Las tradicionales Caravanas Navideñas de Coca-Cola vuelven a estar en el centro del debate público. La organización El Poder del Consumidor (EPC) presentó una denuncia formal ante la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), solicitando la suspensión y cancelación de estos eventos. La controversia surge porque, a juicio de la ONG, las caravanas estarían violando regulaciones de publicidad dirigidas a menores, al incluir elementos que promueven productos con sellos de advertencia.
Lo que se presenta como un espectáculo familiar, con camiones iluminados, juegos interactivos y personajes animados, es señalado como una estrategia publicitaria de alto impacto sobre la infancia. Según EPC, este tipo de eventos no solo busca entretener, sino consolidar hábitos de consumo en un público altamente vulnerable. La denuncia abre un debate sobre los límites de la publicidad navideña y la responsabilidad corporativa de gigantes como Coca-Cola.
Estrategia publicitaria bajo la lupa
De acuerdo con un artículo de Aristegui Noticias, las Caravanas Navideñas de Coca-Cola han sido descritas por la organización como “una de las más persuasivas estrategias publicitarias dirigidas a la infancia”. Camiones iluminados, Santa Claus y personajes animados, todos símbolos culturales de la Navidad, se utilizan para asociar el consumo de bebidas azucaradas con la festividad. Esto, advierte EPC, constituye una forma de mercadotecnia prohibida por la Ley General de Salud en Materia de Publicidad.
El abogado Javier Zúñiga, representante de EPC, señaló que “el artículo 24 bis del Reglamento prohíbe explícitamente el uso de elementos como Santa Claus en productos que portan sellos de advertencia”. La denuncia ante Cofepris busca que se adopten medidas precautorias y se cancele la realización de las caravanas, evitando que se sigan vulnerando los derechos de la niñez mediante técnicas de marketing agresivas.
Impacto en la salud infantil: Caravanas Navideñas de Coca-Cola
Los datos citados por EPC son contundentes: el consumo promedio de refrescos en México alcanza los 163 litros por persona al año, uno de los niveles más altos del mundo. La organización vincula estas cifras con consecuencias graves de salud pública, incluyendo 40 mil muertes anuales atribuibles al consumo excesivo de bebidas azucaradas.
Asimismo, estudios científicos señalan que más del 90% de niñas y niños consumen estos productos de manera habitual, aumentando su probabilidad de obesidad en un 60% si ingieren al menos una lata al día. Las Caravanas Navideñas de Coca-Cola se convierten así en un instrumento que refuerza hábitos de consumo nocivos desde la infancia, a pesar de las advertencias sanitarias.
¿Publicidad disfrazada de festividad?
Aunque Coca-Cola promociona sus desfiles como “eventos navideños familiares”, EPC los califica de penetrantes y agresivos. Liliana Bahena, coordinadora de la organización, afirma que estos espectáculos están cuidadosamente orquestados para inducir el consumo en niños y adolescentes.
“No es casualidad que nuestro país tenga un consumo tan elevado de refrescos”, subraya Bahena, destacando la responsabilidad corporativa detrás de la estrategia.
La denuncia también alerta sobre la repetición anual de estas prácticas. Desde 2023, EPC ha solicitado a las autoridades cancelar los desfiles, pero las Caravanas Navideñas continúan realizándose sin atender las prohibiciones legales, lo que refleja un vacío en la vigilancia de la publicidad dirigida a menores.
Llamado a la acción regulatoria
El Poder del Consumidor insta a Cofepris a actuar con urgencia para impedir que se sigan vulnerando las regulaciones. Permitir que las Caravanas Navideñas de Coca-Cola continúen implicaría avalar publicidad que explota símbolos culturales y afecta la salud de la infancia.
Zúñiga enfatiza que la intervención de las autoridades es fundamental para proteger derechos de los menores y garantizar el cumplimiento de la ley. La decisión de Cofepris no solo definirá el futuro de estos eventos, sino también marcará un precedente en la regulación de la publicidad dirigida a públicos vulnerables en México.
La controversia sobre las Caravanas Navideñas de Coca-Cola expone un conflicto central: la línea entre la celebración cultural y la promoción comercial de productos nocivos. Las denuncias de EPC reflejan la necesidad de un control más riguroso sobre la publicidad que impacta directamente a la niñez.
Más allá de la marca, este caso invita a reflexionar sobre la responsabilidad social corporativa y el rol del Estado en la protección de la salud pública. La decisión que tome Cofepris podría redefinir los límites de la publicidad navideña y sentar un precedente crucial para la infancia mexicana.







