no solo en COVID-19, hay mucho potencial para una industria de energías renovables.

Daul Jang, uno de los activistas principales de Greenpeace East Asia con sede en Seúl.

Cuando los países de todo el mundo se están preparando para reducir los objetivos climáticos con la esperanza de impulsar el crecimiento económico, la adopción de nuevas medidas climáticas de Corea del Sur, presenta una ruta muy diferente a la reconstrucción económica después de la pandemia; los ambientalistas esperan que se impulse un cambio más amplio en Asia, donde el uso creciente del carbón amenaza con intensificar el calentamiento global más allá del punto de no retorno.

Los escépticos advierten que el Nuevo Pacto Verdes del gobierno carece de ambición, especialmente en comparación con las propuestas presentadas por los rivales progresistas en Corea del Sur y se basa en un enfoque que no es del todo bien recibido por los sindicatos, también enfrenta el desafío de sobrealimentar una industria de energías renovables perseguida por la política partidista y la desinformación.

Un largo camino por recorrer

Desde 1990, las emisiones de dióxido de carbono de Corea del Sur han crecido en casi un 169% , según la Agencia Internacional de Energía, entre 2000 y 2014, el aumento de la contaminación climática en el país superó con creces a casi todos los demás miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, conformada por 37 naciones de las principales economías comerciales.

Hoy en día, las emisiones totales de Corea del Sur están detrás de China, Estados Unidos, India, Rusia, Japón y Alemania, a pesar de contar con una población significativamente menor.

La electricidad y la calefacción representan un poco más de la mitad de las emisiones de Corea del Sur, según los datos de 2018 recopilados por la organización sin fines de lucro Climate Transparency.

La industria, incluido el robusto sector de fabricación de automóviles del país, representa el 25%, el transporte produce otro 16% y el resto se divide entre agricultura, hogares y otras fuentes de dióxido de carbono.

La demanda desmedida de electricidad de Corea del Sur ha significado que los niveles de consumo se hayan incrementado en más del 450% en las últimas tres décadas, pero la energía solar y eólica apenas representan el 2% de la generación de energía; el carbón y el gas natural producen cerca del 70% de la electricidad del país, mientras que los reactores nucleares generan aproximadamente una cuarta parte, las represas hidroeléctricas, el petróleo y la biomasa conforman el resto.

Cuando Moon asumió el cargo en mayo de 2017, se comprometió a impulsar las energías renovables y a reducir al mismo tiempo el carbón y la energía nuclear, un sector que, a pesar de sus bajas emisiones, se ve obstaculizado por el aumento de los costes y el miedo a los residuos radiactivos.

Siete meses después de su toma de posesión, Moon anunció una nueva política para alcanzar el objetivo de producir el 20% de la electricidad de Corea del Sur a partir de energías renovables para 2030; sin embargo un informe de marzo de 2019 de la consultora energética Wood Mackenzie dijo que Corea del Sur probablemente no alcanzaría este objetivo, prediciendo que el país solo generaría el 17% de su electricidad a partir de energías renovables para 2030.

En abril de 2019, la administración de Moon aumentó el objetivo al 35% de uso de energías renovables para el país, contemplado para 2040.

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